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Otra verdad incómoda: el Nobel y el anti-Nobel

Autor:

Juana Carrasco Martín
El Premio es compartido, ambos merecidos, y constituye un alerta para todo el planeta. En Oslo, el presidente del Comité Nobel noruego lo argumentó con estas palabras: «Por sus esfuerzos de obtención y difusión de informaciones sobre los cambios climáticos provocados por el hombre y por haber puesto las bases para tomar medidas necesarias a la lucha contra estos cambios».

Rajendra Pachauri y Albert Gore. Fotos: AP Los Nobel de la Paz 2007 son el ex vicepresidente estadounidense Albert Gore y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). En una breve conferencia de prensa, Gore catalogó al cambio climático de «emergencia planetaria». En Nueva Delhi, el presidente del IPCC, el indio Rajendra Pachauri, expresó una esperanza, que el premio cree un «sentimiento de urgencia» ante el calentamiento global.

El llamado de atención hace falta, cuando se está a las puertas de la conferencia de Bali (Indonesia) que, del 3 al 14 de diciembre, buscará proyectar nuevos compromisos de reducción de las emisiones de gases invernaderos para más allá del año 2012, cuando expire la primera fase del protocolo de Kyoto.

Precisamente fue Albert Gore quien negoció el texto vigente como vicepresidente entonces de Estados Unidos, pero desde su mañosa llegada a la Casa Blanca, George W. Bush se ha negado a ratificar. Tampoco el mandatario asistió el pasado septiembre al foro de alto nivel de la ONU sobre cambio climático con que se inauguró la 62 Asamblea General de Naciones Unidas, ratificando así la acusación que le hacen organizaciones ambientales de todo el mundo, y en especial las norteamericanas: tiene vendida su alma a la industria petrolera y otras contaminantes. Con solo citar que su plan es entregar a la exploración del crudo la Reserva Ártica Nacional de Fauna Silvestre de Alaska, basta como argumento de la irresponsabilidad con que trata a su país y al planeta. Si hubiese un galardón anti-Nobel sería candidato contundente y ganaría sin mucha competencia. No hablemos siquiera de sus guerras...

Por eso hay quienes han visto el premio otorgado a Gore por su labor expresada en el libro y el documental Una verdad incómoda, como un guiño al poder de Bush, pues la película ganó el Oscar y el Emmy por mejor documental en el 2007, recaudó 49 millones de dólares en todo el mundo y, como decía una información cablegráfica, «puso a los políticos nuevamente bajo la lupa internacional».

En ese sentido el Nobel es un enorme empujón que también impulsa el trabajo del Panel de la ONU, el IPCC, cuyo trabajo de análisis y compilación de las investigaciones realizadas por miles de científicos contribuye a que todos los países puedan ser llevados por sus dirigentes políticos a las acciones que beneficien a nuestra hermosa y deteriorada Tierra.

De ahí que se sintiera la picazón en la Casa Blanca. El portavoz Tony Fratto escuetamente dijo: «Por supuesto, (Bush) está contento por el vicepresidente Gore», rechazó que el mandatario tuviera planes de llamar al premiado y categóricamente negó que pueda haber cambio alguno en la posición política de la administración Bush respecto al cambio climático.

Fox News, la cadena conservadora de televisión que responde al quehacer bushiano, fue explícitamente transparente y mostró como sangraba por la herida, presentó al Premio Nobel de la Paz 2007 cómo otro «golpe anti-Bush». Y van tres; recordemos los otorgados a dos fuertes críticos de la guerra en Iraq: Jimmy Carter en 2002, y Mohammed El Baradei (presidente del Organismo Internacional de Energía Atómica) en 2005.

Ahí le va al anti-Nobel Bush otra verdad que le incomoda.

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