Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El sueño americano está muerto

Autor:

Julio Martínez Molina
Lo ha dicho literalmente hace unos días Joseph Stiglitz, el conocido Premio Nobel de Economía; así, con todas sus vocales y su acento. Pero lo del deceso del sueño no solo lo piensa él, sino además muchos norteamericanos vinculados al arte, las letras, la pantalla.

Lo que ya algunos científicos sociales y ciertos visionarios predijeron con anterioridad, no es una profecía para cumplirse al paso de los siglos, como las de Nostradamus, sino en un contexto tan cercano como el que estamos viviendo ahora.

Y si la idea dista de ser palpable por millones de norteamericanos que aún viven en medio de su burbuja de hedonismo y consumo, lo será más en la medida en que esta se desinfle irremediablemente al calor de políticas domésticas, que apuntan, incluso, contra los preceptos mismos de un régimen que tiene en el bienestar de un segmento de la población y en el modelo económico del consumo sus principales blasones.

Pero es que un sistema basado en la voracidad y la destrucción no podrá tener a buen recaudo ni siquiera a los suyos, de continuar prolongadamente sus métodos que en primer caso perjudican al pueblo.

No solo la guerra con su sangría de soldados muertos y heridos, los precios de los alimentos que de muy bajos pasaron a convertirse en preocupación para algunos allí —en esta era del etanol—, u otras causas conocidas son lo que deslegitiman y echan por la borda el «american dream».

Stiglitz dijo en una conferencia la semana anterior que los norteamericanos viven peor que hace 30 años. No es de dudar cuando órganos como el Chicago Tribune revelan en extensos reportajes que en Estados Unidos hay 36,5 millones de pobres y 47 millones sin seguro médico en la actualidad.

La Oficina del Censo de la nación anunció en septiembre que crece la aflicción entre los ciudadanos por causa de la carencia de seguro médico en el país, pues otros 2,2 millones de personas —entre ellos 700 000 niños—, se sumaron a las filas de los desprovistos de este servicio.

El mismo informe indica que en 2006 más personas trabajaron durante más horas para lograr un equilibrio financiero; y que creció el número de familias con todos sus integrantes a tiempo completo en diversos empleos.

«Es un insulto moral que en la nación más rica del mundo, una de cada diez familias viva en la pobreza y que casi 50 millones de estadounidenses no tengan seguro médico», ha dicho recientemente el senador demócrata Barack Obama.

Pese a todo, Bush vetó días atrás un proyecto de ley que buscaba expandir el seguro médico a millones de niños de familias de bajos ingresos y reclamaba un aumento de 35 000 millones de dólares en el dinero destinado al Programa Estatal de Seguro Médico (conocido como SCHIP).

Tampoco estuvo de acuerdo en respaldar el Programa de Asistencia de Energía para Hogares de Bajos Ingresos, para ayudar a esas familias a costear los gastos de calefacción, pues al programa solo le asignaron fondos para un 16 por ciento del total.

Sin embargo, paralelamente el jefe del imperio pedía cerca de 200 000 millones de dólares para la guerra.

Chicago Tribune ofrece un dato sobrecogedor: «en el año 1987, la quinta parte más adinerada de los estadounidenses ganaba el 46,2 por ciento del ingreso total; esa cifra aumentó a 50,5 por ciento en el año 2006. En cambio, la quinta parte de más bajos ingresos en la población ganaba el 3,8 por ciento del ingreso total en el año 1987. El pasado año, este quintil de más bajos ingresos ganó el 3,4 por ciento del ingreso total».

No exageraba el Nobel economista cuando afirmó lo dicho en cuanto al sueño americano, un sueño que bien visto solo fue el de unos pocos, y que nunca han podido disfrutar tantos desvelados en su busca.

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