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A Pascual Serrano también le han dicho que se calle

Autor:

Juventud Rebelde

Inspirada en el movimiento antineoliberal y apoyándose en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, está creciendo una fuerte disidencia popular en el terreno de la lucha de ideas a escala planetaria, en oposición al totalitarismo mediático que silencia o tergiversa la realidad.

En miles de sitios y publicaciones digitales en internet, legiones de gente noble, voluntaria y desinteresada, como periodistas, traductores, investigadores, académicos y especialistas de diversas disciplinas, dan a la red planetaria un sentido humano solidario, esperanzador y combatiente.

Este entramado global hace circular opiniones, noticias y enfoques que los llamados medios tradicionales excluyen como norma. No es de extrañar entonces que contra esas tribunas discrepantes se descargue la intolerancia del pensamiento unilateral predominante. Las acciones represivas varían: van desde la demanda legal, prohibición de licencias, suspensión de fondos o secuestros de equipos, hasta la agresión y el asesinato.

Uno de esos espacios alternativos (y alterativos) de mayor pegada es www.rebelión.org, un medio, sin fines de lucro, que no paga un centavo a sus colaboradores y que da a las noticias un tratamiento diferente en la línea de mostrar los intereses que los poderes económicos y políticos del mundo capitalista ocultan para mantener sus privilegios y status actual.

Por estos días, un escándalo recorre el mundo. Se trata de una acción represiva, en el campo del copyright, por parte del Diario El País Sociedad Limitada, de España, contra www.rebelión.org y su director, el periodista Pascual Serrano, también español, ultimándolos a callarse o pagar. La razón verdadera es que en los últimos años sus denuncias han estado poniendo al descubierto el juego sucio de la gran prensa europea y particularmente la española en torno a importantes acontecimientos internacionales y muy concretamente en América Latina, donde un proceso de cambios busca beneficiar a los sectores más desfavorecidos y detener el saqueo de las riquezas nacionales.

Un artículo de Serrano, que mostraba con datos contundentes la abierta conjura antichavista de ese diario madrileño, colmó la copa y la empresa dio instrucciones a sus abogados para que actuaran. No podemos pensar que por ridícula la demanda no tenga importancia. Ella se mueve dentro de la lógica neoliberal y la impunidad expansionista que se ha apoderado del negocio audiovisual y de los diarios de papel.

Como reflejo de esa situación, los amos de la prensa en Europa y el mundo aspiran a aplicar pagos por concepto de propiedad intelectual a los materiales informativos. Ya ha habido procesos legales en ese sentido, como el del buscador Google en un tribunal belga. Al revolverse la cazuela salió a la superficie un proyecto de ley en Europa que pretende cobrar derechos de autor por la publicación de noticias. También en España hay preocupación por los alcances de la nueva reforma a Ley de Propiedad Intelectual, con restricciones al «derecho de cita» y a la difusión de «trabajos sobre temas de actualidad».

Debemos estar alertas para defender la voz de los medios pequeños, representantes de los intereses de las mayorías excluidas, pues sin mucho ruido se están elaborando en silencio instrumentos legales para favorecer a los grandes barones mediáticos, quienes aspiran a que se les pague por la publicación de noticias consideradas exclusivas como bien pudieran ser la llegada de un huracán, el choque de un asteroide con la Tierra, o la temperatura de la próxima madrugada.

Rebelión.org y Pascual Serrano no son pequeños migajones en la mesa del desayuno de un frívolo magnate transnacional. Para los dueños del dinero, son estorbos en el camino hacia el control de la palabra en cualquier parte y el cobro, además, por la información de la realidad.

Tras el chillerío de los grandes medios hispanos con motivo de la última Cumbre Iberoamericana y la grosera manipulación de lo dicho por el Presidente Chávez en el debate, estaba el terror a que se dijeran ciertas verdades, como sucedió, en entornos donde el neoliberalismo derribó por la fuerza los obstáculos a la aplicación de la receta para aliviar al capitalismo en crisis y hundir a la región en la pobreza y el hambre.

No pasemos por alto que, solo en Chile, 90 emisoras de radio son propiedad del mismo dueño que el Diario El País Sociedad Limitada, o sea, el Grupo PRISA, que alardea de poseer 1 235 radioemisoras, la mayoría en América Latina. En esta región del mundo esa corporación ha logrado una expansión espectacular con altísimas tasas de ganancia. Tiene también plantas en México, Bolivia, Panamá, Costa Rica y Colombia, país donde Caracol Radio, según un texto promocional del propio grupo transnacional es «la emisora líder que sigue aumentando su crecimiento en audiencia y rentabilidad».

El tsunami neoliberal, en el terreno de la prensa, se llevó las últimas hojas de parra que ocultaban la impudicia de unos medios, que en la forma se muestran como defensores de la libertad de expresión y en la esencia defienden los intereses económicos y políticos del gran capital. Los cambios profundos en América Latina han obligado a que ambos elementos se confronten y quede en evidencia que ciertos paladines de la democracia y la libertad no son otra cosa que férreos censores o vulgares represores.

El Grupo PRISA es una corporación y como a otra cualquiera se le considera una persona jurídica, sin cuerpo ni alma, pero con los mismos derechos de las personas naturales como poseer propiedades, comprar, vender, ganar y moverse con toda libertad dentro del sistema. Por supuesto, carece de valores propios de los seres humanos como la ayuda al prójimo, la solidaridad y el altruismo. Se rige por la ganancia a toda costa y la ley del más fuerte; su sobrevivencia y crecimiento dependerán de la aniquilación de los más débiles.

Es necesario denunciar el discurso cínico del Diario El País Sociedad Limitada, desnudar sus mentiras y hasta recordar, incluso, sus posiciones del pasado, cuando daba en sus páginas cierta posibilidad a expresiones de izquierda. Pero no pidamos peras al olmo. Ese diario cumple públicamente la misión de hacer fuego táctico dentro de la cabeza de sus lectores, como parte de la estrategia de la corporación madre que convierte a todas sus empresas en máquinas de hacer dinero.

Por eso a su cuenta bancaria, entre otros beneficios, va una parte de las ganancias que les corresponden por la trata de blancas, la explotación de mujeres y la prostitución en España, pues en las páginas de anuncios del Diario El País Sociedad Limitada, como en los más importantes de Madrid, se anuncia la venta de jovencitas cual si fueran automóviles, computadoras o turrón de Alicante.

Si Rebelión.org se dedicara a ese tipo de promociones mercantiles jamás sería objeto de presiones ni de ultimátum legal alguno. Su delito, en cambio, es tener una opinión divergente. No importa que coincida con la de cientos de millones de cubanos, venezolanos, bolivianos, nicaragüenses, ecuatorianos o de otros latinoamericanos, lo importante es que se calle, que hable de otra cosa o no diga lo que piensa.

Los profesionales de la prensa cubana, respondiendo al llamado de la Federación Latinoamericana de Periodistas, nos solidarizamos con Pascual Serrano y con el equipo realizador de Rebelión.org, y reconocemos el mérito extraordinario de ese espacio serio, riguroso y actualizado en la difusión de noticias, que se ha convertido en un apoyo valiosísimo para un círculo cada vez más amplio de lectores y medios desprovistos de recursos técnicos, humanos o financieros para asegurarse una cobertura propia de la actualidad internacional.

La acción legal promovida por el Diario El País Sociedad Limitada merece el repudio de todos los periodistas honestos del mundo.

* Presidente de la UPEC

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