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¿Qué quieren los prefectos?

Autor:

Marina Menéndez Quintero
La oposición, que apuesta a entronizar el caos en Bolivia, ahora pide la intervención. Foto: AP Ya nada más hacía falta ver, para calibrar a los prefectos saboteadores de la refundación en Bolivia. Su acción más reciente los retrata: han dejado a Evo Morales con la mano tendida y se han ido corriendo —volando— a Estados Unidos.

La diferencia que marca su elección, resulta clara. Más que acudir al diálogo propuesto por un gobierno displicente que, de momento, pasó por alto su llamado al levantamiento y a la sedición, a los prefectos les pareció mejor presentarse ante la OEA para quejarse allí —¡precisamente allí!—, de la «falta de democracia» de un ejecutivo al que son ellos, autoridades departamentales de ese mismo Estado nacional, quienes presionan con la violencia.

Tanto como el doblez de quien va a la poco latinoamericana Organización de Estados Americanos a denunciar «la fuerza» —pero solivianta y luego cierra la puerta a un acuerdo político—, escandaliza el fin ulterior de esta artera estocada de los cuatro gobernadores contra Evo, el MAS, y su propio pueblo. Después de la comparecencia de los quejosos ante la OEA, su titular, José Miguel Insulza, declaró el martes que la entidad estaba dispuesta a ¡enviar «una comisión» a Bolivia!... Claro, dijo Insulza, si es que el gobierno estaba de acuerdo.

No hay duda. Los prefectos de los ricos y separatistas departamentos de Santa Cruz, Cochabamba, Tarija y Beni han ido a buscar «refuerzos» al extranjero, viendo que no ha bastado la violencia, ni siquiera su llamado a un levantamiento, para dejar entrampados los muy azarosos trabajos de la Constituyente.

Hace una semana, sus asambleístas aprobaron el proyecto de nueva Carta Magna en lectura general, apenas 25 días antes de que venciera el plazo, y a pesar del fuego que desataron en Sucre los sujetos enardecidos por las recomendaciones de esos mismos prefectos disidentes, de la oligarquía y del derechista partido PODEMOS.

Pocos días antes tuvieron otro disgusto: la aprobación en el Senado del bono que asegura la renta vitalicia a la vejez, obtenida, como había propuesto el gobierno, del Impuesto Directo a los Hidrocarburos.

En verdad, tienen muchas posibilidades de molestarse los prefectos de los estados conocidos en Bolivia como los de «la media luna». A ellos les disgusta todo lo que huela a refundación.

Mientras se espera la aprobación en detalle de la Carta Magna para someterla después a referendo, el ejecutivo se ha visto obligado a despachar enviados a la OEA de modo que estos digan la verdad, y contrarresten la vendepatria acción de los gobernadores. Pero el plan opositor no se acaba ahí.

Según se conoció ayer, los prefectos tienen previsto otros encuentros en Estados Unidos, y han manifestado su disposición a dialogar con Evo, aunque con la condición insólita de que asistan a ese encuentro, puramente nacional, representantes de distintos organismos internacionales.

Evo Morales ha deseado que «los prefectos retornen del viaje con el ánimo de encontrar un escenario de concertación» porque «los problemas están acá, en Bolivia, y no en los Estados Unidos».

La puerta del diálogo la mantiene abierta. Pero, no habrá más chance para que los gobernadores concatenados en su contra vuelvan a hablar de «falta de democracia». El Presidente ha anunciado que solicitará la implementación de un referendo para poner su cargo y el de los prefectos a disposición de la ciudadanía.

La solución del Presidente no dejará margen a duda: «El pueblo dirá quiénes se van y quiénes se quedan para garantizar este proceso de cambio».

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