Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lo que viene bajando: video clip cubano 2008

Autor:

Joel del Río
William Vivanco. Fernanda. Dir. Daniel Rivas y Mario Rivas. Cuatro o cinco video clips se adueñaron del mayor número de reconocimientos, como casi siempre ocurre, en la actual edición de los premios Lucas, cuyas nominaciones se dan a conocer, año tras año, en los meses de octubre-noviembre, marcados por la celebración del Festival Nacional del Video Clip cubano, un acontecimiento cuya relevancia popular, cultural e identitaria sigue siendo notable, casi independientemente de que haya más o menos apoyo institucional, mayor o menor cantidad de recursos, alto o bajo perfil divulgativo, comprensión o desconocimiento en las instancias organizativas de la televisión de que se trata de un evento que dignifica al medio y potencia su capacidad de comunicación sobre todo con los jóvenes. Lo que viene bajando es mucho, en diversos sentidos.

El récord de postulaciones (se trata de una preselección, pues los premios se entregan en sendas galas los días 18 y 23 de noviembre, en la sala teatro Astral y el Karl Marx, respectivamente) fue demarcado por Fuera, que dirigiera el dueto integrado por Ismar Rodríguez y Julio César Leal para Buena Fe, y que recrea el texto de la canción con un surtidor de grafismos en el fondo, de modo que se subraya particularmente el contenido, la letra, el mensaje de negación a una serie de factores negativos. Alcanzó menciones también como mejor dirección, animación, efectos visuales, edición y dirección de arte, además de video clip de agrupación, mejor obra de música pop, mejor making off y entre las diez más populares.

Ballet Lizt Alfonso. Vida. Dir. X Alfonso. Con ocho menciones cada uno, están empatados en la segunda instancia del reconocimiento especializado (recordar que las nominaciones y los premios los deciden los votos de un grupo de expertos convocados a estos efectos) Vida, que X Alfonso concibió para la Compañía de Lizt Alfonso, para reforzar la obra homónima de baile y teatro, y Mala leche, que protagoniza Moneda Dura y dirigió el solista de ese grupo, Nassiry Lugo. Los dos video clips compiten en las categorías mejor del año y dirección, y ambos matizan, desde muy diversos registros estéticos, la ilustración de sus respectivos textos, el primero desde el colorido suntuoso y la recreación de las poses de danza, el segundo a partir de la acumulación de personajes y situaciones que subrayan, comentan con marcada intención, crítican o ilustran con simpatía nuestra cotidianidad, y la mala costumbre que impera entre nosotros de responder a la crítica, o a la inconformidad, con agresiones y mala intención del más variado espectro.

Raquel Bigorra. Para que sufras. Dir. Lester Hamlet. En cuanto al número de menciones y destaques, en tercer lugar hicieron tablas, con seis cada uno, Para que sufras, de Lester Hamlet para Raquel Bigorra, y Parar el tiempo, en el cual David Blanco se dejó conducir por Bilko Cuervo. Y de muy cerca los sigue, con cinco postulaciones, Cabaret, en el cual Santana dirige a Gretel Cazón, como parte de la banda sonora de la obra teatral homónima. Tres realizadores experimentados vuelven a figurar en los balances y resúmenes de lo mejor del año. Lester con una irónica, almodovariana, casi satírica apropiación del universo sentimental, objetual y colorístico de las divas en los años 50 (muy en sintonía con la versión «actualizada» de aquel clásico que conociéramos en la voz de Celeste Mendoza); Bilko nos regresa al virtuosismo casi agresivo de la fotografía movediza, desequilibrada y la edición fragmentaria, al menos en el fondo porque en primer plano permanece el cantante, mientras que Santana se mueve como pez en el agua en ese mundo de glamour y artificio típico del teatro musical, sagazmente recreado en suculento blanco y negro.

Este año el género musical con mejores exponentes audiovisuales fue el pop, pues los tres nominados en esa categoría, (es decir, Fuera-Buena Fe, Para que sufras-Raquel Bigorra y Mala leche-Moneda Dura) clasificaron en muchas otras y principales categorías, mientras que, a juzgar por las nominaciones, se deprimió la producción, en cuanto a calidad y cantidad, en otros géneros como la canción, la balada y la trova (que se unieron en una sola categoría para lograr una cierta representatividad global) y el rap, el hip hop y el reguetón, los tres fundidos en un solo escaño para alcanzar cierta notabilidad a través de los video clips de HEL, La Unión y Doble filo, que apenas lograron figurar en alguna otra categoría. También debe señalarse que hemos llegado a la recta conclusiva, donde se elige lo mejor del año, y muchas de las obras nominadas (mencionadas o no en este artículo) apenas han gozado de la divulgación que le haga justicia a su calidad.

Aparte de la profusión noticiosa que puede y debe generar la entrega de los premios Lucas, también se impone la alusión a un tema harto controversial y éticamente delicado que se refiere al peso específico que se le concede a la originalidad, la creatividad y la autenticidad. Es una preocupación no solo de este cronista, sino de varios realizadores y jurados, que este año han coincidido en competencia varias obras que se han perdido, o legitimado, en las intrincadas redes de la apropiación de estéticas ajenas, la intertextualidad, el homenaje y la copia abierta y desembozada. Así, son cuatro o cinco los video clips de esta edición que se parecen en demasía a otros vistos, y el «principio constructivo» es el mismo, y son idénticos la distancia de la cámara y las angulaciones, y el cantante es usado de la misma manera, y la iconografía coincide, y hasta los colores, las tipografías y el modelo figurativo o composicional se repite entre el «original» y la copia de la copia de la copia...

No estoy clamando por la originalidad a ultranza en una modalidad audiovisual cuya esencia se alimenta de la asimilación y la mixtura de procedimientos, estéticas y hallazgos provenientes del cine, el teatro, el video arte, la plástica, la publicidad televisiva, el documental, y otras manifestaciones audiovisuales y representacionales del mundo contemporáneo, pero pertenezco al grupo de los convencidos de que hasta la copia puede ser creativa, cuando no se coloca servilmente en los moldes del «original». Sin llegar a ser alarmante, ni mucho menos una tendencia que domine, este año hemos visto un puñado de video clips que intentan pasar gato por liebre, que no confiesan las fuentes de que bebieron y, además, para colmo, imitan al calco otra obra con un nivel de detalle y acatamiento que descuenta toda distancia crítica u homenaje no declarado. Hasta la copia puede ser meritoria, en términos de realización y profesionalidad, pero siempre le deja al espectador, por lo menos a mí me pasa, la extraña sensación de que el creador no tenía mucho que ofrecer y se amparó en otra inteligencia, otra sensibilidad, otro concepto del mundo, para tratar de saldar sus propios vacíos. Hace falta discutir estos asuntos, mantenerse alertas, estar informados, debatir con altura y cultura. El proyecto Lucas se lo merece.

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