Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Qué ven en la foto?

Autor:

Luis Luque Álvarez

Cuando les mostré a mis colegas la imagen que acompaña a este texto, me dijeron: «Son pipas regando agua», o «tirando granos para sembrar». Y claro, todos pegaban el brinco cuando les decía: Son, en efecto, tractores con pipas en un campo de Bélgica. Pero lo que están botando a tierra es… leche. ¡Tres millones de litros de leche!

La reacción más común fue quedarse con la boca abierta y, después, proferir algún calificativo irrepetible, enfilado a los que tienen por hobby deshacerse miserablemente de tal cantidad de alimento, en un planeta al que le sobran bocas que no lo ven pasar…

¿A qué viene esta orgía de despilfarro? A que los ganaderos europeos, descontentos con los precios a que les compran la leche —22 centavos de euro por litro— prefieren tirarla antes que venderla a los distribuidores, y reclaman a la Comisión Europea medidas para reducir la producción (esperanzados en un alza de los precios), cuando, por el contrario, Bruselas ha puesto fecha a la desaparición de las cuotas por países, que la limitan: el año 2015.

Vayamos por partes. Tal vez 22 centavos sea muy poco, máxime cuando el precio de venta al consumidor es, como promedio, 1.50 euros. Algunos «quilitos» se están tragando los distribuidores en perjuicio de los ganaderos, quienes se contentarían, dicen, con al menos 40 centavos por litro.

En tal sentido, es justo el reclamo: si algo pudiera hacer la Comisión Europea, es regular un poco más los mecanismos diabólicos de la especulación, que premian al intermediario antes que al productor. Vista la caída en la demanda interna y más allá de las fronteras comunitarias (China, un crucial comprador, ha reducido sus importaciones de lácteos), Bruselas retiró toneladas del mercado para convertirlas en mantequilla y leche en polvo, almacenarlas, y así empujar al alza los precios. Pero no basta.

Curiosamente, el presidente de la comisión de Agricultura del Parlamento Europeo, Paolo de Castro, recordaba: «Con el mismo número de vacas y la misma política, en el otoño de 2007 tuvimos justo el problema contrario: precios extremadamente elevados». ¡El agosto de productores y distribuidores! Si la memoria me es fiel, ninguno se quejó en aquel momento ante el alza grotesca de los alimentos.

Ahora, sin embargo, cuando los compradores se ahorran euros, «¡todos a la calle!». En Holanda, Alemania, Francia, Bélgica, Austria, Italia y Luxemburgo, 40 000 ganaderos levantan pancartas. ¿Acaso, pregunto, la justicia es asunto de coyunturas? ¿Vale cuestionar el sistema únicamente cuando los productores corren riesgo de quiebra?

Definitivamente no. Pero además, ¿qué torpe idea de lucha por la justicia tiene quien lanza al fango tres millones de litros de leche? ¡Hombre!, antes que eso, tome una escopeta de caza, móntese en una vaca Holstein y váyase por ahí a guerrear para cambiar el modelito (¡Muuuh!).

Una vez más, la realidad se desnuda: el mundo, al menos hasta ahora, produce alimentos suficientes, pero no hay voluntad política para hacerlos llegar a todos. Y ese es un crimen que truena más alto que un cañonazo. «Si no das de comer al hambriento, lo habrás matado», reza con llaneza un texto medieval. ¿Es tan difícil para individuos del siglo XXI comprenderlo, asumirlo?

Porque no hay derecho, ¡no lo hay!, a derramar un vaso de leche mientras una sola persona padezca hambre. No lejos de Bélgica, algo al sur, está África, y allí, los que sepan leer la información, y vean esos surcos blancos en la foto, se preguntarán si, en verdad, seres humanos fueron capaces de hacer eso… mientras exigían 40 centavos de euro.

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