Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ayúdame, que yo te ayudaré

Autor:

José Luis López

Anonadado quedé al escuchar en una esquina de mi populoso barrio de La Palma, en Arroyo Naranjo, una meditación de un grupo de veteranos y jóvenes seguidores de cuanta información proviene de la esfera deportiva.

A saber, los congregados en el lugar llegaron a la «sabia» conclusión —descabellada para mí— de que a los deportistas cubanos les será muy difícil este año no solo rubricar el primer lugar en una nueva edición de los Juegos del ALBA, con sede en Venezuela, sino también catapultarse al segundo escaño en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, México, por detrás de la favorita delegación estadounidense.

E hicieron especial hincapié en que tal descenso lo propiciará la ayuda técnica que Cuba les viene tributando desde hace muchos años a los países del área panamericana, en especial a naciones de mayor nivel poblacional —de donde, lógicamente, emanan muchos más atletas—, entre ellas Venezuela, México y Brasil.

Pero hay otras, como Ecuador, Colombia y República Dominicana, que exhiben individualidades de abolengo, principalmente en deportes de combate

«Esos países tienen mayores recursos económicos con los cuales comprar mejores implementos deportivos. Si se le añade a eso que cuentan con las enseñanzas de nuestros técnicos, ¿adónde iremos a parar?», sentenciaba este grupo de intransigentes que no gustan de perder en nada.

Ellos consideran que un entrenador cubano graduado en su tierra conoce al dedillo cómo piensa, se adiestra y compite un deportista de la Mayor de las Antillas. Y no albergan dudas de que nuestros técnicos «copian» al pie de la letra los métodos de trabajo adquiridos aquí y luego reajustan algunos detalles para «pegarlos» allá.

Ciertamente, en las últimas ediciones de diversos juegos múltiples en el área, Cuba ha tenido que «apretar el acelerador» en las jornadas finales para poder distanciarse de sus más cercanos rivales en la tabla de posiciones. Recuerdo que brasileños, venezolanos y mexicanos presionaron sobremanera a nuestros representantes en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003 y Río de Janeiro 2007, así como en la cita centrocaribeña de Cartagena 2006.

En la sala de prensa de esos eventos, los comentarios de los colegas de esas naciones tenían un denominador común: «Eso es gracias a los buenos técnicos que ustedes han enviado a nuestros países. Esos resultados son obra del tesón y la capacidad que ellos muestran».

Y en las gradas, los aficionados no entendían, por ejemplo, cómo un luchador estadounidense o canadiense caía ante un similar morocho o ecuatoriano.

También llamó la atención de los especialistas que, en el 2010, la selección cubana de boxeo perdiera por primera vez en la historia el sitial de honor en el torneo panamericano de la disciplina, dirimido en Ecuador, país que precisamente nos despojó del título. Más allá de ciertas decisiones arbitrales en contra de nuestros representantes, lo cierto es que los pugilistas ecuatorianos han patentizado un enorme salto de calidad, merced a las mañas y buen accionar que les ha ofrecido un cuarteto de técnicos de la Isla.

Por eso, más allá de un vencedor y un vencido, debemos recibir con satisfacción y sin lamentaciones esa férrea resistencia competitiva que recibimos en la actualidad por parte de los deportistas del continente, pues sus adiestradores son cubanos bien capacitados profesionalmente.

Entonces, la otra «cara de la moneda» sería prepararnos más y mejor en nuestra Isla, donde desde la base hasta el deporte de alto rendimiento florecen talentosos entrenadores y atletas por doquier.

Cuba ha sido, es y será siempre un ejemplo de colaboración desinteresada en cualquier esfera de la vida. Y el deporte jamás será la excepción.

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