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Otra oportunidad para cambios

Autor:

Nyliam Vázquez García

Una vez más —aunque a estas alturas no es que hiciera falta— la administración Obama evidenció que los «cambios» son solo parte del discurso. La práctica es harina de otro costal y más en la cúpula de poder estadounidense. La autorización de una nueva venta de armas a la isla separatista de Taiwán, por valor de 4 200 millones de dólares, prueba que en política la balanza se inclina más hacia el lado de ciertos intereses, que hacia el sentido común o el «deber ser».

A pesar de las airadas protestas de la República Popular China, incluso cuando el más reciente antecedente se ubica a poco más de un año, Washington repite la fórmula. En 2010, la aprobación del suministro por parte de la empresa Lockheed Martin Corp. de misiles Patriot III a ese territorio, dentro de un paquete global valorado en 6 500 millones de dólares, provocó un enfriamiento de las relaciones chino-estadounidenses. Entonces Beijing puso fin temporalmente a la cooperación militar con el Pentágono y reiteró sus argumentos contra las violaciones de EE.UU. a los acuerdos bilaterales.

Al parecer, una minicrisis entre las partes no importa mucho cuando se trata de abrir la llave de paso que suministra los billetes verdes al complejo militar industrial. Como era de esperar, Beijing ha criticado duramente la medida.

De acuerdo con el vicecanciller chino, Zhang Zhijun, con esa actitud Washington interfiere en los asuntos internos de la nación asiática, socava la seguridad nacional de China, daña la reunificación pacífica de su país y las relaciones entre ambas naciones. Una combinación que augura nueva escalada de diatribas de un lado y de otro, aunque por la naturaleza interdependiente de las economías de las partes, las aguas están destinadas a tomar nuevamente su nivel.

«El proceder de la parte estadounidense socavará inevitablemente las relaciones bilaterales, así como los intercambios y la cooperación en las áreas militares y de seguridad», advirtió el Viceministro, tras el anuncio del Ministerio de Defensa estadounidense.

En el actual paquete, Obama solo decidió la modernización de los aparatos taiwaneses y desechó proveer nuevos aparatos F-16 C/D, un modelo más avanzado, como pretendía Taipei y por lo que presionaron los republicanos. Sin embargo, esa postura pretendía dejar contentos a la mayor parte de los implicados. Pero no sirvió de mucho. De hecho, los opositores del actual gobernante, quienes hacen de todo para que no tenga un segundo período en la Oficina Oval, incluso con esa decisión, le acusan de «abandonar a un valioso aliado».

La venta de arsenal bélico a Taipei es una violación, según dejó claro Beijing, de los tres comunicados conjuntos chino-estadounidenses, en particular de los principios consagrados en el comunicado del 17 de agosto de 1982. Pero la incoherencia forma parte de los autoproclamados elegidos, si bien desde 1979, EE.UU. restableció las relaciones con el gigante asiático y rubricó un comunicado conjunto que reafirmó la política de una sola China; el propio año, la Casa Blanca elaboró la Ley de Relaciones con Taiwán, en la que se ha amparado desde entonces para exportar material bélico a la isla.

Según la agencia rusa Ria Novosti, el Ejército de Taipei cuenta con 388 aviones de guerra, entre ellos, 150 cazas F-16 y 300 modelos F-4. Sin embargo, sobre todo tiene un padrino poderoso.

De cualquier modo, nuevamente ha pesado más el interés de llenar las arcas del complejo militar industrial, que la paz y la estabilidad de un lado y otro del estrecho, o las relaciones chino-estadounidense. Taiwán es parte inalienable del territorio chino y no es casual que este asunto, relacionado con la soberanía e integridad territorial china, siga siendo de los más importantes y más sensibles de las relaciones entre ambas potencias.

No es un secreto que los más conservadores y recalcitrantes dentro de la cúpula de poder estadounidense conspiraran para sabotear cada una de las propuestas presidenciales que habrían hecho la diferencia. Tampoco que cuatro años después, Obama no ha podido cumplir ni una sola de sus promesas a sus electores. Con la decisión de otro lote bélico para Taipei, más allá de matices, el Presidente estadounidense perdió una vez más una oportunidad para validar sus voceados cambios; esos en los que la gente necesita volver a creer, si quiere mantener el puesto.

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