Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Guerrilla

Autor:

Jesús Arencibia Lorenzo

Era un puñado de hombres muy hombres que levantó las piedras y las armas frente a una manada de hombres muy lobos. Era un sentirse golpeado en las mejillas de otros. Eran las ganas inmensas de que nadie más muriera por acabar con la muerte. Y se llamó Bolivia, Che Guevara, 1967, Guerrilla. Pero se pudo llamar Los Cinco, Estados Unidos, 1998, Agentes. O barrio anónimo, Cuba, 2011, gente buena. Porque hay enlaces mayores a la propia concatenación de la vida, que impulsan tras de sí la vida misma.

Y no es filosofía, ni arrestos para hacer poemas. Es la pura certeza después que uno escucha y habla sobre los héroes. Lo supimos oyendo al Doctor Jorge González, «Popi», y a los profesores Héctor Soto, Roberto Rodríguez y Lissete Torriente. Ellos, desde sus trincheras de Medicina Legal, Antropología, Arqueología, Teledetección; y otros tantos, que aportaron saber geofísico, histórico, meteorológico... integraron también una tropa. Un pequeño ejército con chispas de gran humanidad para buscar nuestros cadáveres amados.

Y los encontraron abriéndose paso a 30 años del hondón en La Quebrada, especializándose en la geografía de la historia, graduándose en noches sin sueño, sobrevivencia, discreción.

Soto despidió un fin de año levantando un basural tras una pista de enterramiento. Lissete se abrazó llorando a unos bolivianos que la identificaron como auténtica cubana. Roberto entrevistaba y guardaba toda la información sin más lápiz ni grabadora que su memoria. Popi velaba por la misión toda.

Y no era tarea de superhombres, porque Batman, Spiderman y Rambo solo salvan a la humanidad en los cómics y las películas hollywoodenses. Pero ellos, trayéndonos de vuelta nuestros restos enérgicos, alimentaron el mito de la superbondad.

En la peña teclera de JR, en la Facultad de Comunicación, el heroísmo se hizo rostros de ciencia. Aún no se borra el «Sol de la bravura».

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