Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con la utilidad como vocación

Autor:

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández

Hace varios meses, inmerso yo en trajines periodísticos, tuve la posibilidad de conversar en más de una ocasión con el Doctor Orlando Saucedo Castillo, profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Central de Las Villas (UCLV), quien ha consagrado muchos años de su vida al cotidiano ejercicio de la investigación.

En aquellos intercambios en los que siempre estuvo como centro temático el quehacer de la ciencia cubana actual y las maneras en las que esta debe conducirse para ser cada día más útil, el Doctor resaltaba la necesidad de que los institutos y las universidades del país atemperaran su gestión y su aportadora labor en favor de la sociedad con una vocación, por encima de todo, humana.

Por más de un lustro, Saucedo ha encabezado un equipo multidisciplinario dedicado a la preparación de un recetario de panes y dulces para niños celíacos, a partir de una variedad de sorgo. Se trata de una experiencia ya probada para mejorar la nutrición de infantes que padecen de intolerancia al gluten y no pueden degustar las mismas delicias reposteriles que otros niños de su edad.

Para este científico villaclareño, el camino de todo cuanto se gesta o se busca desde un laboratorio o un aula, debe resultar un estímulo nacido de lo que precisa y urge en la praxis diaria, sin complicaciones que conduzcan por senderos poco viables ni razonamientos enrevesados que nos lleven a levantar los pies de la tierra, o darle la espalda a los más diversos escenarios sociales.

He vuelto otra vez a estas ideas a propósito del recién concluido congreso Universidad 2012, un espacio de reflexión académica en el que se ponderó la responsabilidad social de esta enseñanza y todo su potencial científico con el futuro de la humanidad, desde un país cuya cifra de graduados universitarios ya supera el millón.

Pero más allá de ese valor cuantitativo que también merece destacarse, resultado de un proceso dialéctico que ha llevado a esta enseñanza al encuentro de las vías y formas para transformarse, crecer, subsanar errores y alcanzar su tan necesaria pertinencia social, hay cuestiones tratadas en el encuentro que exigen de la universidad de hoy miradas y sentidos más visionarios.

Y es que en un mundo en el que cada día proliferan con más prisa las guerras alentadas por ambiciones económicas y políticas, el pensamiento educativo y científico, ese legítimo saber de las academias, no puede concentrarse en otro fin que no sea el del bien del hombre, cuidando de la equidad, la inclusión y el conveniente acceso a la enseñanza como principios de cabecera.

Bien lo refería el intelectual argentino, premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel cuando llamaba a desarmar las conciencias armadas, a meditar en los valores e identidades y en el inaplazable imperativo de pensar en quiénes somos, adónde vamos, ya que el verdadero conocimiento no está en aquellos que leen más libros, sino en quienes comprenden el sentido profundo de la vida.

Valdría preguntarse entonces: ¿De qué modo se pudiera ver mejor ese espacio de crecimiento profesional que como un eje dinamizador en el cotidiano andar del hombre, apegado a sus raíces y tradiciones?

Si bien la búsqueda de respuestas a esta pregunta reclama un enfoque integrador, apropiado para darle vitalidad al desarrollo sostenible como una actitud ante la vida y una forma para interactuar con el medio, la proyección del trabajo ha de alcanzarse con las intenciones puestas, en primer lugar, en los apremios específicos del lugar en que se asienta cada institución, de modo que la academia y su rigurosa labor logre palpar, representar y servir desde la base, desde lo comunitario, para luego adentrarse en soluciones a problemáticas económicas, sociales y ambientales de mayor hondura y calado nacional.

Pienso, y en ello coincido con el profesor Saucedo, que el mayor desafío de la universidad contemporánea radica en erguirse, cada vez más, como un centro irradiador de ideas y desvelos humanizadores, lo que supone un creciente estímulo al permanente análisis, con la actualización y la perspectiva apropiada que demanda cada caso, alentados por la virtud de la utilidad, e inspirados en la herencia de una tradición formativa y creadora que también nos guía.

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