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Más pólvora a las fronteras sirio-turcas

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

Cada vez más, Turquía entierra su política exterior «cero problemas con nuestros vecinos». Ese es un principio del que hace gala el canciller Ahmet Davutoglu, y que a todas luces no aplica hoy en la crisis política y la violencia que enfrenta Siria, fronteriza con la nación otomana.

Las relaciones entre ambos países nunca han sido estables, pero a partir de 1998 comenzaron a mejorar: cooperación en materia de seguridad, establecimiento de un Tratado de libre Comercio, abolición del régimen de visados, y hasta visitas del más alto nivel. Pero cuando Washington y la Unión Europea decidieron apretarle las tuercas al Gobierno sirio y exigir la renuncia del presidente Bashar al-Assad, la administración de Ankara —fuerte aliado de las potencias occidentales y miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)— decidió romper con Damasco y apostar al derrocamiento de su Presidente.

Ahora, las tensiones entre ambas naciones escalan a niveles peligrosos, al punto de que Turquía decidió enviar sus tanques y cañones a la frontera. Este movimiento responde, según Ankara, al derribo de uno de sus aviones de guerra por parte de Damasco. Las provincias limítrofes son ahora, para el gobierno turco, zonas de seguridad, y su Ejército tiene la orden de responder ante cualquier supuesta agresión.

La Cancillería de Damasco ha tratado de bajar la tensión explicando que el derribo del F-4 turco no fue un acto hostil sino en defensa de su espacio aéreo, lo cual es legítimo de acuerdo con la legislación internacional.

Hasta el momento no hay una investigación imparcial que devele lo que realmente sucedió. Solo Siria dice haber propuesto a su vecino formar un comité técnico-militar conjunto que acuda a la zona del incidente en Latakia para conocer la verdad del acontecimiento, pero la parte turca no ha dado respuesta. La Unión Europea también ha pedido una comisión de investigación; sin embargo, de antemano se posicionó a favor de Ankara y criticó en duros términos —como es costumbre— a Siria.

¿Por qué si Turquía pretendía realizar un «vuelo de entrenamiento» no avisó a Siria, más cuando esta nación está en constante peligro de ser atacada desde el exterior, y las zonas fronterizas son explosivas desde que allí encuentran refugio grupos paramilitares que llevan a cabo una guerra de baja intensidad contra la administración de Al-Assad?

Resulta muy sospechoso que se den estos acontecimientos en la medida en que el conflicto sirio se internacionaliza cada vez más con el enfrentamiento del dúo Rusia-China —opuestos a una intervención militar y a las imposiciones desde afuera— y el eje Washington-Londres-París-Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, decididos a seguir implementando la estrategia de cambio de régimen, en la que no se descarta una acción de la OTAN.

De hecho, los últimos incidentes responden, en mi opinión, a una maniobra para involucrar más a la Alianza Atlántica en el conflicto.

La reunión de la OTAN, el martes, evaluó el caso según el artículo 4 de su Carta, que se refiere a consultas cada vez que «la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las partes es amenazada». Por supuesto, el análisis ni siquiera dio una ojeada a la versión siria sobre el acontecimiento.

Según lo trascendido, los 28 miembros del bloque militar imperialista no miraron el asunto desde el artículo Cinco, que establece una respuesta armada ante provocaciones militares. Pero, solo por el momento.

No es la primera que vez que Turquía amenaza con escudarse en la OTAN ante las respuestas de Siria a acciones contra su integridad y seguridad nacional. En abril, el primer ministro Tayyip Erdogan y el canciller Davutoglu advirtieron con acudir a dicho artículo de la OTAN para «proteger su frontera», pues, dijeron, el Ejército Árabe Sirio había atacado un campamento de refugiados en su territorio, sin tan siquiera mencionar las embestidas anteriores de un grupo armado cobijado en tierra otomana a un cuerpo de control fronterizo sirio. Solo que en ese entonces, todo quedó en palabras y ahora sí hubo acción por parte de la OTAN: una reunión condenatoria, pero, a fin de cuentas, un paso más. ¿Qué sucederá si en un futuro se repiten acontecimientos como el derribo del caza F-4?

Por el momento, Ankara tildó a Damasco de «hostil». De ahora en adelante ya no tendrá que defenderse de las acusaciones sobre su implicación, para nada constructiva, en el conflicto que desangra a su vecino.

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