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Charles Darwin fue candidato en EE.UU.

Autor:

Juana Carrasco Martín

Ponerse a esta altura a hablar de las elecciones en Estados Unidos podría parecer inoperante o cuando menos aburrido, pero no voy a negar que el tema tiene tantas aristas y de tanta prevalencia que siempre hay algo nuevo que contar o comentar.

Entre ese anecdotario electoral, llamó la atención lo acontecido en el condado de Athens-Clarke, situado al sur del sureño estado de Georgia —y subrayo lo del punto cardinal, porque en la sociedad estadounidense eso significa ser nido todavía de una parte del pensamiento más retrógrado de esa nación.

Un solo candidato —garantía de reelección segura, como ocurre en la mayoría de los comicios a la Cámara de Representantes o al Senado y muestra de la falaz democracia estadounidense—: el republicano Paul Broun, elegido del movimiento Tea Party, donde se agrupa lo más conservador y antediluviano del pensamiento estadounidense, rancio, intolerante y anticientífico…

Pero de pronto salió un contrincante inesperado cuando un biólogo de la Universidad de Georgia, Jim Leebens-Mack, decidió lanzar en ese condado, a otro candidato. Solo que los votos no contarían en los registros públicos, porque solo se reconocen los «candidatos certificados y calificados oficialmente», según decía AFP; por lo tanto Broun obtuvo el ciento por ciento de las boletas consideradas válidas.

El nombre del opositor es harto conocido y respetado en el mundo: Charles Darwin, y obtuvo al menos 4 000 votos de los ciudadanos sensatos de Athens-Clarke. Por supuesto, esos fueron votos de castigo a la ignorancia de Broun, un obcecado seguidor de la teoría creacionista del universo —pensamiento para respetar como cualquier otro, si no lo llevara al extremo mayor y fuera tan intolerante.

En octubre, en un largo discurso en un banquete en la Iglesia Baptista de la Libertad en Hartwell, Georgia, dijo: «Toda esa basura que se enseña sobre la evolución y la embriología y la teoría del Big Bang, todas esas mentiras salen de la boca del Infierno». Y agregó: «Yo no creo que la tierra sea más vieja que 9 000 años. Yo creo que fue creada en seis días como conocemos…».

Una vocera de la campaña republicana dijo a la CNN que Broun había «hablado off the record a un gran grupo de la iglesia sobre sus creencias personales y en temas religiosos».

No tendría tanta importancia su criterio personal, si no fuera que Broun es el miembro de mayor jerarquía del Comité de Ciencia de la Cámara de Representantes, aunque sea difícil entender eso, y es fácil de imaginar su no reconocimiento del cambio climático y el deshielo del planeta; imagino que debe negar la necesidad de la energía limpia y renovable frente a los combustibles fósiles, y la importancia científica de las células madre; temas todos en discusión en Estados Unidos. En junio de 2010, cuando explicó sus razones para votar contra la legislación del cambio climático, aseguró que el concepto era una conspiración de ciertos miembros de la comunidad científica.

Por cierto, en ese Comité de Ciencia de la Cámara de Representantes de EE.UU. también se sienta el republicano por Montana, Todd Akin, quien el mes pasado se ganó los titulares y el rechazo de las mujeres norteamericanas sensatas cuando sugirió que las mujeres no podían quedar embarazadas de una «violación legítima» porque sus cuerpos tenían maneras de evitarlo.

Ambos son parte activa del ultraconservador movimiento del Tea Party, que no necesita mucho esfuerzo para demostrar más que ignorancia. Recordemos a una de sus íconos, la ex candidata republicana a la vicepresidencia en las elecciones de 2008, Sarah Palin.

La asombrosa membresía hizo comentar al educador científico Bill Nye que era deprimente tener a esa escuela de pensamiento representada en el Comité de Ciencias de la Cámara. Y en un correo electrónico enviado a la publicación The Huffington Post, Nye aseveró tajante: «Desde que el futuro económico de Estados Unidos depende de nuestra tradición de innovación tecnológica, los puntos de vista  del representante Broun no están en el interés nacional. Él está, desde mi medida, no calificado para tomar decisiones sobre ciencia, espacio y tecnología».

Y créalo o no, queda otro dato que califica de sorpresa insólita: el representante Broun tiene un diploma de bachiller en Ciencias de Química de la Universidad de Georgia, y luego obtuvo su grado médico del Colegio Médico de Georgia. Y dicen sus datos personales que desde 2002 mantiene su práctica médica solamente por llamadas a la casa…

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