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Ucrania a la puerta de la balcanización

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

La olla ucraniana no aguanta más, su explosión es casi una certeza. Ese país del este de Europa se encuentra a las puertas del desmoronamiento del Estado, de su balcanización.

Se trata de un proceso que estalló el pasado 22 de febrero con el golpe de Estado dado por la élite neoliberal, aliada a los elementos neofascistas, que resultó en el derrocamiento del presidente Víktor Yanukovich. Desde entonces, este país, movido históricamente por fuertes tensiones internas, que pasan por el enfrentamiento entre un proyecto de nación europeísta y otro que mire hacia Moscú, quedó definitivamente fragmentado.

La reciente ola represiva de las autoproclamadas autoridades de Kiev promete conducir a la nación hacia el caos interno, que ya es visible en todos los sentidos: político, económico y social.

Los sectores de ultraderecha, los fascistas y los oligarcas corruptos que conforman la nueva administración, no cuentan con el respaldo ni el arraigo de una parte importante del país. Las protestas en provincias y ciudades del este develan la carente legitimidad de quienes pretenden gobernar e imponer su mando a golpe de represión.

En las calles de Donetsk, Dniepropetrovsk, Járkov, Lugansk, Mariupol, Nikolaev y Odessa, muchos exigen una federalización y el respeto de sus derechos, entre ellos la ley de idiomas regionales, suspendida por la Rada Suprema (Parlamento).

Para colmo, a la debacle política se suma la grave crisis económica, que si bien ya existía desde el Gobierno de Yanukovich, y mantenía descontenta a la ciudadanía, ahora podría incrementar su impacto en las grandes masas, pues la nueva administración da pasos que atizarán aún más el disgusto popular.

Al aceptar la «ayuda» financiera del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kiev debe emprender una ola de privatizaciones y reducciones en gastos sociales, lo que empobrecerá aún más a grandes sectores de la población.

Recordemos que el catalizador de la intervención occidental en la crisis ucraniana fue precisamente la negativa de Yanukovich a asociarse a la Unión Europea porque esa integración traería más pérdidas —entre ellas los programas de ajustes— que ganancias, y por tanto prefirió negociar con Rusia un acuerdo favorable que no tuviera el costo social, político y económico que venía en el paquete de Bruselas.

Al parecer, la tensión solo puede ir in crescendo. Ninguno de los «nuevos amigos» de Ucrania le ha llamado la atención a las autoridades por los desmanes y excesos que cometen contra los manifestantes del este del país.

Por el contrario, se especula sobre la influencia que pudo haber ejercido la CIA en esta decisión, pues el pasado fin de semana el director de esa agencia estadounidense de espionaje y guerra sucia, John Brennan, estuvo en Kiev, y pudo haber sugerido acabar con las protestas.

En sintonía con ello están las declaraciones de los voceros Jay Carney, de la Casa Blanca, y Jen Psaki, del Departamento de Estado, quienes justificaron la represión, y hasta la calificaron como correcta.

Por otra parte, los gobernantes parecen ir hasta las últimas consecuencias. El comandante de la operación que el martes causó varios muertos y heridos en Donetsk, dio la orden de «aniquilar» a los milicianos pro rusos que persistan en la defensa de su territorio.

Lo lógico sería que se entablara un diálogo nacional, pero Kiev responde con el despliegue de tropas. Ni siquiera escucha.

El odio está a flor de piel, y muchos políticos se encargan de azuzarlo. La ex primera ministra Yulia Timoshenko exhortó a la creación de un movimiento de «resistencia» ante lo que ella llama agresión de Rusia. Este grupo, de acuerdo con la propuesta de la oligarca, debe estar integrado por militares, agentes de la ley y ex representantes de los servicios especiales de inteligencia; estarían autorizados a usar armas, y coordinarían sus acciones con el Ministerio de Defensa y del Interior.

Hay que tomar las armas e ir a matar a los katsap (apodo despectivo dado a los rusos en Ucrania), junto con su líder, dijo a finales de marzo, según un video de una conversación telefónica que sostuvo con el ex viceministro de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Néstor Shufrich.

«¡Yo misma estaría dispuesta a agarrar una metralleta e ir a disparar a ese bastardo en la frente!», dijo Timoshenko en aparente alusión al Presidente ruso, Vladimir Putin.

Estamos hablando de una mujer que tiene pretensiones de competir por la presidencia de Ucrania.

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