Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La crisis del imperio

Autor:

Armando Hart Dávalos

Esta cuestión es la clave del mundo en que vivimos. El hemisferio occidental, desde Alaska hasta Chile, es el único que tiene posibilidades de salvar a nuestra especie de los peligros que la amenazan. A estos efectos, es indispensable hacer contacto con el pueblo norteamericano a fin de enfrentar la crisis que vive la humanidad.

Cuando un miembro de nuestra familia está en graves riesgos, todos nos unimos para salvarlo. El pueblo norteamericano, por primera vez en la historia, puede ejercer influencia sobre su decadente Gobierno. Por eso, pido una reflexión sobre esto.

En el momento de fenecer o en el proceso final de su existencia, todos los imperios emprenden acciones desesperadas para tratar de detener lo inevitable. El imperio hegemónico, ansioso por perpetuar su dominación a toda costa, acude a violaciones flagrantes del derecho internacional y a la amenaza del uso de la fuerza, y no vacila en emprender agresiones a gran escala con el propósito de asegurar la explotación y el saqueo de los recursos naturales en todo el mundo, en especial de los energéticos. Ha echado por la borda los principios en los que dijo sustentarse la moderna civilización, al poner en marcha un programa de vigilancia masiva que desconoce derechos fundamentales de los ciudadanos a la privacidad y lleva cabo un sistema de espionaje a escala planetaria, que incluye, desde luego, a sus aliados más cercanos, violando flagrantemente la soberanía de los Estados.

Hoy, los peligros que se ciernen sobre la humanidad en su conjunto son mucho mayores a partir de la toma de conciencia en sectores clave del poder en Estados Unidos, cuya influencia y protagonismo mundial van en declive, por lo que intentan recuperar, a toda costa, el terreno perdido en las esferas económica y política, apelando a una impresionante maquinaria bélica mantenida a costa de fabulosos gastos militares en pugna con los programas sociales de beneficio popular. Está probado por la historia de la humanidad que los grupos de poder de las sociedades clasistas actúan movidos más por intereses coyunturales que por los intereses estratégicos del sistema.

Esto quedó evidenciado en la reciente crisis entre el presidente Obama y los sectores más derechistas del Congreso en torno al aumento del techo de la deuda que le permitiría cubrir los gastos que se derivan de sus déficits fiscales, que reflejan los problemas estructurales de la economía norteamericana con su balanza comercial desfavorable y el descenso de su Producto Interno Bruto. Esto trajo como consecuencia la paralización del Gobierno, provocó cuantiosos daños a la economía de la nación y afectó su credibilidad financiera en el mundo.

Los siete mil millones de personas que habitan ya nuestro planeta viven bajo el peligro real y permanente de que nuestra especie no pueda sobrevivir a causa de una catástrofe ecológica de enormes proporciones, provocada por la irracionalidad del sistema capitalista, o de guerras devastadoras que rompan el equilibrio, cada vez más precario, que hace posible la vida sobre el planeta Tierra.

Martí, con su visión latinoamericana, caribeña y universal, nos da una vez más la clave para hacer frente a los retos que hoy tiene ante sí la humanidad. Nunca se había visto una situación como la que hoy tiene lugar en el seno del propio imperio con los movimientos de indignados Ocupa la Casa Blanca, Wall Street y otros, así como con los procesos de rebeldía nunca vistos en ese país. Hay dos Estados Unidos y debemos unir fuerzas con aquellos que en su seno luchan por un mundo de paz, por cambiar el orden impuesto por el poder financiero y la maquinaria de guerra que controlan el Gobierno. Así lo apreció Martí, el Apóstol de nuestra Patria cuando afirmó: «Amamos a la Patria de Lincoln, tanto como tememos a la Patria de Cutting». Aludía a un oscuro aventurero que intentó ocupar una parte del territorio de México.

A más de cinco décadas del triunfo de la Revolución, siento que nuestra generación, la del centenario del natalicio de José Martí, está ganando su batalla histórica contra el imperialismo, y esta victoria se obtiene para Cuba y también para América y el mundo. Pero, al mismo tiempo, no podemos dejar de considerar que los sectores más agresivos del establishment tratan por todos los medios de recuperar su antiguo control hegemónico y no dejan de fraguar acciones, junto a las oligarquías locales, para derrocar Gobiernos democráticos e incrementar las bases militares y el despliegue de su maquinaria bélica en la región.

En cuanto a Cuba, se advierte que la política norteamericana contra nuestro país está herida de muerte, se gesta una etapa de mayor sutileza y rigor en el combate que nuestro pueblo tiene que dar y dará por la plena integridad e independencia de la nación.

El imperio yanqui seguirá cambiando sus maneras de intentar imponer sus designios a la nación cubana, pero, en esencia, mantendrá el mismo propósito. Las nuevas formas revolucionarias de luchar en defensa de Cuba tomarán nuevos alcances y sutilezas, estarán cargadas de peligros, pero estos riesgos —como ya hemos visto— no son solo para nuestro país, sino también para el mundo.

Aunque el secretario de Estado, John Kerry, declarara recientemente que Estados Unidos dio por terminada la Doctrina Monroe, lamentablemente continúan imponiendo sanciones a los que realizan operaciones económicas con nuestro país, dictando normas de conducta para los países de la región e intentando imponer descalificaciones a partir de patrones anclados en el pasado.

Vivimos tiempos de graves convulsiones financieras, de auge del terrorismo, de crecimiento de los negocios de la droga, de desorden generalizado, etc. ¿Cómo hacemos los cubanos para estar a la altura de nuestras responsabilidades históricas? Tenemos que contribuir a unir esfuerzos, sin distingos ideológicos o credos, para relacionarnos con el pueblo norteamericano a fin de derrotar los sectores que en esa sociedad están empeñados en resolver, a través de la guerra, los conflictos que enfrenta la dominación imperialista en numerosos sitios del planeta.

Hay que tener muy en cuenta que el momento en que estamos viviendo es radicalmente diferente al de décadas anteriores. Y Cuba tiene una cultura con enorme potencialidad para continuar su camino a favor del ideal de redención universal del hombre y de la justicia para todos, lo que nos representamos en el socialismo. De ahí la importancia de exaltar los valores éticos y culturales presentes en nuestra historia de más de dos siglos.

Debemos trabajar para evitar el conflicto innecesario entre las dos secciones del hemisferio occidental enfrentadas históricamente y contribuir de esa forma al equilibrio del mundo. Para todo esto se exige la plena independencia de Cuba, las Antillas y la América de Bolívar y Martí. Esa es nuestra aspiración de ayer, de hoy, de mañana y de siempre.

Hagamos un estudio de la historia de Cuba y de los acontecimientos y figuras más importantes desde José Agustín Caballero hasta los Cinco Héroes.

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