Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Encandilamiento

Autor:

Nelson García Santos

Viajar de noche, obviamente, encierra más peligros y requiere el mayor cuidado de los conductores, que deben hacerlo con el máximo de precauciones.

De la oscuridad puede surgir cualquier imprevisto, como esos animales que se han interpuesto a un vehículo y ocasionan un accidente. O simplemente un bache en la vía, de los que abundan, capaces de desencadenar una tragedia.

Si se transita por carreteras de solo dos sendas, la mayoría en el país, entonces habrá que hilar más fino para evitar un hecho lamentable, porque a menor visibilidad, indiscutiblemente aumentan los riesgos.

Está comprobado que determinados percances del tránsito durante la noche o madrugada se deben a que los conductores se quedan dormidos.

A ello contribuye, cuando se viaja en automóviles, la costumbre de los pasajeros de quedarse dormidos plácidamente, en vez de, como resulta aconsejable, estar atentos también a la carretera e incluso a dialogar con el conductor.

Los que viajan deben advertir a los choferes si notan que incurren en un proceder temerario. ¿Quién, por ejemplo, no ha apreciado al viajar que muchísimas veces transitan a más de 90 kilómetros por hora, mientras llevan puesta una sola mano sobre el timón? Es ese un proceder peligrosísimo, porque si sobreviene un reventón de una goma, solo un milagro posibilitará controlar el carro.

Hace unos años, un grupo de periodistas que regresábamos de cubrir un evento salimos ilesos cuando al ómnibus en que viajábamos se le reventó el neumático delantero. Aquel chofer, por suerte, llevaba bien agarrado el timón y pudo controlar el vehículo con un gran esfuerzo. ¡Qué clase de susto!

A los riesgos mencionados debemos agregar otro, realizado con plena conciencia, que pone en riesgo la existencia del ejecutante de la temeraria acción y la de los que nada tienen que ver con el hecho.

Basta viajar de noche para comprobar que hay una gran cantidad de conductores que no cambian la luz larga, que encandila, cuando el carro que viene de frente se lo solicita.

Jamás conmutan a la corta, a pesar de ser pedido una y otra vez. El más inteligente termina por aminorar la velocidad hasta casi parar, mientras el otro pasa como un bólido.

Pero los hay que aceptan el reto, ¡qué disparate!, y mantienen también la luz larga, y sabemos que muchos accidentes se han provocado por el roce entre dos vehículos en el cruce por un encandilamiento.

Hace un añejísimo tiempo, siendo un joven, un experimentado chofer me aconsejó que si quería manejar de noche con mayor seguridad, dejara pasar un carro que fuera a una velocidad moderada y continuara detrás de este a cierta distancia. De esta forma te va abriendo el camino. ¡Ah!, pero jamás lo hagas con la luz larga, pues molesta mucho al que va delante al reflejarse en el parabrisas y los retrovisores.

Transitar en la noche supone una mayor tensión porque requiere de una superior concentración. Entonces lo más sensato está en evitar esas imprudencias que pueden acabar con la vida de cualquiera.

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