Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Primaveras antipolio

Autor:

Julio César Hernández Perera

El 6 de agosto de este año se cumple el aniversario 60 de la presentación de los resultados de la primera vacuna efectiva y segura contra la poliomielitis. Fue hecha por el doctor Jonas E. Sank y publicada en la revista médica norteamericana Journal of the American Medical Association (JAMA).

Existe otra celebración relevante, en este caso nacional, relacionada con la lucha contra esa enfermedad —también conocida como poliomielitis anterior aguda, fiebre polio vírica, parálisis infantil o enfermedad de Heine-Medin—, la cual también merece recordarse en este 2015. Resulta simbólico, por cierto, que se hiciera en la estación primaveral, justo antes del verano, período en el que aparecían con mayor frecuencia los brotes de poliomielitis en Cuba.

El 9 de mayo de 1995, durante las celebraciones por el Día Mundial de la Salud, la doctora Mirtha Roses, directora asistente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), entregó a Fidel en el Palacio de la Revolución los documentos que glorificaban a Cuba como «Territorio libre de poliomielitis». La certificación había sido refrendada meses antes, el 7 de noviembre de 1994, por la citada oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En aquel solemne acto, la doctora Roses dijo que le enorgullecía llegar a Cuba para entregar en manos del líder histórico de la Revolución el reconocimiento dirigido al pueblo cubano por ser pionero en la erradicación de la poliomielitis en las Américas. Reconoció, además, la hazaña acometida por la Isla en el año 1962, durante la Primera jornada de vacunación, cuando se utilizó la estrategia de vacunación por campaña contra la terrible enfermedad y confluyeron muchos esfuerzos y deseos, hecho calificado por expertos como un modelo para el resto del mundo.

Muchos de los cubanos de hoy desconocemos la poliomielitis. La vemos como un mal lejano, aunque la historia de su total erradicación en nuestro país tiene menos de cuatro lustros.

La afección es causada por un virus llamado poliovirus, el cual afecta principalmente a los niños y es capaz de dejar secuelas importantes (parálisis) y muertes. No existe tratamiento efectivo cuando se presenta, y sí puede evitarse mediante la vacunación.

Los primeros casos reportados en Cuba con poliomielitis fueron aislados y se remontan al año 1898 en la ciudad pesquera de Caibarién y en la entonces llamada Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud. La primera epidemia de la enfermedad sucedió en 1909 en la ciudad de Santa Clara y en poblados cercanos a esa urbe. A partir de aquel entonces los estivales y periódicos brotes epidémicos sobrevenían unos tras otros; y con ello, la estela de incapacidad y muerte que enlutaba a muchas familias.

El último brote de poliomielitis se presentó en Cuba en 1961 y hasta ese año se llegaron a registrar cerca de 4 000 casos, de los cuales poco más de 3 000 niños quedaron paralíticos y más de 400 murieron. Tal panorama era consecuencia del desinterés gubernamental y de la política de salud pública incompetente que había regido antes de 1959.

Con el triunfo de la Revolución se tomó conciencia real del problema. Fueron diseñadas estrategias coherentes para el control de la enfermedad, a partir de campañas anuales de vacunación iniciadas en 1962 con el apoyo de todos.

En aquellos comienzos de 1961, se contó con la asistencia técnica del jefe de Epidemiología y Microbiología de Checoslovaquia, doctor Sacek, quien era miembro del grupo de expertos de Microbiología de la OMS.

Con la Primera campaña antipolio —en el año 1962— se logró una cobertura de vacunación del 80 por ciento de la población. Eso representó que cerca de dos millones de niños cubanos desde un mes hasta los 14 años, 11 meses y 29 días de edad, se inmunizaran contra la poliomielitis.

El impacto de la Campaña resultó incuestionable: dejaron de aparecer brotes epidémicos y no hubo más muertes por culpa de la enfermedad. Una vez más la historia probaba que la unión —lograda por el esfuerzo interdisciplinario e intersectorial— propiciaba la fuerza para vencer.

Según algunos pronósticos epidemiológicos, desde 1962 hasta 1970 se evitaron en Cuba cerca de 1 200 casos de parálisis y 200 muertes a causa de la polio. Esas batallas fueron primaveras contra la enfermedad, que no deben olvidarse, pues a pesar del tiempo transcurrido, existen en el planeta regiones donde la poliomielitis sigue cobrando vidas. Es una realidad triste y vergonzosa, aunque para nosotros sea asunto del pasado.

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