Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Gracias Fidel por la libertad

Autor:

Yusuam Palacios Ortega

Hubo de citar a Martí, como ya se vuelve costumbre, en sus discursos sobre Cuba y la relaciones con Estados Unidos. Sabe que el Héroe Nacional de los cubanos es un verdadero referente y quiere, lógicamente, ganar adeptos en la Isla de la Dignidad. ¿Para qué? No es difícil imaginarlo: cambiar la imagen agresora, dura y negativa que ha mostrado el Gobierno de los Estados Unidos al pueblo cubano, por otra caracterizada por la «buena vecindad» y hasta la «hermandad», como dijo en su más reciente discurso del 22 de marzo en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el presidente Barack Obama, donde se dirigió al pueblo de Cuba a propósito de su visita oficial.

Cita a Martí y lo asocia al tema de la libertad, nos recuerda incluso alguna frase del Apóstol relacionada, empero es evidente que no lo conoce o, como suele pasar, hay cosas que debe cercenar del pensamiento emancipador de Martí, pues no resultan convenientes para su estrategia de transmisión de los valores del capitalismo en Cuba. ¿Por qué no dice que Martí vivió el tiempo suficiente en Estados Unidos para conocer sus entrañas, las del monstruo como le escribió a su amigo Manuel Mercado?, ¿por qué no habla del humanismo, latinoamericanismo y vocación de justicia del Maestro?, ¿por qué no dice que Martí fue antimperialista y criticó el modelo «democrático» que había conocido en Norteamérica?; donde derechos políticos solo tenían los hombres blancos, instruidos y adinerados, donde la crisis de los partidos se hacía evidente entonces (siglo XIX), donde la injusticia cubría como velo distintivo la sociedad norteamericana, de corrupción, huelgas, exaltación por lo material; temerosa y lastimada por una falsa prosperidad basada en la posposición del sentimiento a la utilidad.

Habría que recordarle al presidente Obama que cuando José Martí habla de libertad, lo hace pensando en la verdadera independencia de su patria, en el más profundo sentimiento de amor, el mismo que motivó a Carlos Manuel de Céspedes a iniciar la guerra de liberación en 1868, que nos entregó mujeres y hombres dignos dispuestos a morir por la libertad de la patria, porque «la libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio»1. El mismo sentimiento que nos hizo triunfar el 1ro. de enero de 1959; el que hace 55 años nos unió para proclamar el carácter socialista de la Revolución.

¿Cómo habla Obama de libertad desde el pensamiento martiano desconociendo que el propio Martí sostuvo que Cuba debía ser libre de España y también de los Estados Unidos?, reflexión martiana que nos muestra el porqué debíamos ser libres del Norte, como el Apóstol llamó. «…el Norte ha sido injusto y codicioso; ha pensado más en asegurar a unos pocos la fortuna que en crear un pueblo para el bien de todos (…). En el Norte se agravan los problemas y no existen la caridad y el patriotismo que los pudieran resolver. Los hombres no aprenden aquí a amarse, ni aman el suelo donde nacen por casualidad, y donde bregan sin respiro en la lucha animal y atribulada por la existencia. (…) Aquí se amontonan los ricos de una parte y los desesperados por otra. El Norte se cierra y está lleno de odios. Del Norte hay que ir saliendo. Hoy más que nunca cuando empieza a cerrarse este asilo inseguro, es indispensable conquistar la patria…».2 Sobran las palabras para entender que un modelo como el que nos describe Martí en esta reflexión no era ni será jamás conveniente para Cuba. Nuestra historia nos lo ha enseñado, por eso no podemos olvidarla ni permitir que nos la desmonten. Y entonces, de qué libertad nos habla Obama, si ya nosotros somos libres tanto de España como de los Estados Unidos.

Cuando habla Martí de libertad nos devuelve la condición humana que nos hace ser cubanos, emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; he ahí una de las claves para la victoria revolucionaria enseñada al pueblo por quien mejor interpretó a Martí, un hombre de una cultura de hacer política extraordinaria, el Fidel de los cubanos, de los hermanos y amigos de verdad, de los hombres y mujeres que cultivan la dignidad plena de los seres humanos.

La libertad precisa, en la Cuba nuestra, de la hora actual, heredera de las tradiciones de lucha del pueblo, de los valores y principios martianos; la salvación del ser humano desde lo cultural, dotando al pueblo de la capacidad para ejercer su criterio, para el ejercicio del pensar por sí, para defender la cultura y las ideas. La Revolución Cubana se fundamenta en estos valores: como lección martiana, de que ser culto es el único modo de ser libre. Tendríamos que preguntarle a Obama si el capitalismo, o los propios Estados Unidos, garantizan cultura para todos; seguramente que no, menos aún libertad.

Habría que compartir con el presidente Obama, que cita a Martí y habla de libertad, que el 25 de marzo de 1895, el Apóstol en carta a su amigo Federico Henríquez y Carvajal, escribía: «Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo»3. He ahí también su concepto de libertad. No podemos confundirnos, ello pasa por no ser complacientes con un discurso, que lejos de conmover al pueblo cubano, debe abrirle más los ojos, desde esa condición martiana de vigilia perpetua, con la pupila insomne de Villena, el antimperialismo de Mella, del Che, de Fidel. La libertad se la agradecemos a él, a nuestro Comandante en Jefe, quien salvó la patria de la humillación, el dolor infinito y el crimen de lesa humanidad que significa el imperialismo.

Al pueblo heroico de Cuba le dio Fidel armas ideológicas fuertes para salvar la cultura y las ideas, para enfrentar la guerra de pensamiento que se nos hace de manera desenfrenada, mezquina y carente del más mínimo respeto. Gracias Fidel por la libertad, no necesitamos otra, somos hijos de la Revolución, la vivimos, la empujamos como empuja el poeta su país para que sea mejor; la vivimos en su intensidad y la defenderemos tan decorosos como la llama del Perú que se echa en la tierra y se muere cuando el indio le habla con rudeza, o le pone más carga de la que puede soportar; o el elefante que no quiere tener hijos cuando vive preso; tan hidalgos como el Quijote y tan heroicos como el Che.

1-Ver Lectura en la reunión de emigrados cubanos, en Steck Hall, Nueva York, enero 24 de 1880.

2-Ver artículo La crisis y el Partido Revolucionario Cubano, Patria, agosto 19 de 1893.

3-Ver Carta a Federico Henríquez y Carvajal, Montecristi, marzo 25 de 1895; en José Martí, Epistolario, Tomo V, 1895.

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