Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una Canción, una imagen, un sentimiento

Autor:

Roberto Díaz Martorell

Me imagino que a muchos le pasó igual y vibraron al escuchar la canción Cabalgando con Fidel, del cantautor cubano Raúl Torres y que interpretan además, Eduardo Sosa, Luna Manzanares y la joven Annie Garcés, porque su música y letra estremecen cada una de las fibras más sensibles del ser humano que ama y amará al Comandante en Jefe.

Me declaro en estas líneas ADMIRADOR, así en mayúsculas, de Raúl Torres y su grupo de trabajo que incluyó la trompeta de Yasek Manzano y figuras encumbradas de la cultura nacional como Pancho Amat, José María Vitier y el maestro Enrique Pérez Mesa, no solo por la sensibilidad de crear un tema tan especial dedicado a Fidel, sino por la capacidad de musicalizar el instante.

Admiro también cómo en pocas horas lograron captar e interpretar de manera exacta el momento de la muerte, el dolor y la resistencia de una nación por no aceptar la partida de su líder y la proyección espectral —casi divina— de la partida eterna.

La idea de convocar, desde la música, la lírica y los sentimientos más sublimes del artista, a todos nuestros Héroes Alados de la historia de Cuba para acompañar a Fidel en su cabalgata hasta la Gloria, nos abrió el corazón a todos al punto de que me atrevo a asegurar que cada cubano que ya hizo suya la canción, sintió como yo, que llevaba las bridas del corcel al frente de la caravana.

Y esa imagen mística nos enterneció a todos. El Che, Celia, Vilma, Camilo, Almeida, Abel y Martí… en las últimas estrofas afianzan la espiritualidad de un pueblo que se sabe, y se sabrá siempre, cuidado, conducido, orientado y bendecido por sus mártires, un compromiso vital con la continuidad de la Revolución, un proyecto pensado para nosotros.

El simbolismo de Caballo, la alusión a Fidel desde la familiaridad de «padre mío», la demanda popular de no soltar su mano para seguir andando victoriosos y la firme convicción de que extrañaremos sus hazañas, que son también nuestras, hacen de la metáfora «hoy el corazón nos late afuera», una imagen muy real.

Más que una canción de despedida o de tributo eterno, la recomiendo como una canción de amor, de fidelidad, donde se expresa el más genuino agradecimiento a un hombre cuyo propósito en vida, fue y será, proporcionarnos un país digno, rebelde, solidario con el resto de los pobres de este mundo, pero sobre todas las cosas, un país nuestro.

Seguro estoy que la cantaremos siempre, como la cantamos durante estos aciagos días de recorrido nacional de sus restos hasta la morada eterna junto a José Martí, porque será el antídoto cultural para la desmemoria, el aliento para la parada necesaria ante la duda y el impulso rebelde que nos dará las respuestas a futuros conflictos y decisiones.

Como cubano agradezco infinitamente vivir en un país que forma a profesionales de la cultura de la talla de estos artistas, frutos también del proyecto social que decidimos acompañar y defender desde 1959 junto a Fidel, capaces de regalarle a un pueblo una canción, una imagen y un sentimiento.

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