Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Batallas

Autor:

René Camilo García Rivera

Cuando en Cuba se ve un molote de gente solo caben dos preguntas: «¿qué están vendiendo?» o «¿quién está ahí?». La primera se descubre por las malas caras, por el hastío de la espera; la segunda se revela por el alboroto. La Feria del Libro resulta un raro caso donde pueden converger ambas razones: que un escritor de fama venda un libro es causa suficiente para la apoteosis.

Las apacibles salas de presentación, donde con frecuencia reinan los bostezos, pueden convertirse en campo de batalla. Basta el simple rumor —cierto o falso— de «que son pocos ejemplares y pueden acabarse». El pánico salta de fila en fila con más habilidad que Iván Pedroso. La adrenalina se dispara. Los presentes se sienten como corredores de 100 metros en la línea de arrancada, en espera del disparo que los acerque al objetivo. Una arrancada en falso es bochornosa. Si te demoras demasiado te puedes quedar con las manos vacías. ¿Qué hacer?

Bajo presión, a veces, la gente actúa un poco raro. Ahí se nota el temple, el verdadero autocontrol. Sobre todo cuando estás en primera fila, el autor no termina de hablar y la cola crece a tus espaldas. «Son pocos libros», recuerdas; «se van a acabar», piensas. Sudas frío y te avergüenzas, pero avanzas frente a la vista de todos. Las miradas inquisidoras del público educado son aguijonazos. Por suerte cuando llegas al final, frente a la mesa de ventas, encuentras un montón de correligionarios que te aúpan. Entonces lamentas no haberte decidido antes, porque la barrera humana es más infranqueable que el muro entre Estados Unidos y México. Ahí el destino lo define la suerte antropométrica…

El flaco alto a mis espaldas tiene ventaja. Estira el brazo por encima de todos, como un pertiguista en pleno vuelo, con el billete en la punta de los dedos. La viejita de al lado, la pobre, no tiene chance: se empina y apenas llega al mostrador, el tumulto la aplasta. En el jaleo, después de la lucha cuerpo a cuerpo, consigo el libro. Me siento dichoso. Tomo un respiro y me preparo para el siguiente round. Ahora el escritor comenzó a firmar los ejemplares.

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