Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

A propósito del Con todos, y para el bien de todos

Autor:

Yusuam Palacios Ortega

Es preciso que se esclarezca, una vez más, qué significa la frase martiana Con todos, y para el bien de todos, que marca esencialmente el sistema nervioso central del pensamiento liberador y fundador de José Martí. La hora actual de Cuba es de profundo debate ideológico y cultural; y nuestras armas, las de los verdaderos revolucionarios, son las ideas y la fuerza de la verdad y la moral. Es habitual que algunos ignorantes, impacientes o enfermos de yanquimanía, tergiversen, descontextualicen o manipulen el pensamiento de Martí, para ganar adeptos en la tortuosa idea que los mueve de destruir la Revolución Socialista, fraguada con la sangre y el sacrificio de millones de hijos de la Patria.

Como saben que Martí es un símbolo para la Isla de la Dignidad, toman sus frases y le cambian el sentido, pretenden legitimarse en la sociedad nuestra, en la opinión pública y, sobre todo, en los jóvenes, con argumentos burdos y carentes del más elemental sentido de la eticidad, de la crítica como ejercicio del criterio, del pensar por sí. Sin atormentarnos hay que responder, con la verdad, sin exagerar ni caer nosotros en el juego mezquino de los nuevos mercenarios, los que son pagados por el imperialismo para ofender la Revolución.

Con todos, y para el bien de todos es de esas frases que el enemigo ha utilizado para sus fines malogrados. Como sentencia lapidaria, nos convoca Martí, a poner alrededor de la estrella; que nos guía, ilumina, fortalece, cubre de optimismo revolucionario y esperanza fraguada en el deber de servir en la bandera nueva, su fórmula del amor triunfante: Con todos, y para el bien de todos. Esa es la esencia del proyecto martiano de república que había que fundar en Cuba una vez alcanzada la independencia. Porque nuestra república no podía mantener las bases coloniales que padecía, y mucho menos asimilar la propuesta «democrática» capitalista que conocía Martí desde Nueva York. Un modelo no compartido por Martí, alejado de la misión de Cuba de proclamar una república que tuviese, como su primera ley, el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.

He ahí una idea esencial, esta frase contentiva del discurso martiano Por Cuba y para Cuba, del 26 de noviembre de 1891, en Tampa, forma parte de la crítica que hace Martí al modelo norteamericano, que no compartía para Cuba, desde lo político, social, económico y, sobre todo, cultural. Parte Martí de los derechos para todos, empero, y ahí se inscribe la condición martiana, hay que ser en primer lugar patriota, servirle a los demás, ser digno; que en la Cuba nuestra significa defender el carácter socialista de la Revolución proclamado el 16 de abril de 1961 por Fidel. Y nuestra Constitución así lo proclama, es ley el Socialismo en Cuba y ello se conecta indiscutiblemente con la primera ley consagrada en la Carta Magna de la nación: el culto a la dignidad plena del hombre.

¿Y cómo se traduce esta idea martiana a la luz de hoy, en una Cuba que tiene que seguir defendiendo su condición antiimperialista, humanista y ética? La dignidad plena de los seres humanos, su culto y respeto, su garantía, deviene en basamento fundamental de la concepción martiana de república. Trabajamos en Cuba, desde el triunfo de la Revolución para las verdades que pedía el Maestro, para que todos tuvieran derechos (igualdad social, justicia, equidad): los hombres y las mujeres, los negros y los blancos; en fin, todos los cubanos. Por eso es su fórmula «Con todos…, empero esta se completa con la acción de todos, para el bien de todos. Quien no sea digno, quien se levante por encima de la Patria, quien no tenga como premisa que “la Patria necesita sacrificios, es ara y no pedestal, se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella”, quien ponga en peligro su integridad, no comulga con este principio martiano y, lógicamente, para esa persona la Patria no es agonía y deber; y la ofende, la vulnera; y, en el peor de los casos, pretende que se le reconozca y legitime su participación con actos contrarrevolucionarios.

Por Cuba debemos trabajar, y para Cuba nuestros mejores sentimientos. Es decir, con la Revolución que desterró el oprobio, que dio vida al pueblo, que dignificó a cada cubano, hasta la muerte por principio. Contra ella ¡nada!; es como matar a la madre que en parto heroico nos trajo al mundo. José Martí y Fidel Castro no sirven a cualquier ideología, nada tienen que ver con las insostenibles garras del imperialismo, con las barbaries fascistas, con elementos desconocedores del humanismo, la vocación de justicia, la eticidad.

El Con todos…, de Martí no es un saco en el que cabe cualquier cosa, mucho menos el neofascista, el neoanexionista, el buscador de protagonismo mediático —desde la práctica del mercenarismo del siglo XXI— y empleado del imperialismo, quien le teme al pueblo de verdad y por tanto, se autoexcluye. Los de esa calaña son incapaces de hacer nada por la Patria, porque lo primero que albergan es el egoísmo, el individualismo, la mentira, lo denigrante de la condición humana.

«O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una gota de sangre de nuestros bravos». Aquí están las claves de la frase martiana; las calles cubanas, las universidades, las fábricas, cada rinconcito de la Patria, cada porción de humanidad en que nos tocó nacer y vemos más de cerca, tiene que ser para los revolucionarios, los que cumplan con la Constitución y su ley primera, los que mantienen incólume su dignidad. Todos tenemos derecho, pero hay un deber elemental de respetar lo que ha perdurado y perdurará siempre, lo que el pueblo cubano ha querido, y no lo que algún grupo endeble ambicione, que ello siempre caerá. Es preciso que se esclarezca, una vez más, qué significa la frase martiana Con todos, y para el bien de todos.

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