Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuba, Sí

Autor:

Norland Rosendo

Cuba, acostumbrada a escribir su historia como una ínsula entre un mar de críticas y agravios, hoy se empina sobre sí misma para dotarse de futuro, a lo martiano: con todos y para el bien de todos.

Tan segura de sí es, que las políticas unificadoras, subyugantes, colonizadoras, empujadas sobre ella con vientos mediáticos de todo tipo, novedosos y de antaño, no le han podido torcer el rumbo, y ella, terca como nació, se renueva y estira buscando un horizonte seguro al que asirse y poner a buen resguardo a sus hijos, los mismos que hoy votan, desde temprano, por su destino. Un mar de Sí es el mejor océano para que Cuba navegue en tiempos de tempestad.

La nueva Carta Magna que se somete a referendo popular este 24 de febrero está hecha a imagen y semejanza de la rebeldía y dignidad de Cuba, y escrita por millones de manos que en sesiones públicas y democráticas en toda la nación asumieron el papel de constitucionalistas que solo un país en Revolución es capaz de otorgarle a su pueblo.

El texto supremo de la Patria, como dijo el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, en su cuenta de Twitter, «ha sido fruto del más colectivo de los ejercicios de pensamiento».

Del Proyecto inicial a la nueva Constitución, hubo cambios en más de la mitad de los artículos, resultado del debate popular y de los consensos. Ningún criterio fue marginado, ni a nadie se privó del derecho de opinar. Porque Cuba, aunque algunos la pinten de un solo color, tiene tanto de rojo como de blanco, negro, azul, verde… Y nos ufanamos de esa policromía, la defendemos y la alentamos. Porque si no, no fuera Cuba.

Podrá alguien pensar que su criterio no aparece en el texto, pero si abarca con la mirada al conjunto, verá un documento que no deja nada al azar, que suma y enriquece. Verá un proyecto renovador de país. Leerá el ideario de Martí y Fidel. Y esas son razones poderosas para votar Sí. Para poner los intereses de la Patria por encima de los personales, si es que en algún punto hubiese divergencias.

La Ley de leyes que hoy tenemos el privilegio de legitimar sintetiza lo más avanzado del pensamiento cubano contemporáneo y universal, sin perder la ruta histórica, sinuosa e imparable desde 1868, que nos ha conducido hasta aquí.

Tiene en su letra y espíritu el respeto a la individualidad, a la dignidad humana, a la igualdad (que no igualitarismo) y condena todo tipo de discriminación. Es la expresión suprema de la justicia social, e incluye los derechos de los niños, adolescentes y jóvenes.

Ajustada a los tiempos actuales, moderna, inclusiva, pensada para que el poder sea más ancho en los municipios, aunque perfectible (¿qué obra humana no lo es?), nuestra propuesta de Carta Magna ha sido vilipendiada, adentro y afuera, por los que quieren, simulada o abiertamente, otro apéndice al estilo de la Enmienda Platt a la Constitución de 1901, que ató Cuba a Washington por la fuerza del chantaje político. O había Enmienda o no había Constitución. Un dilema que la Cuba de hoy no admite, ni admitirá jamás.

Si la de 1976, aprobada en referendo popular el 24 de febrero de aquel año, fue la primera Ley de leyes con carácter socialista en el hemisferio occidental; esta sigue el mismo derrotero, pese a que ahora socialismo es una palabra mucho más maldita que entonces, según los manuales de San Capital.

Pero solo el socialismo salva, y bien los sabemos los cubanos, que asidos a esa ideología tenemos lo que es una quimera para otros pueblos, mucho más ricos, incluso, en recursos.

Votemos Sí. Que es seguir siendo una ínsula «terca», genuina y auténtica. Que navega con remos propios y sabe a dónde va.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.