Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Fabuloso

Autor:

Marianela Martín González

Gracias a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones conversé ayer con mi amigo. Su voz era igual a la del jovencito que perdí de vista hace más de 20 años. Tenía él el timbre y desenfado idénticos de cuando andaba a tropel en una moto y no se perdía una sola rueda de baile, de las conocidas entre cubanos como de «casino».

Recobré la imagen del doctor Luis Enrique Lemus Padrón, el Fabuloso, cuando por la televisión transmitieron la partida de un grupo de médicos de la brigada Henry Reeve rumbo a Lombardía.

Lo mostraron ondeando las banderas de Cuba e Italia, con el mismo ademán radiante con que lo recuerdo paseando por la calle Cuba, en Güira de Melena, con su libreta escolar doblada en el bolsillo, sin el menor signo de preocupación  que provocaban a los que eligieron la carrera más bella y abnegada del mundo las materias básicas.

Desde que él y sus compañeros marcharon a combatir el nuevo coronavirus a Italia, muchos amigos, dentro y fuera de Cuba, aplauden el gesto de este médico, a quien un liberiano llamó «el asesino del Ébola», por su entrega en la cura de los pacientes aquejados por esta peligrosa enfermedad en el territorio de Liberia, en África Occidental.

Cuando quise saber cómo enfrentaba tantos quebrantos lejos de casa —ahora con cero grado Celsius en la zona donde se encuentra trabajando— y en medio de una pandemia que también amenaza a los suyos en la Isla, dijo sentirse seguro de que los médicos cubanos, dondequiera que estén, regresarán victoriosos, porque además de una formación muy sólida cuentan con un entrenamiento probado en escenarios adversos.

Aseguró que sus dos hijos y su papá, que padece de Alzheimer, quedaron bien amparados. Laura, su compañera en la vida, es una magnífica guerrera que siempre cuida de la familia, gracias a lo cual él puede ser un profesional consagrado, lo mismo dentro que fuera de Cuba.

Remarcó que en medio de la batalla contra la COVID-19, se siente fuerte, porque el agradecimiento y el cariño de los lugareños lo reconfortan. Se alimenta bien y respeta todas las medidas de bioseguridad, porque trata con enfermos de edad avanzada que no pocas veces pierden la noción de la realidad que enfrentan debido a enfermedades crónicas.

Esta página de abnegación suma otra historia a su respetable hoja de servicios. Antes de marchar a Lombardía a pulsear con la muerte, el Fabuloso lo había hecho en Liberia, en los cerros de Caracas durante cinco años y en Dominica, donde estuvo salvando vidas cuando el huracán María sembró allí la desolación.

Por llevar en sangre el precepto martiano de que Patria es Humanidad, y por ejercer su profesión en un policlínico artemiseño, sin olvidar jamás el juramento hipocrático que los médicos deben reverenciar, ostenta las medallas Carlos J. Finlay y Aniversario 60 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Ahora, desde un hospital de campaña levantado al costado de uno institucional en la municipalidad de Crema, en Lombardía, en las pocas horas libres que le quedan manda a sus familiares y amigos memes para que rían, e insiste en que se cuiden, que llegará el día en que los abrazos y besos dejarán de ser misiles.

Para estar bien informado sobre su país y los países hermanos sigue las noticias por Telesur. Y cada noche piensa que todo pasa, incluso esta pesadilla que nos devolverá mejores, «porque han sido días para pensar en la fragilidad del ser humano y detenerse en la grandeza de ser solidarios.

«Regresar con el escudo y no sobre el escudo»; y ganarse el epíteto de «el exterminador de la COVID-19», son ilusiones de este hombre de 52 años que se siente eternamente joven. Augura que volverá a celebrar, junto a su hijo Luisito y los amigos, las victorias que les regalará el Real Madrid; y que saldrá por las calles de su pueblo con mucha algarabía, recordando a sus adversarios futbolísticos que lo divino existe y que no es precisamente de color azul-grana. 

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