Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Infodemia

Autor:

Osvaldo Pupo Gutiérrez

El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, dejó sin sueño desde hace varias semanas a los catedráticos de la Real Academia Española, cuando en una reunión de su organismo pronunció el término «infodemia» (un neologismo a todas luces), para calificar la avalancha de fake news que circulan por internet en tiempos de la COVID-19.

Sin embargo, más que discutir sobre el origen de esa palabra o de la pertinencia de su inclusión en la lengua de Cervantes, como han hecho algunos, resulta indispensable alertar sobre las mentiras que navegan en el ciberespacio para causar desinformación sobre la pandemia, ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2.

Como dijo el Director de la OMS, la infodemia es una «enfermedad» mucho más viral que la COVID-19, pero, su «detección» y «tratamiento» dependen de los usuarios detrás de la pantalla. Descubrir qué es falso o verdadero en las redes sociales no es del todo complicado.

No obstante, muchos cibernautas confían en enlaces de sitios desconocidos, comparten imágenes evidentemente manipuladas, renvían cadenas de WhatsApp con informaciones de supuestos expertos en el tema, aceptan solicitudes de personas extrañas, entre otras prácticas incorrectas.

La humanidad, además de combatir la pandemia que ha matado a miles de personas, también debe enfrentarse a las manipulaciones en el entorno digital. Cuba no está exenta del problema: es un país donde más de seis millones de sus ciudadanos se conectaron a internet en 2019, según datos de We Are Social, la agencia británica especializada en tendencias digitales y redes sociales.

Si la COVID-19 hubiera aparecido en 2015, cuando solo accedían al ciberespacio el 30 por ciento de los cubanos según estadísticas del sitio Internet Live Stats, las posibilidades de la desinformación serían menores. No obstante, hoy los medios de comunicación, además de actualizar sobre el enfrentamiento a la enfermedad, deben desmentir con mayor fuerza las farsas sobre la realidad de la epidemia en Cuba.

Pero, ¿cree usted que denunciar las informaciones malintencionadas es una responsabilidad solo de la prensa? Quienes disfrutamos de Facebook, por ejemplo, la red social preferida por los cubanos, como reveló el estudio de la agencia británica ya mencionada, también debiéramos alertar a nuestros contactos y al resto de los usuarios que visualizan las fake news. Comentar, reportar, eliminar de nuestro feed publicaciones evidentemente maliciosas, contribuirá a disminuir el pánico, principal objetivo de quienes colocan esos contenidos en la red.

Internet ha vuelto a enfermar. Se trata de una recaída en un viejo vicio de la red de redes: las fake news. Pero si en otras ocasiones los embustes en el ciberespacio han reavivado conflictos bélicos y diplomáticos, provocado terror en comunidades de diversos países, incluso, situaron a Donald Trump a la cabeza de la primera economía del orbe, el costo esta vez no es menor. La desinformación sobre la COVID-19, orquestada por quienes, por ejemplo, tratan de evitar que los contagiados lleguen a los hospitales, al difundir que se trata de una gripe común, podría sumar miles a la cifra de muertos.

Para Cuba el reto es doble. A las ya habituales campañas financiadas por el Congreso de Estados Unidos, se suman los comentarios, publicaciones, videos, imágenes, que no solo desdeñan la respuesta gubernamental a la pandemia, sino intentan resquebrajar la actitud solidaria de la Revolución con otras naciones necesitadas. Aunque urge alfabetizar digitalmente a los ciudadanos con mayor premura para combatir a estas agresiones online, la vacuna contra la enfermedad digital ya está lista: la certeza de que en Cuba nadie quedará desamparado.

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