Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Me enorgullece Cuba

Autor:

Leticia Martínez Hernández

Yo estoy orgullosa de mi país y no me apena decirlo, mucho menos me escondo para hacerlo. Regreso a Martí en estos tiempos tremendos, de tantas definiciones:

«Yo no sé qué misterio de ternura tiene esta dulcísima palabra, ni qué sabor tan puro sobre el de la palabra misma de hombre, que es ya tan bella, que si se le pronuncia como se debe, parece que es el aire como nimbo de oro, y es trono o cumbre de monte la naturaleza! Se dice cubano, y una dulzura como de suave hermandad se esparce por nuestras entrañas».

Y me enorgullecen los valientes que en la línea roja están robando vidas a la muerte, como superhéroes sin capas, que ven a sus hijos a través de los teléfonos o sencillamente no los ven. Me enorgullecen los que parten y reciben aplausos en otras latitudes, y dicen «asere, ponte bien», en medio de lenguas extrañas. Pero me enorgullecen, además, los que en la cuadra están detrás del primer estornudo; el muchacho que sube hasta mi piso cada mañana y pregunta: ¿Todo está bien con ustedes?

Me aflojan todas las emociones: los universitarios que dejaron sus aulas y andan de traje verde en los centros de aislamiento, haciendo lo que tenga que hacerse en esta hora difícil; el campesino que desvió su camión lleno de viandas hasta el hospital del pueblo, sin que nadie lo pidiera; los mensajeros que llevan a los abuelos su comida de todos los días y pienso en cómo deben sentirse esas canas que tanto han visto cuando escuchan el parte diario y son ellos los que más muertes ponen. ¡Cuánto temor debe habitarles!

Y el cuentapropista que hace máscaras de protección para nuestros valientes; y el que reparte nasobucos por el barrio; y el que convirtió su restaurante en lugar para los más vulnerables; y el que prestó su carro para la urgencia.

Qué tremendo lo de nuestros diplomáticos gestionando cargas solidarias para la Isla maravilla, que contiene la epidemia como en aquellas cargas al machete, con el pecho descubierto y la osadía por delante, porque no le queda más opción que la vida, aunque tenga el agua al cuello.

Y me estremecen quienes dirigen mi país, porque bien temprano vieron el peligro y se pusieron a la vanguardia de esta batalla tremenda. Cuba tiene hoy indicadores muy buenos, comparados con gran parte del mundo. La curva de casos roza el escenario más favorable. Entre todos estamos halando esa curva, aunque algunos sigan dando la nota.

Repito, me enorgullece Cuba y no me esconderé jamás para decirlo.

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