Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Otra vez un Sputnik sobre los cielos del mundo

Autor:

Diego de Jesús Alamino

Cuando el 4 de octubre de 1957 una esfera pulimentada de aluminio de poco más de medio metro de diámetro circunnavegó la Tierra, las ansiadas aspiraciones de la conquista del espacio ultraterrestre se hacían realidad, se inauguraba así  con nombre ruso: Sputnik, la era espacial.

Durante varios días, desde las cuatro largas antenas del Sputnik 1, se recibían en Tierra, los bip bip que confirmaban que la nave estaba en órbita. El hecho por sí mismo resultaba de suma relevancia, pero mucho más lo era que esta nave había sido desarrollada por la subestimada y ninguneada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), por demás aislada detrás de la «cortina de hierro».

El mundo occidental se conmocionó, ¿cómo era posible que «los maléficos y despreciables» rusos hubieran podido realizar tal hazaña científico-tecnológica?, ¿cómo el «oprobioso comunismo» podía dar como fruto tan descollante ingenio? Ya antes, cuando el desarrollo de la bomba atómica, habían articulado el fatídico show de la transferencia de la tecnología nuclear por los Rosenberg, como si fuera posible que en la envoltura de un paquete de gelatina pudiera incluirse tal inteligencia, ahora, ¿qué argumentarían?

Se desencadenó en Estados Unidos la llamada «Crisis del Sputnik», pues se dieron cuenta de que se habían quedado detrás, su primer intento había fracasado; entonces comenzaron una enérgica restructuración de su sistema educativo, en particular en la enseñanza científico-tecnológica y obstinadamente se empecinaron en ganarle a la URSS la carrera espacial.

En condiciones de pandemia, cuando todos andan en una loable carrera por sanar al mundo de la COVID-19, parece que los rusos nuevamente han llegado primero con la vacuna Sputnik V, nombre evidentemente simbólico, que rememora al Programa Sputnik, que solo un mes después, como constancia de no haber sido una casualidad, puso en órbita el Sputnik II y rápidamente se adentró en experimentos biológicos, como el de la perra Laika.

Rusia, como ha pedido la Organización Mundial de la Salud, está dispuesta a poner a disposición del mundo su vacuna, mientras desde Estados Unidos, se trata de monopolizar la cura y se empeñan en campañas de desacreditación del candidato vacunal ruso, como antes hicieron, identificando al nuevo coronavirus como el «catarro o gripe china».

Mientras Estados Unidos es la nación «más guerrera en la historia del mundo»*, otros se empeñan en invertir en su desarrollo, claro está, sin descuidar un «tantico así» la seguridad nacional, ahí está el secreto de vacunas y Sputniks. Esta bipolaridad la avizoró Martí: los hombres van en dos bandos: los que aman y construyen y los que odian y deshacen. 

(*)Jimmy Carter en entrevista a Newsweek

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.