Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Canto a lo épico

Autor:

Víctor Joaquín Ortega

La culpa cae sobre ti, director Alejandro Gil. Mira que hacerme llorar mientras veo tu filme Inocencia. Y aunque estaban las luces apagadas en el Acapulco, por si acaso, me pasé la mano con disimulo por la cara para que no vieran las lágrimas rodando algunos de mis alumnos y colegas de la Universidad de la Cultura Física Comandante Manuel Fajardo.  ¡Ese machismo que me queda, cará…! Bendita la idea de haber traído a nuestros estudiantes a la proyección.

 Eran lágrimas de rabia, de impotencia, de no haber estado ahí y hacer como los negros que pusiste a atacar a los monstruos voluntarios, al calor de lo mejor de su sociedad secreta defensora de la honra, y de su religión bien alejada de la mansedumbre que otros enarbolan, manchando el crucifijo al aliarlo con la espada. Lo levantaría Mariana para hacerle pedestal maceísta a la justicia liberal de Cristo. Que si la patria está herida, y las más fuertes laceraciones caen casi siempre contra la juventud, hay que enfrentar la violencia del enemigo con la violencia necesaria si está cerrado el camino.

 Así entras en la ficción creíble a partir de realidades, donde montas la investigación mayor sobre el crimen del 27 de Noviembre, con personajes verosímiles, muy bien moldeados desde tu verdad para esclarecernos mucho más la realidad de lo sucedido. Eran pichones de mambises, lo mejor de lo criollo saltaba en ellos hacia la cubanía, la canción misma que pones en sus bocas, La Bayamesa, música de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Castillo Moreno, letra del poeta José Fornaris, si bien la interpretó el tenor Carlos Pérez Tamayo en la ventana de Luz Vásquez para el resurgir del amor, sería también himno.

En ella vibraba y vibra el Padre de todos los habitantes de buena voluntad de nuestra nación, y sus creadores fueron revolucionarios: cayó Castillo en la manigua redentora y Luz, su viuda, estuvo entre los que quemaron su hogar en Bayamo antes de que la ciudad cayera en manos de las tropas hispanas. Apresada junto a su hija Adriana, fueron confinadas a la cochera de lo que fue su casa, y allí la muchacha murió de tuberculosis en 1870 sin que se permitiera que la atendieran los médicos de la hueste rival.

 Has conquistado el lirismo para cantar a lo épico, y en tu poema fílmico, jamás amelcochado, oasis entre tanto canto a lo horrible y a la desesperanza, los asistentes a la sala oscura agregan versos a lo presenciado y salen con más luz en sus pechos. Como si lo hubieran vivido, les crece el odio contra la injusticia, la cobardía, el sistema opresor que aún no ha muerto del todo en el mundo y crea seres como los voluntarios.

 También se fortalece la admiración por las posiciones dignas: ese morir de pie sin dejarse vendar de Anacleto Bermúdez, ese batallar de Fermín Valdés Domínguez, esa posición tan honesta del español Capdevila y la de varios educadores. Como aquel se concibieron mis muchachos y hubo aplausos cerrados; con el hermano de Martí cavaron hasta encontrar los restos de los asesinados, se sintieron el valiente oficial y los dignos maestros…

 No me preocupa que se rieran en ocasiones: es que en la vida, hasta en los momentos más amargos, se deslizan situaciones para la hilaridad. No podías negar los pasos del humor tan de nosotros, humor que ha sido arma para denunciar lo falaz o para aliviar el dolor aunque ahí siga. Tampoco comprendieron que Lola no besara a Anacleto, tan libres como son porque son otros los tiempos. No vivieron esa sociedad tan llena de prejuicios y falsedades que no se han ido plenamente. Aprendieron a no dejar para mañana lo que debes y deseas hacer hoy, y así no tener que arrepentirse con un adolorido «Nunca lo besé».

 No hay didactismo a pulso en tu obra, el llamado teque tan dañino. Lo expresado por el Apóstol sobre la poesía es vigente para todo el arte: no vale defenderlo diciendo que es patriótico o salvaguarda la verdad si no abraza la belleza. A la ética hay que subirla sobre el caballo de combate de la estética. Lo has logrado. Ese Premio de la Popularidad en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano expresa mucho de tu película, que alza lo más puro de los corazones y del humanismo de nuestro pueblo, imposible de derrotar pese a la maldad que le rodea. Y creaciones como Inocencia lo robustecen.

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