Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con el pie en la prevención

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Con 57 personas se cebó la muerte hace casi 24 años en un accidente de tránsito en un paso a nivel, en el municipio holguinero de Urbano Noris. Del ómnibus de Transporte Escolar que colisionó con el tren regular La Habana-Santiago, únicamente sobrevivieron cuatro viajeros. Casi no hubo familia local sin víctimas ese día.

Cada vez que observo desde algún vehículo el sitio del suceso, Rey Dos, un crucero típico de nuestro país, alguien menciona aquel pasaje o entra en detalles de los velorios en distintos espacios del poblado, tras tantas pérdidas en cuestión de segundos. Resulta inevitable mirar el entorno y no imaginarse aquella mañana de conmoción en la entrada de San Germán, cabecera municipal.

Si bien en 2021 la ocurrencia de accidentes masivos en Holguín ha sido nula, las violaciones en la vía
—que nunca han de enmarcarse nada más en cifras—, infracciones o daños materiales, continúan dejando secuelas, desde la despedida de un hijo, una hermana o una madre, hasta la mutilación de un miembro e irreparables heridas sicológicas. Salir ileso no es sencillo, aunque nombres y apellidos eludan partes luctuosos y reportes médicos.

Aun en meses de restricciones de movilidad, a la otra pandemia, la que va sobre ruedas, hay que contenerla. Datos de la Comisión Provincial de Seguridad Vial en Holguín exponen que hasta el 23 de junio fueron 261 los accidentes registrados en la nororiental demarcación y 31 personas perdieron la vida (16 más que en similar período de 2020).

A ese ritmo se contabilizan unos 43 incidentes mensuales, promedio que impresiona cuando se sabe que incluso bajo medidas sanitarias estrictas, la etapa vacacional empeora el desatino en calles y carreteras, y hay mayor exposición a estos desenlaces.

Abundan los Valentino Rossi y Fangio contemporáneos en motos, motorinas y automóviles que irrespetan derechos de vía o van sin licencia de conducción. Otros descuidan los desperfectos técnicos, postergando sus soluciones, y los «bicivoladores», igual de imprudentes, se las traen.

Hacen cifra los que circulan sin prestar la debida atención al control del volante y parlotean celular en mano; los que adelantan sin respeto a la Ley 109 (Código de Seguridad Vial); quienes «empinan el codo» manejando con atropello a máxima velocidad y los animales sueltos, a pesar de advertencias, retenciones y decomisos.

Por tanto, las medidas que siempre refuerzan los cuerpos de inspección del Ministerio de Transporte y las direcciones provinciales de Tránsito, acompañadas por las comisiones de Seguridad Vial, han de ir de la mano de una conducta social correcta, provista de conciencia y responsabilidad, para que las desgracias no aparezcan y pierdan julio y agosto la mala fama en ese sentido. También urge mejorar el estado de los viales y las señalizaciones.

Los accidentes de tránsito son una ruleta rusa: todos podemos convertirnos en víctimas directa o indirectamente. Cualquiera aborda un «almendrón» averiado que se sale de su senda, o tiene familiares, vecinos y amigos arrollados en pasos peatonales o aceras.

Ser reiterativo en estos casos se justifica, y hablar de causas es algo que no puede fatigarnos, aun cuando quizá ellas acumulen mucho kilometraje en debate y alerta, pues cada uno de nosotros sabe, por cabeza propia o ajena, que casi nunca la «accidentalidad» es accidental o imprevista. 

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