Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Como la vida misma

Autor:

Nelson García Santos

En la tribuna de la calle, el más grande y diverso escenario de criterios que ojos humanos ven bajo el cielo, late la realidad actual desde todos los ángulos imaginables, pero ese coctel final que surge deviene de un sabor agridulce ¡lógico! por la terrible pandemia.

Ese concierto verbal, nada inédito y mucho menos sorprendente, refleja cómo es la vida misma: tan heterogénea en lo físico como en el pensamiento de cada cual sobre cualquier hecho, aunque el refrendado por una inmensa mayoría es el más legítimo entre todos los habidos y por haber.

En la docta tribuna afloran también los despistados, desmemoriados y alarmistas —¿existirán hasta en el más allá?—, que bailan al compás de la letra de que malo, malísimo está todo… ¡Uf!

Ahora, unos y otros andan con el cacareo de que estamos peor o igual que en el período especial de la década del 90 del pasado siglo. Así nos más, como lo oyen.

Utilizan esa expresión de corrido para seguir parrafeando sobre la cola y la escasez de esto y lo otro, que resulta una verdad verdadera de estos tiempos —sí, dificilísimos—. Pero comparar el hoy con aquel período es un sacrilegio.

Olvidan ¿de mansos? que en esa época, sorteada con sacrificio e inteligencia, hubo que lavar con hojas de maguey, bañarse con jabones hechos artesanalmente —que olían a rayo—, apelar con bríos a la harina de maíz —cuando había— por la falta de arroz, ¡y ni hablar del aceite y el pollo!, entre un sinfín de estrecheces que casi extinguió hasta las silvestres calabazas. Y bueno, mejor ni recordar los maratónicos apagones…

Ahora no se ha llegado a ese extremo, señores suspicaces, una evidencia del avance logrado desde los 90, etapa en la que se aplicaron determinadas medidas para reactivar la economía tanto desde el punto de vista interno como hacia el exterior.

Consecuentemente, a partir de ese momento se fomentó una base material y financiera más sólida, que ha permitido capear la actual circunstancia de una mejor manera, a pesar de la pandemia y su compinche, el bloqueo recrudecido.

Esto, los olvidadizos y sus comparsas lo pasan por alto. ¡Uf! Y tampoco dedican ni una palabra a enfatizar el acrecentamiento del prestigio internacional de nuestro país, de aquella fecha hacia acá, atestiguado en los tantísimos amigos que poseemos en las diversas geografías del mundo, incluidos gobiernos y organizaciones solidarias.

A estas alturas se puede afirmar que la etapa más difícil de la pandemia ya casi pasó, y la calle, esa a la que todos damos vida, reconoce por mayoría que estamos saliendo adelante sin tocar fondo. Y no por milagros, sino por seso y arresto demostrado. Señal de que sí aprendimos de aquella cruda etapa, con la que no es juicioso comparar este hoy.

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