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Ya está aquí la Semana Nobel

Entre los anuncios de premios Nobel de 2018, la Academia sueca galardona un histórico avance en la lucha contra el cáncer

Autor:

Iris Oropesa Mecías

No se puede decir que lo que sucede con un premio refleje el ritmo de la ciencia en la semana, o el año. Mientras en el salón de anuncios del prestigioso Nobel se van dando a conocer los nombres de los nuevos afortunados, lo cierto es que en muchos lugares los desvelados investigadores son quienes, sin receso, siguen acarreando la piedra de Sísifo del descubrimiento y el estudio. Pero tampoco se puede negar que en la semana de publicación de estos lauros estamos todos atentos al nuevo proyecto reconocido y a los misterios que trae detrás.

Los Nobel tensan y atraviesan días de emociones y, lo más importante, de promoción para avances que desconocíamos hasta que los medios comienzan la algarabía que rodea tradicionalmente estas condecoraciones.

Este año ya podemos adentrarnos en los secretos detrás de los premiados en los apartados de Medicina, Física y Química. Aún quedan por llegar Matemáticas, Economía, Literatura y el siempre polémico Premio de la Paz.

El Nobel más noble

Allison y Tasuku descubrieron cómo luchar contra el cáncer desde las propias estrategias del organismo humano.

Los ganadores del Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2018 son los investigadores James P. Allison y Tasuku Honjo, los llamados «padres de la inmunoterapia». Según el comité del prestigioso reconocimiento, sus aportes significan una verdadera revolución en las terapias contra un viejo enemigo de la salud humana, el cáncer, y ellos «han cambiado totalmente el modo en que vemos cómo afrontar la enfermedad».

Pues sí, Allison y Tasuku han logrado dejar de enfocarse en las propias células tumorales, para acertarle un golpe de sorpresa a la enfermedad. Yendo en contra de la mayoría de las propuestas, han detectado un camino más seguro: el  propio sistema inmunológico humano.

Ambos investigadores trabajaron paralelamente el estudio de las proteínas que debilitan el sistema inmunológico, y abrieron el camino para bloquearlas con el fin de permitir que este se lance más rápida y eficientemente sobre los tumores.

En el caso de Allison, su descubrimiento clave se dio en 1995, cuando, junto con su equipo técnico, detectó la proteína CTLA-4, que actúa como una especie de paralizador para el sistema inmunológico.

Para «traducir» un poco mejor la trascendencia de estos descubrimientos el doctor Juan Pablo Sade, médico oncólogo y especialista del Instituto Alexander Fleming, explicó al portal Infobae: «Tradicionalmente, en el tratamiento contra el cáncer disponíamos de la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia, esos eran los tres pilares que se utilizaban en el tratamiento y la mayoría de los tumores se tratan con una combinación de estos tres. En los últimos años se agregó un cuarto pilar: el de la inmunoterapia (...) Es una ciencia nueva que no existía hasta hace unos pocos años y consiste en despertar el sistema inmune del paciente para que combata el tumor desde adentro y no desde afuera».

Enzimas y anticuerpos

Frances H. Arnold, George P. Smith y Sir Gregory P. Winter son los químicos premiados.

El reparto del Premio Nobel de Química 2018 ha reconocido también dos investigaciones: la de la norteamericana Frances H. Arnold, «por la evolución dirigida de las enzimas»; y la del norteamericano George P. Smith y el británico Sir Gregory P. Winter, «por la presentación en fagos de péptidos y anticuerpos». ¿Que qué significa todo eso?

Hay que explicar primeramente que las enzimas son moléculas de proteínas que actúan como catalizadoras y reguladoras en los procesos químicos del organismo, producidas a través de la evolución dirigida.

En 1993, Arnold, quien es la quinta mujer en ganar este premio, con precursoras tan prestigiosas como Marie Curie y su hija Irène Joliot-Curie fue la responsable de la primera evolución dirigida de enzimas. Gracias a este proceso hoy se pueden producir desde biocombustibles hasta productos farmacéuticos con el uso de enzimas.

En 1985, George Smith desarrolló «un método elegante conocido como la presentación en fagos, en el que un bacteriófago, un virus que infecta a las bacterias, puede ser usado para desarrollar nuevas proteínas», de acuerdo con el comunicado emitido por el jurado. Gregory Winter, a su vez, usó la presentación en fagos para la evolución dirigida de anticuerpos, «con el propósito de producir nuevos fármacos».

El primer medicamento basado en este método, el Adalimumab, combate, entre otros males, la artritis reumatoide, la soriasis y algunas enfermedades inflamatorias intestinales. Desde entonces, la presentación en fagos (phage display) ha producido anticuerpos que, entre otras cosas, pueden curar el cáncer metastásico.

No es exagerado entonces que el Comité de la Real Academia de las Ciencias de Suecia considere que los premiados «han aprovechado el poder de la evolución» con el propósito de «proporcionar el mayor beneficio a la humanidad».

Herramientas láser al ataque

Arthur Ashkin, Gérard Mourou y Donna Strickland avanzaron en el uso del láser.

En el caso del Premio de Física son tres los estudiosos que lo merecieron este año. Se trata del norteamericano Arthur Ashkin (1922), el francés Gérard Mourou (1944) y la canadiense Donna Strickland (1959), quien también sigue los pasos de Curie, al ser la tercera mujer que recibe la medalla sueca en su historia. El jurado consideró a estos ganadores «por sus invenciones revolucionarias en el campo de la física láser», anunció la Real Academia de las Ciencias de Suecia, en Estocolmo.

De Arthur Ashkin, se puede decir que su mayor aporte son «las pinzas ópticas y la aplicación de estas en los sistemas biológicos». Según la explicación de la revista ABC, las pinzas pueden describirse como unas herramientas de precisión avanzadas hechas de algo tan maravillosamente intangible como la luz.

Las pinzas agarran partículas, átomos, virus y otras células vivas con sus «dedos» de rayos láser. Por su parte, Mourou (Albertville, Francia, 1944) y Strickland (Guelph, Canadá, 1959) aprovecharon el láser para generar los pulsos de láser más cortos e intensos jamás creados.

El Instituto Karolinska, de Estocolmo, considera que  estas invenciones han revolucionado la física de láser, al permitir contemplar objetos extremadamente pequeños en una nueva luz, abrir áreas de investigación inexploradas y favorecer el desarrollo de multitud de aplicaciones industriales y médicas.

Tal vez en este Premio de Física se debió haber premiado también a la Literatura y el mundo del cine, pues el sueño de Arthur Ashkin fue inspirado nada menos que por la serie Star Trek, en la que un rayo tractor se podía utilizar para recuperar objetos, incluso asteroides en el espacio, sin tocarlos.

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