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Por favor: que mi mañana no haya pasado

El cristal entre la luz, de Manuel Orestes Nieto, representante del neovanguardismo panameño, es una edición que recoge la obra poética de este autor dentro de un período que abarca cuatro décadas

Autor:

Indira Ramírez Elejalde*

El cristal entre la luz, de Manuel Orestes Nieto, representante del neovanguardismo panameño, es una edición que recoge la obra poética de este autor dentro de un período que abarca cuatro décadas. Son poemas que no son herméticos, sino livianos y disolubles.

Dentro de su labor poética los temas se diversifican y la forma del verso varía. Prueba de esto constituye la poesía experimental de su primer período, que justifica la presencia del poemario Poemas al hombre de la calle (1968-1970), donde poemas como Te buscaré si es preciso nos cautiva, más que por la forma, por la certera utilización de palabras que, además de llevar un mensaje de esperanza, resistencia y búsqueda de la libertad, nos envuelven con su musicalidad y su sentido del ritmo.

El libro resulta atractivo por la exquisita combinación de temas que van desde los contenidos sociales, históricos y políticos, hasta los fantásticos y amatorios.

En cuanto a la elección de los espacios, Latinoamérica y el Caribe son los lugares por excelencia del sujeto lírico, que en su identificación con la sociedad denuncia, desde una perspectiva independentista y nacionalista, la presencia dominadora de una potencia extranjera. El trasfondo político de sus poemas resulta evidente, es la poesía puesta al servicio de una república que trataba de recobrar su identidad perdida y de fijar una cultura propia.

Dar la cara (1975) se compone de tres poemas que tratan, desde ejemplos diferentes, la introducción a Panamá de códigos y estilos de vida norteamericanos. Es la historia de un país que ve transformada su ciudad, y de personas a las que el extrañamiento fue capaz de dominar por completo. Pero no constituye este poemario el único ejemplo, puesto que la humillación, la vulnerabilidad, el detrimento de una identidad propia y sus consecuencias, son expresados por medio de la lírica, en la mayoría de sus obras, como es el caso de Reconstrucción de los hechos.

En otro poemario, Panamá en la memoria de los mares, el mar se nos muestra como testigo de la tragedia panameña. Mañana de ámbar, perteneciente al cuaderno Nadie llegará mañana, refleja los recuerdos de un pasado de miseria e imposibilidades, en donde el sujeto lírico recorre calles y retoma vivencias de una infancia llena de limitaciones, donde la ilusión de lo deseado se fue desvaneciendo poco a poco por el contacto con la realidad.

No menos importante resulta la poesía en prosa de Manuel Orestes Nieto, enigmática y narrativa, llena de símbolos y capaz de establecer un discurso donde la relación viene dada por la presencia reiterada de personajes que dan continuidad a la secuencia de lo narrado. El país iluminado (2001) aborda el tema de la identidad; describe el cielo y la tierra, la fauna y la flora. En él se sigue conformando la cultura nacional, a partir de seres simbólicos como Nahe, Leoncar, Oreth y su perro Ashu.

La caravana a los orígenes nos recuerda la marcha del pueblo de Dios, Israel, hacia la tierra prometida; es el discurso de la búsqueda de la patria, de la nacionalidad, de un lugar de pertenencia; es el retorno al origen y por tanto a la esencia. La imagen del pasado en forma de estampas, imágenes de la guerra como momentos inolvidables, constituyen la esencia de Los muertos dolerán de otra manera y de Diminuto país de gigantes crímenes (1976), donde Nieto nos hace una invitación a disfrutar de un tipo de poesía muy sensorial, en la que cada palabra es capaz de traducir un sonido, de transmitirnos una sensación. Es la visión de los invadidos, de los ultrajados, es la sensación de desalojo, no solo de un país sino también de sus principios.

El libro en general es la consciente necesidad de denunciar un crimen pasado que aún repercute en la sociedad. «Por favor: que mi mañana no haya pasado», es el grito desesperado que hace fluir poesía de un hombre. El pasado es visto como memoria activa de un pueblo en su búsqueda de la libertad, y esta última como prueba fehaciente del derecho de cada nación a elegir su propio destino. Mediante la palabra, su herramienta de lucha, Manuel Orestes Nieto, premio Casa de las Américas 1972, es capaz de recoger la historia de su país de la manera en que fue y de la forma en que se presenta ahora.

* Estudiante de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana

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