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Me persiguen un sinfín de historias

Juventud Rebelde se acerca al escritor pinareño Rodolfo Duarte Sayas, quien ganara con su obra La Dama del Lunar el Premio de Novela Alejo Carpentier 2013

Autor:

Juventud Rebelde

La Dama del Lunar, título ganador del Premio de Novela Alejo Carpentier 2013, pertenece a la autoría del escritor pinareño Rodolfo Duarte Sayas, un hombre que lleva 26 años frente a los micrófonos de Radio Guamá. Duarte es actor, poeta y un narrador que no se cansa de contar historias. La novela que colocó en el panorama público de las letras cubanas narra la vida de una hermosa mujer, que rinde con sus encantos a grandes figuras históricas como Guillermo «el conquistador», el legendario Mio Cid, un caudillo musulmán sevillano llamado Motamid, y el jefe fundamentalista musulmán Yusuf Iben Taxsin.

—¿Qué despertó primero en usted: la actuación o esa pasión evidente por al arte de escribir? ¿Dónde cree encontrar la génesis de su vocación literaria?

—Primero despertó el narrador; me pasé toda la Primaria, la Secundaria y el Pre, que hice en los Camilitos de aquí de mi provincia, y una buena parte de la Universidad, inventando películas que nunca vi y libros que nunca leí, para un auditorio embelesado de muchachos de mi edad, que me vieron siempre como cuentero y cuentista, asimilando al pie de la letra las acepciones de ambos términos. Me hice actor porque me gusta y tengo algunas dotes histriónicas, pero esa vocación es secundaria en relación con la creación literaria.

—Ha dicho que tiene tres novelas y cuatro poemarios, todos inéditos. Sabemos, además, que está escribiendo una nueva novela ambientada en el siglo XIX de Pinar del Río. Cualquiera diría que las historias le persiguen…

—Me persiguen un sinfín de historias, fantasear es mi mayor deleite, inventar otras vidas y allegar una fábula que no sea en modo alguno aleccionadora ni sermonee a los otros, me parece, además de placentero, útil.

—Hablemos de La Dama del Lunar. Usted ha confesado que sufre «una extraña vocación por el Medioevo». La Dama del Lunar se desarrolla en esa época y en ella se encuentran personajes como Guillermo «el conquistador» o el Mio Cid. ¿Cómo «desmenuza»  una época tan lejana en tiempo y cultura? ¿Cuáles fueron las mayores exigencias del proceso de investigación?

—Me apasiona y atrae la Edad Media como a otros seduce la antigüedad clásica o las culturas precolombinas o el Far West… y también porque, luego de estudiarla, todo lo más que pude descubrir fue que no se trata del período adormecido y anodino que algunos suponen, antes bien fue una época turbulenta, guerrera y determinante como pocas del ulterior curso de la historia.

«La mayor exigencia del proceso de investigación fue confrontar las muy numerosas fuentes de que dispuse, las cuales muchas veces se contradecían. Diré a manera de ejemplo que un suceso como la famosa Jura de Santa Gadea, sitio de Burgos donde se supone que el Rey Don Alfonso de Castilla, León y Galicia, debió jurar ante el Consejo de sus caballeros, uno de los cuales era el Cid Campeador Ruy Díaz de Vivar, que no tuvo que ver con la muerte de sus hermanos Sancho y García, no está registrado como real en la historia española, no se cuenta con documentación fidedigna de tal; los más avanzados y acuciosos investigadores actuales niegan la existencia histórica real del suceso, pero algunos, entre ellos el poeta que escribió el Cantar del Mío Cid, lo sitúan como el principal motivo de la malquerencia entre el Cid y el Rey, y por ello del destierro del primero.

«Entonces, resulta que de cada tres o cuatro autores consultados, tres la afirman y uno la niega o viceversa. Orientarse en ese caos y decantarse por una opción fue muy difícil».

—La Dama... tiene tintes detectivescos, históricos y filosóficos. ¿Cómo combinó, en su argumento narrativo, cada uno de estos rasgos?

—La historia está presente en el libro del «pe al pa», pues se trata, obviamente, de una ficción histórica; lo detectivesco porque el libro contiene una intriga que es preciso develar; y el debate filosófico se alimenta de la contradicción entre musulmanes y cristianos, que el relato airea en un escenario donde tanto los unos como los otros se ven obligados a resolver por igual una antinomia importante, consistente en cómo conciliar la fe religiosa pura con la razón práctica de la vida diaria y las veleidades de la naturaleza humana. Esta triple contradicción fue resuelta incluso por las sociedades más civilizadas, ya fueran judías, musulmanas o cristianas, con la conciliación o el terror; de ello se nutre mi libro, en el cual se discuten tales opciones con una óptica bien actual, sin proponer soluciones salomónicas ni reduccionistas.

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