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Las rasgadoras manos de los poetas

El poemario Rasgado con las manos, de Alfredo Zaldívar, llega con todas las garantías de quedarse para siempre, y acaba de merecer el Premio en la Jornada de la Crítica Literaria en Matanzas

Autor:

Laidi Fernández de Juan

El poemario Rasgado con las manos, de Alfredo Zaldívar, llega con todas las garantías de quedarse para siempre, y acaba de merecer el Premio en la Jornada de la Crítica Literaria en Matanzas, hace apenas unas semanas. Además de la indiscutible belleza de los versos que lo integran, y que fueron seleccionados por el autor (Poemas que siendo ya elegidos para conformar un cuerpo, una unidad; comienzan a formar familia, cierta independencia unos de otros, rara hermandad, insólitas asociaciones), el libro está impregnado de la magia de otros creadores.

Editado por la colección Aldabón, bajo el cuidado de René Coyra (también poeta de probada destreza en proyectos artísticos que se caracterizan por el exquisito gusto de un artista verdadero), por si fuera poco, Rasgado con las manos está ilustrado por Sigfredo Ariel. Cerca de 20 dibujos de este otro poeta iluminan la selección de versos que Zaldívar, no sin esfuerzo (¿por qué estos poemas y no otros?) desgajó de volúmenes suyos anteriores.

Por orden cronológico, exponemos los títulos de donde proviene el hermoso ramillete de poemas que nos regala hoy la Casa del Joven Creador de Matanzas: Concilio de las aguas (1989), La vida en ciernes (2002), Papeles pobres (2003), Contra la emoción (2005) y Malentendido (2007). El resultado es una antología cuya dramaturgia retrata el sentido mismo del título: versos rasgados por varios juglares que confluyen, presencian, protagonizan la esencia del sentido poético de experiencias compartidas o imaginarias.

A manera de homenajes, demostrativos de la ausencia de cortafuegos entre los distintos hacedores de arte, nombres entrañables se asoman entre las páginas: Fina García Marruz, Marta Valdés, Arístides Vega, Heriberto Hernández, Johann Trujillo, Laura Ruiz, Damaris Calderón, Nancy Morejón, Digdora Alonso, Lázaro Horta, entre otros.

De entre todos, y en aras del espacio de esta nota, selecciono un fragmento del poema dedicado a quien fuera, junto a Zaldívar, artífice de una de las iniciativas más sorprendentes del mundo editorial cubano: Ediciones Vigía. Con ello, cierro este comentario, no sin antes insistir en la sugerencia de la lectura de esta rasgadura a muchas manos a la que nos convocan bardos, músicos y artistas de la plástica. A Rolando Estévez, ese grandísimo diseñador, canta el poeta:

 

Rasgado con las manos, con palabras,

con la luz del pincel iluminados.

Con dibujos, con polvo, con silencio.

Simples papeles pobres construyendo

tira a tira una casa de papel,

una bien simple y pobre

historia de papel

en perenne peligro.

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