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Si tu signo es de vida

Si tu signo es de cáncer, de la escritora cordobesa Graciela Bialet narra la historia de una niña llamada Gabriela, que ve romperse el equilibro cotidiano de su vida ante el anuncio de una penosa enfermedad

Autor:

Enrique Pérez Díaz

Hace algunos años, mientras fungía como jurado del Premio Norma-Fundalectura, tras leer montones de originales que me dejaban vacío, apático e insensible hacia lo que venían contando, descubrí de repente la historia sobre una niña llamada Gabriela, que ve romperse el equilibro cotidiano de su vida ante el anuncio de una penosa enfermedad.

Lo que más me sorprendió es que el argumento no caía rendido ante su propia exótica temática sino que, por el contrario, conseguía guardar el tino suficiente para que la protagonista no perdiera la perspectiva de su narración y mientras nos daba un fresco de su existencia, tejiera una serie de implicaciones y connotaciones humanísticas sobre el modo en que se puede sobrevivir —o al menos enfrentar— un proceso semejante. Pero ocurrió que ese libro no ganó el premio y solo fue recomendado para su publicación.

Casi una década después, en una feria del libro en la ciudad de Resistencia, el Chaco Argentino, conocí de repente a una autora muy apreciada por Mempo Giardineli y su esposa Natalia, la argentina Graciela Bialet, quien al momento me resultó una persona interesante, comprometida con los derechos de la infancia y muy consciente de su papel como escritora en una sociedad moderna. Hablando y hablando con Graciela, de pronto estaba, nada más y nada menos, que frente a la autora de Si tu signo es de cáncer, libro que finalmente había visto la luz por la colección Zona Libre, de la editorial colombiana Norma. Convencer a Graciela de que me cediera los derechos de autor para Cuba, ver su entusiasmo cuando le hablé del proyecto Veintiuno, su deseo de conectar con el lector cubano y visitarnos alguna vez, fueron cuestión de minutos.

Graciela Bialet es una destacada autora cordobesa, que ha tenido un trabajo de notable influencia en el ámbito de la promoción de la lectura, ya que además de escritora se desempeña como comunicadora social a partir de su licenciatura en Educación. Durante las últimas dos décadas ha coordinado programas provinciales y regionales de promoción de la lectura. Como parte de esta actividad promocional, ha realizado varias giras por Latinoamérica y España.

Los críticos la elogian por su tono coloquial pese al abordaje de temas complejos, que son tocados con mucho tacto y sin caer en el sentimentalismo, en una obra que siempre busca ofrecer a su lector un enfoque cercano, claro y emotivo de cuestiones personales y difíciles.

Y ese es el caso de la historia de Gabriela, adolescente que vive completamente fanatizada por la astrología, que ama en secreto a Felipe, el hermano de su mejor amiga Anahí; que a veces se entiende bien con los suyos, y que todo el tiempo, por aquello de las diferencias generacionales, debe padecer a su hermano a quien suele llamar el tremendo inútil.

Un buen día, Gabriela debe aceptar que su vida puede cambiar en un instante, cuando le diagnostican que tiene un cáncer y que se debe operar de urgencia o, en caso contrario, prever un acontecer muy negativo.

Narrada en primera persona, la protagonista nos va relatando una historia de crecimiento, pero en ningún momento pretende que nosotros lamentemos lo que se podría considerar su triste suerte. Aunque no esté muy segura de sí, evidencia conocer que el azar, ese que hasta ahora ha considerado movido por las fuerzas astrológicas, le puede ganar la jugada o permitir que sea ella la ganadora, y es entonces cuando el personaje, entre hacer y dejar hacer a los demás, toma las riendas y con ello una poderosa decisión.

El hecho de que todo el tiempo se mantenga siendo la misma y, de que aunque su enfermedad va cerrando el cerco en torno a ella por la proximidad de la intervención quirúrgica, consiga mantener su buen ánimo y disposición frente a la vida, constituye una lección que Graciela Bialet da a sus potenciales lectores, con tal de que entiendan cómo por graves que puedan parecer las situaciones que enfrentemos, todo es, a la postre, un problema de perspectiva, de visión y del modo en que sepamos actuar.

Inscrita pues en una vertiente de literatura realista, propensa al abordaje de temas difíciles, el tono displicente de la narración, en la cual a veces la protagonista se distancia hasta de sí misma y de sus padecimientos e incertidumbres y en ningún momento renuncia a sus más grandes aspiraciones, sobre todo amatorias, hacen de este libro un canto a la vida, una lección de humanidad y una obra que llenará a todos sus lectores.

Veintiuno, que hasta el momento no había tocado muy de cerca estos temas, se enriquece con esta entrega y agradece al azar, o quién sabe si a los astros caprichosos, el que Graciela Bialet se haya puesto en nuestro camino y nos confiara, como tantos autores que han hecho posible este espacio, la edición de su libro, que es seguro deparará una experiencia entrañable para el joven lector cubano.

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