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La retorcida ruta de una lúes

Mucho se especuló por décadas acerca del origen de la sífilis; incluso en la búsqueda de las causas algunos científicos llegaron a autoinocularse la enfermedad

Autor:

Julio César Hernández Perera

A mediados de 2015 Cuba se convirtió en el primer país del mundo en obtener la validación, por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de haber eliminado la transmisión de la sífilis de madre a hijo, junto con el VIH.

Las estadísticas muestran que el número de casos reportados de sífilis en el mundo se mantiene en niveles alarmantes, a pesar de existir medios diagnósticos, tratamientos y medidas preventivas en todo el orbe. Así, desde sus orígenes, la historia de esta infección ha sido una amalgama de mitos y realidades.

Para llegar a conocerla es preciso dar un salto en el tiempo y tomar como punto de partida el siglo XV. Se cuenta que en ese tiempo existieron grandes desplazamientos poblacionales y guerras que se hicieron acompañar del ejercicio de la prostitución hasta límites insospechados. La sífilis se expandía rápidamente tomando disímiles y curiosos nombres que hacían alusión a ciudades y naciones.

Nombres variados

Los patrones epidémicos reportados en el siglo XV aparecieron entre los soldados franceses que participaron en el sitio del Reino de Nápoles, por lo que la dolencia comenzó a ser conocida como el «mal napolitano», «mal francés» o «mal gálico». El nombre se utilizaba según el lado del cual se veía al enemigo, a quien se le adjudicaba la culpabilidad de la afección.

Otros nombres fueron la «peste del amor» o «lúes venérea», pues la adquisición de la enfermedad se relacionaba desde muy temprano con las relaciones sexuales, específicamente con las juergas. Lúes desciende de una locución latina (lues) que significa peste, enfermedad contagiosa, epidemia.

Por encima de todos esos términos se impuso universalmente el de sífilis. En el año 1530 un médico italiano llamado Jerónimo Fracastoro (1478-1553), quien cultivaba junto con la Medicina la poesía y otras artes, escribió una obra destinada a tornarse en un éxito en la Europa renacentista.

El libro, titulado Syphilis sive morbus Gallicus libri III (Los tres libros de la sífilis o el mal francés), está redactado en versos. En él se cuenta la leyenda de un pastor llamado Syphilis, a quien Apolo  había martirizado al envolverle el cuerpo con las llagas de la enfermedad, por haber erigido altares al Sol en un lugar prohibido. El texto tuvo tanta celebridad que el nombre del pastor se hizo equivalente a la epidemia; primero para la gente culta —entre la que se hallaban los médicos—, y luego, fue vox pópuli, y así hasta nuestros días.

Comenzando con Colón

Mucho se especuló por décadas acerca del origen de la sífilis. En el siglo del surgimiento de las primeras epidemias de la enfermedad, esta fue vista con espanto. La Iglesia la declaró como un castigo de Dios por la corrupción de las costumbres y ordenó la más severa castidad.

Otros especulaban que la dolencia se debía a la conjunción de los planetas Marte y Saturno. Reinaba la confusión, y por si fuera poco, habría de venir un nuevo suceso para engendrar un desconcierto mayor con el descubrimiento de América.

A los historiadores y médicos europeos de aquellos tiempos les complacía suponer que la calamidad había venido de las Indias (como llamaban a América), traída por los marinos que acompañaron a Cristóbal Colón, y a través del mismo capitán genovés en su retorno en marzo de 1493. Así fue aceptada la hipótesis por años.

En contraposición a esa conjetura sobrevinieron hallazgos arqueológicos de huesos de antepasados correspondientes a disímiles culturas antiguas como la egipcia y asirio-babilónica.

Muchas deformaciones óseas presentes en estos descubrimientos indicaban presencia de lesiones propias de las lúes, por lo que se ha llegado a señalar que la sífilis es una enfermedad tan antigua como la humanidad misma.

La afección no tenía escrúpulos y marcaba tanto a ricos como a pobres. Eso llevó a que Voltaire —destacado escritor, historiador y filósofo francés del siglo XVIII— llegara a definirla como «una enfermedad con genealogía».

Entre las creencias relacionadas con la forma en que se transmite la  sífilis, se llegó a decir que la misma se adquiría a través de los poros, al sentarse la persona en un retrete contaminado, o al tocar barandillas o utilizar toallas ajenas, o al besar a personas infectadas, o al tener relaciones sexuales con mujeres que menstruaban.

En la búsqueda de las causas algunos científicos llegaron a autoinocularse la enfermedad. En 1767, el cirujano John Hunter se puso en contacto con la secreción uretral de un enfermo.

Hacia inicios del siglo XX existía el convencimiento de que la sífilis era causada por un microorganismo, el que fue descubierto en Berlín, en marzo de 1905, cuando Schaudinn y Hoffmann revelaron la presencia de uno en forma de sacacorcho y escasa afinidad con los colorantes, visto a través de un microscopio de campo oscuro. Por sus características, el germen se denominó Treponema pallidum.

A este descubrimiento siguieron otros como la primera prueba diagnóstica a través del examen de la sangre en 1906, y el descubrimiento, por Fleming, de la penicilina en 1928.

Durante la primera mitad del siglo XX las dos guerras mundiales provocaron importantes desplazamientos de poblaciones civiles y de tropas militares.

Las autoridades militares reconocieron que la sífilis —junto con otras enfermedades venéreas— representaba una epidemia entre los soldados. Prevenirla, diagnosticarla y tratarla, se convirtió entonces en un objetivo de primer orden.

Hoy la sífilis todavía castiga. Según estimados de la Organización Mundial para la Salud (OMS) cerca de 1,4 millones de mujeres embarazadas están infectadas en todo el mundo. Eso causaría aproximadamente 65 000 partos pretérminos o con bajo peso al nacer, cerca de 90 000 muertes en niños menores de un año de edad y 150 000 niños con infecciones congénitas. Este es un panorama que a pesar de ser real resulta lejano para los hijos de esta Isla.

*Doctor en Ciencias Médicas y especialista de Segundo Grado en Medicina Interna.

Algunas referencias consultadas:

Newman L. et al. Global Estimates of Syphilis in Pregnancy and Associated Adverse Outcomes: Analysis of Multinational Antenatal Surveillance Data. PLoS Medicine, 2013; 10 (2): e1001396.

Laval E. El Doctor Juan Marín Rojas, primer profesor de Historia de la Medicina de la Universidad de Chile y su «Ensayo Sobre el Origen de la Sífilis». Rev Chil Infectol. 2014; 31.

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