Con este titular la revista Sputnik Mundo llamaba la atención sobre un estudio recientemente concluido por un grupo de científicos de la Universidad Rice, en Estados Unidos, que demuestra que la pérdida de un ser querido aumenta el riesgo de sufrir un paro cardíaco en los meses siguientes
La ciencia lo confirma: se puede morir de amor. Con este titular la revista Sputnik Mundo llamaba la atención sobre un estudio recientemente concluido por un grupo de científicos de la Universidad Rice, en Estados Unidos, que demuestra que la pérdida de un ser querido aumenta el riesgo de sufrir un paro cardíaco en los meses siguientes.
Para llegar a esta conclusión los científicos estudiaron a 65 personas voluntarias de edades comprendidas entre los 51 y los 80 años —32 de las cuales habían perdido a su pareja en los tres meses anteriores y 33 formaban parte del grupo de control—; también tuvieron en cuenta el sexo, la edad, el peso e incluso el nivel educacional de cada participante.
Tras analizar los resultados, los científicos llegaron a la conclusión de que los viudos tenían niveles más altos de las llamadas citocinas proinflamatorias, que se encargan de controlar los procesos inflamatorios del organismo, así como una variabilidad del ritmo cardíaco un 47 por ciento más baja, algo que podría desembocar en un ataque al corazón.
Según afirmó Chris Fagundes, encargado del estudio, «en los primeros seis meses después de la pérdida de la pareja, los viudos tienen un riesgo de mortalidad un 41 por ciento mayor». Y subrayó que pese a que no todos los individuos corren el mismo riesgo de sufrir un ataque al corazón, es importante recordar que este riesgo sí existe.
Fagundes expresó su confianza en que el descubrimiento permita entender mejor cómo influye el duelo en la salud del corazón.
