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Software libre II: Una estrategia decisiva de desarrollo

Sin «botar el sofá por la ventana», la introducción paulatina del software libre en Cuba resulta muy importante para avanzar en la informatización de la sociedad La red al día

Autor:

Amaury E. del Valle

Las tecnologías libres llegaron bastante rápido a Cuba, si se tiene en cuenta que su uso comenzó desde principios de la década de los 90, cuando el proyecto GNU no llegaba aún a los diez años de creado.

En aquel momento el escenario de aplicación fundamental eran los servidores —cuestión que ha cambiado muy poco—, aunque desde entonces se ha venido diversificando y generalizando este movimiento en el país, en un proceso no del todo convencional, en ocasiones sustentado por el esfuerzo y la superación autodidacta de profesionales y técnicos.

Muchos organismos vienen desarrollando en sus instituciones un trabajo constante y meritorio: Salud Pública, la Aduana General de la República, Educación Superior, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente o el Ministerio de Informática y las Comunicaciones (MIC), entre otros tantos en los que las tecnologías libres muestran un crecimiento sostenido.

Hoy se estiman en más de 2 000 los usuarios de distribuciones GNU/Linux, cifra contrastante con unos 200 que se estimaban en 1995.

El gobierno cubano también ha hecho manifiesto su interés en este movimiento, considerándolo esencial para el desarrollo del país. Al respecto, en el año 2002 fue lanzada una estrategia guiada por el MIC para favorecer la inserción en el país de las tecnologías libres, convicción que reafirmó dos años después con el acuerdo 684/04.

Aunque son varias y valiosas las acciones desarrolladas para la migración al software libre, y se atesora una importante experiencia en muchos centros y profesionales del país, todavía se requiere mayor cohesión para enfrentar los altibajos y la poca consistencia de criterios existentes.

Existen ejemplos como los de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), que acertadamente ha dedicado un por ciento de su matrícula al desarrollo de las tecnologías libres, y hoy es pilar en el desarrollo de este campo en el país, con un trabajo ascendente que irradia hacia sus filiales en provincias.

Sin embargo, esta línea de trabajo muestra los mismos resultados en el resto de los centros de educación superior, vaivenes que también son visibles entre instituciones del sector empresarial, gubernamental y de desarrollo científico-técnico.

Criterios eficientes y prácticos

Aún así, uno de los grandes logros del movimiento del software libre en Cuba es que ha sido capaz de insertarse como un tema de debate no solo de los profesionales más preparados, pues cada vez son más los que hablan de Linux, lo comparan con Windows y defienden sus criterios, incluso en listas públicas de discusiones como Linux-Cuba, entre otras.

La popularidad del movimiento es imprescindible, pero el entusiasmo alrededor del tema obliga a ser más estudiosos y responsables, para evitar transmitir juicios que defendiendo ideas equivocadas o inacabadas, lejos de ayudar pudieran entorpecer el avance del movimiento.

Para los interesados en el pleno desarrollo tecnológico de Cuba e identificados con el ideal de las tecnologías libres, no es suficiente que criterios e ideas tengan raíces profundamente éticas y revolucionarias. También deben ser eficientes y prácticas.

Llama la atención, por ejemplo, la iniciativa de algunos de quitar lo que tienen funcionando y poner en su lugar algún software libre, algo mucho más dañino si se tiene en cuenta que estos cambios a veces parecen ser cuestiones de «moda», más que de reflexiones serias.

El proceso de «migrar» hacia las tecnologías libres no es trivial —aunque tampoco difícil—. Lo óptimo es que se realice cuando sea eficaz y dentro de un proceso armónico y seguro, de acuerdo con el alcance y desarrollo de cada profesional, empresa, ministerio y país.

Quizá deberíamos optar por, en lo adelante, no llamarlo «migración», sino «transferencia», «inserción» o algo más acorde con lo que realmente está detrás de la decisión de adoptar las tecnologías libres.

Hay que tener en cuenta que esta transferencia tecnológica lo abarca todo y a todos. No solo se trata de las aplicaciones o sistemas operativos. Hay que pensar en la preparación de los recursos humanos, los mecanismos económicos y comerciales, el hardware instalado y el que tendremos disponible...

Pongamos un ejemplo sencillo: los llamados drivers (códigos necesarios para el correcto funcionamiento de un componente o periférico específico, normalmente distribuidos por el fabricante). Existen muchas empresas que liberan drivers para Linux, pero otras no, lo que hace inoperantes estos dispositivos desde distribuciones GNU/Linux. Por eso algo tan sencillo como una impresora, que funcionarían muy bien desde Windows, pudiera quedar inútil si no tiene soporte para nuestra distribución GNU/Linux.

Camino empedrado

La introducción del software libre en Cuba es aún más compleja, pues no pueden olvidarse las limitaciones para importar tecnologías y software. Aunque paradójicamente, por esa misma razón constituye una línea estratégica en el desarrollo de la informatización en el país.

Tampoco se puede desconocer que los niveles de informatización de la sociedad cubana actual se han alcanzado, en buena medida, con el uso sistemático de tecnologías propietarias, Microsoft más que ninguna otra, y por ende uno de los lados débiles es la falta de preparación en tecnologías libres y en el uso de distribuciones GNU/Linux.

Todo esto hace que los esfuerzos aislados sean muy difíciles de mantener, lo que exige de un entorno que apoye el cambio y sea capaz de consolidarlo. Hoy es un acuerdo generalizado mundialmente que los gobiernos tienen el papel protagónico en este proceso de transferencia, y para el caso de Cuba esta afirmación se multiplica por diez.

Ya existe en la Isla un grupo multidisciplinario, encabezado por la Oficina Nacional de Informatización, encargado de analizar las diferentes experiencias de uso de software libre, además de directivas para su implementación paulatina.

No obstante, mientras cada detalle no esté cubierto, existen alternativas tecnológicas al alcance de todos, como la virtualización o los ambientes denominados heterogéneos, que nos permitirán instalar y combinar diferentes sistemas operativos y/o aplicaciones en una misma máquina.

De esta coexistencia obtendremos el escenario para desarrollar un proceso paulatino de transferencia, instrumentado por pasos bien documentados, y que nos aporte seguridad y buenas prácticas.

¿Windows es open source?

Otro error frecuente viene del abuso del término «Open Source» (Código Abierto). Con esta definición se trató en 1998 de resolver lo ambiguo del término «Free Software», fundamentalmente en lo concerniente a su comercialización, pues «Free», no implica necesariamente gratis.

De manera estrictamente técnica, hoy Open Source se utiliza para referirse a la Open Source Initiative, que es un movimiento con visión diferente al de las tecnologías libres.

La popularización de las denominaciones Software Libre y Código Abierto ha propiciado que se intercambie su uso para referirse a lo mismo; de ahí que ya esté siendo aprovechado como una estrategia comercial muy efectiva.

Para que una aplicación sea libre, necesariamente tiene que ser de código abierto, pero lo inverso no tiene por qué cumplirse. Utilizar  de código abierto no significa que estemos colaborando con los ideales de justicia tecnológica. El código abierto —tomado a la ligera— puede devenir anzuelo para ser aún más dependientes.

Baste señalar a Microsoft, por solo poner un ejemplo, que hoy expone al mundo dos licencias bastante claras y que cumplen detalladamente los criterios de la Open Source Initiative. Entonces, ¿Windows es Open Source? Sí, increíblemente sí, aunque para todos está bien claro que no deja de ser la antítesis del movimiento de las tecnologías libres.

*Especialista principal del Departamento de Teleinformática, Centro de Información y Gestión Tecnológica de Santiago de Cuba (MEGACEN).

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