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La guerra de las redes

Grupos de activistas informáticos anónimos han anunciado que eliminarán algunas de las mayores redes sociales del mundo

Autor:

Amaury E. del Valle

Facebook, la mayor red social del mundo, ha sido condenada a muerte. Sus más de 700 millones de usuarios en todo el planeta se quedarán sin este megaportal de intercambio el próximo 5 de noviembre.

No ha quebrado económicamente ni sufre un problema tecnológico agudo. Al menos por ahora. Su sentencia al patíbulo proviene de lo más profundo de Internet. Un grupo de autodenominados activistas on line, catalogados por autoridades oficiales como piratas informáticos, han decidido acabar con la mayor red social del mundo.

Las razones de Anonymous, como se autodenomina el grupo, fueron divulgadas a través de Twitter y un video subido a YouTube, otras dos redes sociales.

«Estamos cansados de que se roben la información de las personas y las vendan a hombres poderosos como si fueran trozos de papel», indicó Anonymous en el video.

«Pronto tomaremos medidas contra la red social. Esto es solo el comienzo», habían asegurado antes, cuando lograron colapsar la red semanas atrás. Esta vez sostienen que no se trata de un ataque más, sino de acabar por completo con este sitio virtual, dejándolo totalmente inoperante.

¿Intento de amedrentar a Facebook? Aunque a algunos les ha parecido exagerada la idea de acabar de la noche a la mañana con una web tan grande, que además sostienen poderosas inversiones, a muchos, incluyendo a los mismos creadores de Facebook, parece preocuparles en serio la amenaza.

Operación facebook

Hace apenas una semana Facebook lanzó un concurso virtual a nivel mundial, en el cual anunciaba que daría 500 dólares a cualquier persona que detectara vulnerabilidades de seguridad en su sitio. Incluso ofrecía recompensas mayores si los fallos eran realmente importantes.

De este concurso, es válido aclararlo, estuvieron excluidos desde un principio los informáticos y amantes de la web en Cuba.

¿La razón? Aunque nunca hemos estado en guerra oficialmente con Estados Unidos, las sucesivas administraciones de la Casa Blanca desde el triunfo de la Revolución han bloqueado sistemáticamente el país y en especial su desarrollo tecnológico.

Por ello Facebook dejó bien claro que los habitantes de países «en conflicto» con EE.UU. no podían insertarse en el certamen, y mencionó específicamente a Cuba.

Si bien el incentivo económico de la convocatoria tentó a muchos a participar, los activistas de Anonymous lo interpretaron de otra forma.

«Esto solo lo hacen para hacer creer al mundo que ellos tienen el dominio y nada de lo que se les haga podrá contra ellos», dijeron en la web, donde una imagen con máscara ataviada de negro constituye el símbolo del grupo.

A Anonymous se han unido en el intento de derrocar a la megarred social otros grupos similares como Fireworknk y LulzSec, cuyos integrantes han dicho que participarán en la operación #OPFacebook, como se le ha bautizado en Twitter.

¿Wikipiratas?

¿De dónde han salido estos grupos de hackers o piratas informáticos, como los han nombrado los organismos de seguridad de diversos países?

Cuando comenzaron a filtrarse en Internet a través del sitio Wikileaks miles de documentos y videos que denunciaban la sangrienta guerra de Estados Unidos en Iraq y Afganistán, los asesinatos de civiles y las sucias maniobras de la diplomacia imperial en todo el mundo, detrás de muchas de estas revelaciones había expertos informáticos que lograron penetrar computadoras y sistemas informáticos altamente sensibles.

La reacción de la Casa Blanca a los trapos sucios expuestos en la web fue y es furibunda. Incluye desde un montaje para tratar de condenar al creador de Wikileaks, Julian Assange, por una supuesta violación sexual, hasta la persecución extraterritorial de los activistas opuestos a sus criminales políticas, y algunos dicen que no se descartan los asesinatos selectivos.

Esta virulencia, lejos de acallar a Wikileaks la convirtió en una especie de hidra virtual, a la cual le nacían miles de cabezas por todo el mundo cada vez que intentaban cortarle una. Anonymous fue uno de los mayores defensores de la labor de Assange.

Se trata de una organización que ha suscitado muchas polémicas, dado que son usuarios anónimos que contactan a través de un canal de chat o conversación virtual, desde donde planifican los asaltos a diversas páginas webs.

Así fue que compañías como Masterd Card o Pay-Pal sufrieron ataques que les costaron mucho, como reacción al congelamiento de las tarjetas de crédito de Assange y el cierre de cuentas bancarias vinculadas a Wikileaks.

Pronto otros grupos similares atacaron a famosos sitios como Sony, BioWare, Citygroup, Twitter, Nintendo, el ya mencionado Facebook y hasta a la misma Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).

En un mensaje a través de Twitter, el grupo LulzSec escribió: «Tango down —cia.gov— for the lulz», que traducido al español sería: «Tango derribado —cia.gov— por diversión».

Antes ya habían entrado en la red de ordenadores del Senado norteamericano y también de Sony, donde consiguieron que el famoso portal en español de la consola de juegos PlayStation permaneciera cerrado durante varias horas.

Servidores saturados

Una de las agresiones más comunes que han sufrido las redes sociales y otros sitios web en los últimos tiempos es el llamado Ataque de Denegación de Servicio Distribuido (DDOS, por sus siglas en inglés).

Esto ocurre cuando muchos equipos saturan de peticiones a un servidor con la intención de colapsarlo. Generalmente responden a redes zombis, formadas en secreto por piratas informáticos, los cuales introducen programas malignos que se apoderan de las computadoras.

Así, a una orden dada, si su computadora se encuentra conectada a Internet puede estar, como muchas otras miles y hasta millones, enlazándose a un sitio web al mismo tiempo que las demás sin que usted se dé cuenta, y así contribuye a saturar ese servidor y por ende a que «se caiga» esa página web.

A esto se une la penetración de servidores al lograr descifrar contraseñas para robar información sensible, o colocar sistemas de redireccionamiento y filtrado de la información que circula por una red interna, entre otras modalidades de ataque informático.

Muchos gobiernos y autoridades temen por la seguridad de sus sistemas y comunicaciones, pues si bien una buena parte de los ciberactivistas han utilizado sus conocimientos para destapar crímenes y espionajes, si estos cayeran en manos inescrupulosas se pudieran cometer delitos muy peligrosos y de incalculables consecuencias.

Por ello, gobiernos y empresas, independientemente de sus intereses, parecen unir fuerzas para atrapar a los piratas informáticos, aunque sería un error creer que todos entran en el mismo saco.

Tampoco Facebook es un angelito al que se le debe coger lástima. Es verdad que resulta una interesante y útil herramienta de socialización, pero muchas son las denuncias realizadas de que se presta para que los datos de sus usuarios sean vistos por los servicios de espionaje de Estados Unidos, o utilizados por algunas compañías en estrategias oscuras de mercadeo.

Falta por ver qué sucederá realmente el 5 de noviembre. Si realmente dejará de existir Facebook. Las opiniones están divididas, pero es un hecho que hay muchos «indignados» virtuales.

No obstante, los graves problemas que enfrenta este planeta, necesitado de un mejor orden internacional en todos los sentidos, una redistribución equitativa de sus riquezas y el cese de las políticas que amenazan con extinguir a la especie humana, no se resuelven en el mundo virtual, sino poniendo bien los pies sobre la tierra.

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