Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Enemigo sofocante II

Mantener adecuadas condiciones para el trabajo de los equipos de computación no es solo una forma de alargarles la vida, sino también de ahorrar recursos útiles

Autor:

Amaury E. del Valle

Muchas han sido las opiniones de los lectores tras la publicación el pasado jueves de la primera parte de este trabajo, en la que se hacía referencia a los problemas que pueden ocasionar las altas temperaturas, el polvo y la humedad en los equipos de computación.

También nos han pedido e incluso ofrecido algunos consejos prácticos sobre cómo conservar las computadoras en esa ocasión y alargarles la vida útil a muchos de sus componentes.

Entre estos, una de las medidas más importante es climatizar los locales siempre que sea posible, con temperaturas que oscilen entre los 20 y 25° Celsius, pues mucha frialdad provoca demasiada humedad, también dañina.

En esto, y sin descuidar las necesarias medidas de ahorro energético, especialmente en horario pico, debe existir una planificación en el caso de las entidades estatales, apagando aquellas máquinas que no son imprescindibles o cuyas funciones pueden trasladarse a otro momento sin afectar el trabajo.

En ocasiones se mantienen funcionando las oficinas, por razones nimias, en  computadoras que pueden desconectarse y así ahorrar energía en climatización y en los mismos equipos; o se sale a almorzar dejándolas encendidas por comodidad, gastándose así lo que pudiera usarse en otro lugar.

En cambio, sin oír razones, y aun cuando no esté en riesgo el cumplimiento del plan de ahorro aprobado, no faltan los que mandan a apagar los acondicionadores de aire en aquellos locales donde sí es imprescindible que continúen trabajando las PC, lo que provoca su desgaste y rotura antes de tiempo.

Es recomendable que al hacer los planes de ahorro las entidades y los organismos estatales, su concepción sea integral y no solo se tengan en cuenta los gastos de más o menos kilowatts, sino el daño que pudieran ocasionar en la economía las graves pérdidas por tener que sustituir componentes de computadoras rotos, sin olvidar los perjuicios que pueden ocasionar el tiempo y la información perdida.

Muebles lindos, pero ineficientes

Aún con la necesaria planificación, cuando se tenga que trabajar con computadoras en ambientes hostiles de temperatura, polvo y humedad, es preciso que estas se programen para que guarden frecuentemente los archivos que se están utilizando.

Así, en caso de apagón o de caída de la tensión eléctrica, la computadora se reiniciará, pero Ud. no perderá toda la información con la que está trabajando.

También debe salirse de forma correcta de los programas e incluso del mismo sistema, tanto para preservar los datos como el sistema operativo, pero en especial el disco duro, que sufre por estas bruscas interrupciones y pierde sectores útiles.

Hacer copias de seguridad de la información importante que almacenamos y tratar de no conectar la torre o sus periféricos directamente al tomacorriente, sino utilizar una UPS o back-up, nos ayudará igualmente a preservar lo hecho y al equipo, evitando en este los problemas por cambios de voltaje o apagón total.

Otras medidas básicas, muchas sugeridas en un comentario en la página digital de nuestro diario por el usuario Fabat, incluyen colocar la unidad central en un lugar ventilado, donde circule el aire, pues como él afirma, muchos muebles diseñados para ello son más bonitos que prácticos.

Más incorrecto aún es ponerlas debajo de la mesa, totalmente contra la pared o recubrirlas de papeles, y situarles encima otros equipos como impresoras y hasta monitores, todo lo cual impide su correcta ventilación.

Igual se desaconseja ponerle un ventilador directo a la PC, como hace mucha gente, creyendo que con ello mejorará su temperatura interna, y olvidando que junto con el aire está impulsando polvo y humedad ambiente a su interior, ambos elementos dañinos.

Además, se recomienda cubrir teclado, monitor y unidad de procesamiento cuando no se estén utilizando, para evitarles la entrada de polvo, y al menos una vez al año, o en menor tiempo, ejecutar una limpieza exterior e interior total, eliminando la suciedad acumulada.

Otra opción muy importante es agrupar los cables diversos que tienen por dentro, tratando así de limitar las interrupciones que provocan a la circulación del aire.

Ventilar no es igual que disipar

Aunque los consejos anteriores ayudan a «ventilar» una computadora y sus diferentes elementos, algo muy distinto, aunque a veces se confunda, es garantizar la correcta «disipación» del calor que generan por sí mismas.

Disipar, que de forma simplificada podemos considerar la transmisión directa al aire del calor de un componente, es una de las principales preocupaciones de los fabricantes de equipos de computación, toda vez que estos deben trabajar dentro de patrones definidos de temperatura.

Microprocesadores, chipset, fuentes de alimentación, discos duros y hasta tarjetas gráficas vienen ya con disipadores y ventiladores instalados, los cuales de forma combinada garantizan, los primeros, una transmisión del calor hacia afuera del dispositivo, mientras que los segundos lo impulsan con el aire hacia el exterior.

Muchos materiales como el plástico, las carcasas de aleaciones concretas y hasta las estructuras de aluminio creadas a tal efecto ayudan a disipar las altas temperaturas en el interior de una computadora, pues mientras mayor sea ese efecto más refrigerado estará el procesador.

Por eso debemos tener en cuenta que en ocasiones, si bien nos puede parecer exagerado su tamaño, sobre todo en aquellos equipos de grandes prestaciones, esto obedece al recalentamiento calculado por el fabricante.

Es importante que los disipadores, además de estar colocados de forma correcta, y siempre que el diseño lo permita con ventiladores acompañantes, estén completamente libres de polvo y suciedad para que se desempeñen mejor.

Lo mismo sucede con los equipos y conductos de ventilación, donde, además, se debe prestar atención a que ningún cable u otro componente se interpongan o dificulten la salida del aire caliente hacia el exterior.

Con los ventiladores se recomienda levantar la pegatina que tienen encima y echarles cada dos o tres meses unas gotas de aceite para garantizar su adecuado rodamiento. Si nos olvidamos de esto, es muy común que comiencen a hacer un ruido muy intenso cuando se encienden, que generalmente desaparece al calentarse, pero sirve para indicar que su rotación no es óptima.

En el caso del mantenimiento recomendado, además de la limpieza, también debe revisarse la cantidad de pasta térmica o refrigerante que hay entre los disipadores y el microprocesador, o en el chipset, si este se puede desmontar.

Esta sustancia química contribuye a mejorar la conductividad térmica, pero debe aplicarse por personas que tengan ciertos conocimientos de computación, pues además de que requiere desarmar varios elementos de la máquina, tan perjudicial es su ausencia como echar demasiada cantidad.

Brocha y aire a presión

Aunque ya nos hemos referido a estas en otras ocasiones, un acápite especial en cuanto a los efectos del polvo, la humedad y las altas temperaturas lo merecen las computadoras portátiles, sean laptops o notebooks, cuyas baterías constituyen una de las principales fuentes de calor.

Estas, según advierte el blog argentino Punto Notebook, no deben permanecer enchufadas a la corriente cuando tienen su carga al tope, tanto por generar altas temperaturas como por estar expuestas al estrés eléctrico de altos y bajos voltajes, lo cual acorta su vida útil.

Tampoco es muy recomendable quitar la batería si la habitación donde trabaja o se encuentra el usuario está demasiado expuesta a la humedad o el polvo, pues al retirarla queda abierto el compartimento central de la laptop.

En este caso, como en cualquier otra limpieza de equipos de computación, si no dispone de las espumas destinadas al efecto, puede usar un paño levemente humedecido, siempre que se asegure que no queda agua ninguna, y en el interior, con aire a presión o una brocha bien seca que elimine la suciedad acumulada.

Si bien es cierto que ningún equipo es infalible y tienen un determinado tiempo de vida útil, garantizar su limpieza, ventilación y mantenimiento puede alargar su vida útil, incluso en un clima tan agresivo como el cubano, donde el calor, el polvo y la humedad son enemigos sofocantes.

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