Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sembrar para el futuro inmediato

Además del buen uso de computadoras, las redes informáticas son también piezas de un rompecabezas que precisa ser bien armado para explotar eficientemente los recursos

Autor:

Amaury E. del Valle

Muchas opiniones diversas ha suscitado la publicación de la primera parte de este trabajo, bajo el título de Informática a la medida, en la edición del jueves pasado de JR, por lo recurrido del tema en las entidades del patio.

Las opiniones van desde quienes alegan que el mal uso o desperdicio de recursos computacionales retrata con pelos y señales a su empresa, hasta los que alertan sobre el peligro de llevar las cosas a extremos y querer «sembrar» de máquinas obsoletas a las entidades, que por las dificultades en adquirir las piezas pudieran agravar el problema más que solucionarlo.

Otros, en cambio, opinan con toda razón que un país como Cuba «no puede darse el lujo de contar con este tipo de desbalance tecnológico», y están los que creen que  existiendo este desnivel, no se hace lo suficiente al respecto.

Otro cibernauta opinaba: «Además del saco desajustado creo que falta el sastre que lo ajuste», y otro exhortaba a «entablar un camino inteligente con su respectivo informático o administrador de red para conllevar a una modernización necesaria y eficiente».

El diapasón de temas que abordaron los comentarios se amplió con aristas nuevas, como se desprende de la opinión de un lector que introdujo el tema del mobiliario necesario para quienes pasan largas horas detrás de una computadora, afirmando que muchas veces «a un especialista que debe estar sentado ocho horas trabajando, le asignan una sillita o butaquita con espaldar bajo, sin brazos…».

Alguien, a su vez, se quejaba de que «el principal obstáculo que enfrentan nuestros informáticos y todos los que giran alrededor de este rama, es que aún no se nos toma como verdaderos profesionales y no se es capaz de escuchar o mentalizar que la informatización es el camino al ahorro, al desarrollo de la sociedad».

Y no faltó quien, en una bien pensada intervención escrita, sugiriera que «el primer paso para la informatización de los servicios del país es emplear los medios que tenemos de una manera adecuada. Nuestro país cuenta con suficientes profesionales jóvenes y no tan jóvenes capacitados y sobre todo con suficientes ganas de hacer... Si cada empresa que tiene medios informáticos los utilizara de una manera adecuada o emprendiera proyectos serios para informatizar o automatizar sus diferentes servicios... cuántos millones de dólares se ahorrarían al país o cuántos años hubiéramos avanzado. Tiene que ser interés de cada director o gerente de empresa automatizar sus servicios, exigir  y aportar mayor calidad. El conformismo no puede ser la solución».

Bajo el .cu

Era de esperar que un tema como el de las redes informáticas y su uso en favor del desarrollo computacional fuera abordado en los comentarios de los foristas de la página web de Juventud Rebelde, o quienes hicieron llegar sus opiniones por correo electrónico a nuestra Redacción.

Y es que el mal uso o desuso de las redes informáticas nacionales es otro de los «trajes desajustados» si realmente queremos encontrarles la justa medida a los recursos computacionales.

Es notable la actual carencia de una verdadera «Red Cuba», que logre interconectar instituciones, ministerios, centros de educación, prestadores de diferentes servicios, entre otros muchos organismos que, paradójicamente, sí poseen sus propias redes que los enlazan hacia su interior.

Más allá de lo logrado en redes temáticas, como la Telemática de la Salud, Infomed, reconocida incluso a nivel internacional en más de una ocasión; o de proyectos informativos muy abarcadores como el de la Enciclopedia Cubana en Red, EcuRed, por solo citar un ejemplo, lograr articular una buena interconectividad quizá pudiera ayudar a satisfacer muchas necesidades informáticas (e informativas), las cuales actualmente saturan incluso innecesariamente los canales de navegación hacia el exterior.

Redes enredadas

Durante los años de trabajo periodístico en la página de Informática y Nuevas Tecnologías de JR, he conocido de muchas intranets poderosas y eficientes en centros universitarios, investigativos e incluso de ministerios, que sin embargo pocos conocen más allá de las fronteras que trazan los accesos internos.

Si tenemos en cuenta que un gran porciento del trabajo que se hace a través de las redes consiste en intercambio de información vía correo electrónico, o en la búsqueda de esta para disímiles fines, las intranets y también los correos electrónicos nacionales, usados eficientemente, podrían ayudar mucho a la economía nacional y al desarrollo social.

Es real que para ello es preciso seguir invirtiendo en los soportes comunicativos necesarios para asegurar esta conectividad, pero también lo es que, sin soslayar el uso eficiente que se le debe dar a Internet, mucho de lo que en esta hacemos o buscamos quizá lo tengamos en nuestro propio patio sin saberlo.

Junto a ello, las redes internas también podrían usarse para impulsar proyectos como la extensión del software libre, muchas veces carente de buenos repositorios de sistemas y programas, o inaccesible por la baja velocidad de conexión, un camino identificado nacionalmente como necesario tanto por cuestiones de seguridad nacional como por el bloqueo norteamericano, también en el campo informático, que muchas veces impide acceder a software propietario.

Hay mucha tela por donde cortar cuando hablamos de buenas prácticas en el uso de la informática, especialmente si queremos hacerlo cada día de forma más eficiente. Y no se trata solo de qué máquinas vamos a usar o las prestaciones y programas que estas deben poseer.

El uso adecuado de los recursos computacionales pasa también por el contenido que manejemos con estos y la forma en que lo creemos, lo difundamos y lo compartimos con los demás o nos apropiemos de él (en el mejor sentido de la palabra).

La informática puede ser un traje justo y a la medida de cada cual. Todo depende, como dijo un forista en el trabajo anterior, del sastre que lo fabrique y del buen tino de quien lo use.

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