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Final Fantasy se sale de la pantalla

La saga Final Fantasy es de las más prolíficas en la cultura de los videojuegos. Su próxima entrega se convertirá en la mayor movida mediática y mercadotécnica de la historia de esta industria

Autor:

Yurisander Guevara

El japonés Hironobu Sakaguchi, un diseñador y desarrollador de videojuegos abrumado por la eminente quiebra de su compañía, Squaresoft, decidió crear un juego que sería su «última ilusión».

Era el año 1987, y Sakaguchi tituló su creación como Final Fantasy (Fantasía final). El juego fue producido para Nintendo, y 400 000 copias de su cartucho original se fueron a las tiendas, mientras su creador se preparó para retornar a la universidad y terminar el último año de su carrera.

A las pocas semanas, no quedaba por vender una sola copia de Final Fantasy. Desde entonces, la última ilusión de Sakaguchi —quien no retornó a la universidad— se ha convertido en un fenómeno cultural y tecnológico que hoy teje discursos simbólicos en alianza con otras plataformas, como el cine, la televisión y hasta la industria automovilística.

A casi tres décadas de su primer título, la saga de juegos de rol busca revitalizarse con atrevidas estrategias de mercadeo y el que quizá sea el motor gráfico más potente de la historia.

Una fantasía jugosa

Aquella primera entrega de 1987 supuso un cambio en todas las mecánicas explotadas hasta ese momento por los videojuegos. Junto a Super Mario Bros (1985), Final Fantasy contribuyó a evitar el colapso de la industria, inmersa en una crisis desde 1983 por la falta de creatividad de los desarrolladores, Squaresoft incluido.

El juego de Sakaguchi introdujo una historia narrativa profunda a partir de la eterna lucha entre el bien y el mal, en la que por vez primera el jugador tenía que ponerse en la piel de los personajes para comprenderlos y avanzar en la trama.

Programado para Nintendo, Final Fantasy exprimió las entonces exiguas posibilidades de la tecnología gráfica de ocho bits para entregar un producto que revolucionó las maneras de entender los juegos virtuales.

La alianza entre Nintendo y Squaresoft duró hasta 1996 y comprendió seis partes de Final Fantasy. En 1997, Squaresoft decidió programar para Sony y su Playstation. En ese entonces, Nintendo 64 era la plataforma dominante a pesar de ser una consola con cartuchos físicos de solo 16 megabytes de almacenamiento. Recordemos que los años 90 del pasado siglo significaron el boom de los discos compactos, de mayor capacidad. Las ansias creativas de Squaresoft no cabían en un cartucho y por ello optaron por Sony y sus CD de 640 megabytes.

La decisión de Squaresoft fue una de las más acertadas y polémicas en la historia de esta industria. Por un lado, afectó sobremanera a Nintendo, que vio diezmadas las ventas de su consola al pasarse los fans de Final Fantasy a Playstation.

Por otra parte, la saga se redimensionó con Final Fantasy VII, que transitó del modelado de mundos y personajes en dos al de tres dimensiones. Igualmente incluyó música más trabajada y una línea narrativa con los presupuestos del cine. Desde entonces, la séptima parte es considerada como la mejor entrega del juego y ha sido la más aclamada para un remake a tono con las posibilidades actuales, donde los gráficos ya son totalmente realistas, deseo que Square-Enix (así se llama ahora la compañía), cumplirá el próximo año.

Mucho más que un juego

En la era de las dos dimensiones, los videojuegos se construían a partir de animaciones sobre fondos estáticos. La llegada de la tercera dimensión supuso un salto de calidad para la presentación de estos productos.

Con el nuevo milenio, las interfaces han evolucionado de forma vertiginosa, y hoy los juegos se construyen, casi siempre, a partir de motores gráficos. En este sentido algunos como Unity, Unreal (nacido a partir de un juego homónimo altamente popular), Frosbite o Dice, constituyen el corazón de muchos de los títulos con más seguidores en el mundo.

Durante la última década, Final Fantasy ha destacado por su potencia gráfica, con mundos virtuales exquisitamente trabajados desde lo artístico, que han dejado a más de uno con la boca abierta, gracias al motor Crystal Tools.

No obstante, las limitaciones de esta interfaz para la última generación de los videojuegos y el exceso de mercantilización de Square-Enix supusieron una dramática caída en ventas para Final Fantasy desde su versión XI, la cual fue totalmente en línea.

Y es que Final Fantasy, hasta su décima parte, se constituyó en un bastión de ingenio y creatividad tecnológica en el género del rol. Cada juego, totalmente diferente de su predecesor, compartía puntos en común desde lo simbólico e invitaba a sus fans a ser creativos y pensar si querían vencerlo. Luego, el título se diluyó en intentos por cambiar su propia esencia, algo que los fans no perdonaron.

Los desarrolladores de la compañía nipona, aupados por estas carencias, decidieron crear un nuevo corazón gráfico al que llamaron Luminous Studio. En términos tecnológicos, este motor es capaz de generar cinco millones de polígonos por cuadro en cada segundo. Un juego moderno genera sus gráficos a partir de cálculos matemáticos capaces de conectar los píxeles en la pantalla y mostrarlos como gráficos. La capacidad de cómputo y generación de entornos con rapidez y calidad es lo que distingue a los motores gráficos actuales.

Luminous Studio ha logrado efectos muy realistas en cuanto a iluminación y texturas sin perder rendimiento. Si desde la entrega séptima Final Fantasy destacó por un trabajo artístico de grandes proporciones, esta nueva parte promete ser la más bella y estable de todas.

Square-Enix retomará también el mundo abierto que siempre caracterizó a la saga, y si bien cambia el sistema de combates, la mecánica ideada luce fácil de comprender tanto para los jugadores veteranos como para los más noveles.

Conscientes de su pérdida de popularidad, Final Fantasy XV llegará también con la movida de mercadotecnia más grande de la industria de los videojuegos. Su lanzamiento el próximo 30 de septiembre en las consolas Xbox One, de Microsoft, y Playstation 4, de Sony, vendrá acompañado de una serie de complementos nunca antes vistos. Así, ya se puede jugar en línea una demostración previa que permite desbloquear contenidos para el plato fuerte de septiembre.

El juego tendrá igualmente una experiencia de realidad virtual, según trascendió este lunes en E3 2016, la conferencia mundial de videojuegos más importante del mundo, que se celebra cada año en Estados Unidos.

La historia del juego se cruza además con una serie anime llamada Brotherhood: Final Fantasy, la cual se ha presentado en cinco capítulos a través de YouTube.

Dicha serie no será la única adaptación animada que recibirá Final Fantasy XV, ya que este mismo año estará disponible un nuevo largometraje de animación digital titulado Kingsglaive y que contará con las voces de Lena Headey y Sean Bean —Cersei Lannister y Ned Stark, respectivamente, en la serie Juego de Tronos—. Se desconoce cuánto cobrarán a quienes quieran verlo, o si será gratis.

A estas producciones audiovisuales se sumará un minijuego, Justice Monstes Five, para iOS, Android y Windows 10. Y para el juego principal, la banda Florence&The Machine creó una versión especial de Stand by Me, canción que Ben E. King inmortalizó en 1962.

Quizá la cúspide del puente entre este juego y el mundo real sea la creación de un modelo único del auto Audi R8, el cual aparecerá en Kingsglaive recreado digitalmente y será producido en la vida real por el fabricante germano, según se diera a conocer hace unas semanas en la presentación de Final Fantasy XV. ¿Cuántos ejemplares se harán y a qué precio se venderán? Eso todavía no lo sabemos, pero seguro serán pocos y muy caros.

Lo que sí resulta evidente es que la fantasía final de aquel diseñador japonés está lejos de acabar, al tiempo que los videojuegos comienzan a extender su narrativa y forma simbólica en campos que trascienden los televisores de casa.

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