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¿Ocultar o resolver?

A veces la pareja está convencida de emplear el estímulo correcto y puede que no sea así, porque en ese momento todas las mujeres no son iguales

 

Autor:

Mariela Valdivia López*

El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho.

José Ortega y Gasset

«Tengo que simularlo para que no piensen que soy frígida, pero no siento nada», dice Sofía en secreta confesión tras vivir seis años de relaciones sexuales sin alcanzar el punto de éxtasis.

Al principio se sintió bien y creyó que era suficiente. Luego escuchó a sus amigas contar sus experiencias: «Ahí me di cuenta de que nunca había sentido el verdadero placer», comenta. Su pareja actual desconoce la situación. Ella continúa mintiéndole y engañándose a sí misma.

Al igual que Sofía, muchas mujeres se preguntan si deben conversar con sus parejas sobre este tema, que consideran tabú. La mayoría además confunde ambos términos: anorgasmia es ausencia o retraso del orgasmo de manera persistente o recurrente luego de una excitación normal, mientras que frigidez significa ausencia de apetito sexual.

La falta de respuesta orgásmica puede alterar la autoestima y la satisfacción en las relaciones, pero a veces la pareja está convencida de emplear el estímulo correcto y puede que no sea así, porque en ese momento todas las mujeres no son iguales.

Placer genera polémica

En un foro de discusión realizado con estudiantes femeninas de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas todas dijeron haber alcanzado el orgasmo, pero más de la mitad solo pudo lograrlo luego de varias relaciones sexuales. «Tal vez porque había más experiencia y sentía menos dolor», explica Paula, cuya primera relación sexual fue a los 15 años, pero demoró tres en sentirse plena.

Susana opina que en ese logro influyen muchos factores psicológicos. «Además de las circunstancias en las que se ejecute el coito, está el grado de concentración que una tenga, y también que la otra persona te guste de verdad».

La mayoría de estas chicas prefieren la penetración vaginal, pero reconocen que por esa vía es más difícil lograr un orgasmo, mientras que es más seguro si se estimulan las zonas externas de sus genitales, como el clítoris. «Para mí lo perfecto es combinar ambas formas», comenta Ania.

Al otro lado

«Normalmente trato de estimular a mi pareja durante el juego sexual. Así, en caso de que ella no logre el orgasmo con la penetración, al menos queda complacida», refiere Jaime, estudiante de Lengua Inglesa.

«Solo se me dio un caso en que no pude lograr que la muchacha sintiera placer», comenta Amaury, estudiante de Ingeniería Informática. «Luego sostuve una relación con una joven que no lo había logrado en su relación anterior y al mes de estar conmigo pudo disfrutarlo por primera vez».

En cuanto a la posibilidad de fingir, el joven comenta: «Es algo complicado. Si tienes una relación furtiva puede que la mujer finja para quedar bien, pero normalmente en una relación estable la comunicación fluye mejor».

Léster, estudiante de Ingeniería Biomédica, estuvo con una joven que luego de realizarse un aborto no volvió a sentir placer. «Tampoco conmigo pudo conseguirlo. Ella me decía que en su vida sexual había un antes y un después».

Casos así pueden ocurrir. Por eso se nombra anorgasmia primaria si la persona no ha tenido nunca un orgasmo, y anorgasmia secundaria si el problema aparece luego de haber disfrutado orgasmos previos.

Además se le considera total si no responde a ningún estímulo y parcial-situacional si logra alcanzar el orgasmo con un estímulo específico, pero no con las demás caricias. Afortunadamente no hay una fórmula «ideal» para sentir placer. Reportes mundiales aseguran que solo el 30 por ciento de las mujeres logran orgasmos mediante penetración vaginal: para el resto puede funcionar la estimulación externa del clítoris, la anal o ambas combinadas.

¿Por qué anorgásmica?

Como todo proceso orgánico complejo, el orgasmo depende de la salud integral de la persona, y en especial del estado de sus músculos genitales (que pueden ser ejercitados para mejorar su rendimiento). Cualquier enfermedad o traumatismo en esa zona limita el placer, y lo mismo puede ocurrir con el uso de drogas, alcohol o ciertos medicamentos.

Según la máster en sexualidad Noemí Coello Pérez, algunas causas naturales influyen también en esa capacidad, como el embarazo, climaterio, envejecimiento, enfermedades crónicas… pero no les pasa a todas ni del mismo modo.

«Predominan las causas de origen sociocultural y psicológico. La falta de una adecuada educación sexual lleva a sentir prejuicios, vergüenza o culpa, y hasta puede desarrollar fobias, neurosis o psicosis. También afectan la mutilación de los genitales y las experiencias sexuales anteriores fallidas, el exceso de estrés y los problemas de autoestima.

«Es común encontrar en las consultas a mujeres que siempre fingen y en la mayoría de los casos sus parejas lo ignoran. Otras comienzan fingiendo hasta que logran un orgasmo de verdad, pero eso no es aconsejable.

«Hay consultas interdisciplinarias en la que participan instituciones como el Centro de Orientación para Jóvenes, Adolescentes y la Familia (COJAF), los hospitales provinciales y los hospitales maternos, pero lo más importante es que la mujer, primero, y luego su pareja, reconozcan que enfrentan una disfunción.

«La comunicación es el mejor camino para solucionar ese trastorno. Ocultar un tema como la anorgasmia atenta contra la transparencia de la vida en común. Fingirlo es una decisión individual… pero afecta a los dos».

*Periodista de Centrovisión, Sancti Spíritus

 

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