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Nueva herramienta contra la muerte materna

El Doctor Alfredo Julián Sánchez Padrón, autor del texto Guías para la atención a la paciente obstétrica grave por sepsis conversa con JR sobre su obra, que ha tenido gran impacto en el ámbito médico internacional

Autores:

Hugo García
Fernando Valdés

La experiencia más bonita que podemos tener es el misterio. Es la fuente de todo el arte verdadero y la ciencia real.

Albert Einstein, físico.

MATANZAS.— Guías para la atención a la paciente obstétrica grave por sepsis es un libro cubano que ha tenido gran impacto en el ámbito médico internacional tras su publicación por la editorial alemana Flying Publisher, a finales de 2012. En Cuba puede consultarse en versión digital a través de la red telemática Infomed.

Su autor principal, el profesor matancero Doctor Alfredo Julián Sánchez Padrón, profesor auxiliar en la Universidad de Ciencias Médicas Juan Guiteras y Gener, contó con la colaboración de los doctores Alfredo Jorge Sánchez Valdivia y Manuel Ernesto Somoza García, de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital provincial Comandante Faustino Pérez, Centro de Referencia Provincial para la atención a pacientes obstétricas graves, categoría que incluye a embarazadas y en etapa de puerperio (hasta 42 días después del parto).

Este especialista en Segundo Grado en Medicina Intensiva y Emergencias comenzó a trabajar con pacientes maternas en 1985, en el hospital provincial José López Tabrane, en una terapia de muchas menos posibilidades que las actuales.

—¿Son frecuentes las complicaciones en estas mujeres?

—Mucho. El embarazo no es fisiológico ni patológico: es un tercer estado en el que la naturaleza prepara a la mujer para la gestación y concepción de una nueva vida mediante una serie de cambios adaptativos. Como laboratorio de vida que es, hasta un embarazo simple significa riesgos en menor o mayor grado.

«En 1985 tratamos 35 casos y comprendí esa situación: la paciente obstétrica presenta cambios muy dinámicos en su organismo que agravan su salud y por ende son perjudiciales a su estado. Esto exige atención multidisciplinaria de un obstetra, un intensivista y un cirujano general».

—¿Por qué comienza estos estudios?

—Hasta hace poco nuestra conducta médica no era homogénea; cada cual trataba a la paciente materna de acuerdo con sus criterios y experiencias, sin consenso.

A partir de 1987 comencé a almacenar datos y en 2000 empezaron a salir varias tesis de grado y trabajos relacionados con el tema.

«Para el libro tomé una muestra desde 1993 hasta 2002 y comparamos esos resultados con los obtenidos entre 2006 y 2012, cuando ya empleábamos los criterios de las guías, como el uso y dosis de diversos medicamentos o la conducta que se seguía ante determinados procederes invasivos. A partir de ahí establecimos una estrategia en relación con los procedimientos que iríamos implantando.

«El universo de la investigación estuvo formado por todas las pacientes gravemente enfermas que ingresaron en la UCI del hospital y la muestra era las que presentaban sepsis. En el período de 1993 a 2002 ingresaron 269 pacientes por cualquier causa, y la mortalidad fue de 14,6 por ciento, cifra no elevada según los parámetros internacionales.

«De 2006 a 2012 ingresamos a 396 pacientes graves, pues al constituir el Grupo de Atención Provincial a la Materna Crítica, se remitía urgentemente a nuestro hospital a toda paciente grave de cualquier territorio, y si no se podían mover, nuestro personal iba hasta donde ellas se encontraban hasta que el traslado fuese posible.

«Hoy las cifras de mortalidad de paciente obstétrica grave por cualquier causa en la UCI polivalente de este hospital son iguales o inferiores que las registradas en países del Primer Mundo, como Canadá y Estados Unidos.

«Internacionalmente las infecciones causan mayor mortalidad en estas pacientes que otras patologías como infarto de miocardio o cáncer, pues el abuso de antibióticos hace que en ocasiones los tratamientos sean inefectivos. En nuestro hospital, en el período 1993-2002 hubo 95 pacientes graves por sepsis, y falleció el 6,3 por ciento. De 2006 a 2012, de 125 sépticas falleció el 3,2 por ciento».

—¿Cómo lograron reducir esa mortalidad casi a la mitad?

—Aplicando las Guías de prácticas clínicas. Es un resultado valioso que responde a una preocupación de nuestro sistema de salud. Cuba no está ajena al incremento de la morbi-mortalidad por sepsis que sucede a nivel internacional. En el Anuario Estadístico de Salud 2011 se percibe que la tasa de muerte materna en el país por infecciones puerperales ha aumentado de 0,8 por cada cien mil nacidos vivos en 1999 hasta 5,5 en 2010 y 4,5 en 2011. En Matanzas logramos cero mortalidad materna durante los años 2009, 2011 y 2012, porque nuestro personal se moviliza con premura: cambiamos el modus operandi al tratar a estas pacientes.

«El Grupo provincial de atención a la paciente obstétrica gravemente enferma había previsto la posibilidad de un aumento en la incidencia de infecciones y desde 2006 tomó las Guías Clínicas como estrategia terapéutica ante estos casos. Con ello se logró un 23 por ciento (reducción del 14,5 por ciento) de mortalidad por shock séptico y del 3,2 por ciento (reducción de 50 por ciento) de la sepsis en general en este grupo poblacional.

«Hemos tenido pacientes ingresadas hasta dos meses y han sido intervenidas con complejas técnicas quirúrgicas mujeres cuyos cuadros eran extremadamente complejos y podían morir en cuestión de horas».

El médico matancero asegura que todo se ha logrado con los mismos recursos disponibles en otras provincias, pero con un trabajo de equipo de intensivistas, obstetras, cirujanos y anestesiólogos que comparten sus experiencias y espíritu de sacrificio.

«El Grupo nacional acepta estas Guías, que no son más que recomendaciones terapéuticas conformadas de modo novedoso. Están basadas en revisiones sistemáticas de la literatura científica y en el consenso de opiniones expertas, aunque no son infalibles, pues lo que determina la atención a cada paciente es su situación clínica y la opinión del equipo multidisciplinario que la atiende. Cada tres años debemos actualizarlas para garantizar un tratamiento médico de alto rigor científico», concluye este profesional de la salud, que se graduó como médico en 1975.

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