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La unión de los espíritus

Con la estimulación adecuada el encuentro sexual se reinicia tantas veces como la pareja desee, mas para mejorar el rendimiento del hombre y restarle protagonismo al pene, es recomendable valorar otros sitios también muy placenteros y potenciar la unión de los espíritus, que es la meta mayor según la filosofía del Tao

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Uno de los trucos de la vida consiste, más que en tener buenas cartas, en jugar bien las que se tienen.

Josh Billings

Hace algunos años publicamos en la columna Pregunte sin pena la historia de un joven que, según él, podía mantener una erección de 25 minutos luego de eyacular, pero la realización de su tesis de grado lo tenía algo tenso y en las últimas semanas había perdido esa capacidad.

En la Jefatura de Redacción se discutió mucho si era un caso real o si el chico estaba tomándonos el pelo, y como la mayoría de los colegas varones consultados creían que tal «hazaña» era falsa,  decidimos cambiar la cifra por «algunos minutos» para que no se desvirtuara la esencia del problema, que era la influencia del estrés en el desempeño sexual.

Desde entonces mantuvimos la polémica en torno al tiempo que puede durar una erección y qué propósito tiene. Nuestras conclusiones las compartimos con ustedes, luego de consultar una bibliografía muy variada en origen y posturas respecto al tema.

La primera es que en materia de sexualidad las generalizaciones solo ayudan a marcar tendencias, pero nadie debe sentirse anormal si su caso no concuerda con la mayoría. Para saber si el cuerpo responde bien o mal nos basamos en experiencias y expectativas propias, pero esa intuición es tan válida como el criterio de expertos, así que es lícito pedir ayuda aun cuando otros vean una exageración en lo que estamos planteando.

En segundo lugar, hombres y mujeres analizamos estos fenómenos de manera muy distinta, incluso cuando tengamos —aparentemente— la misma formación cultural. Por lo general los heterosexuales solo conocen el comportamiento de su propio pene y    muchos son reacios a admitir anécdotas que se distancien de su referencia personal. Las mujeres modernas, en cambio, suelen tener varios compañeros sexuales a lo largo de la vida y eso enriquece sus conocimientos en cuanto a reacciones masculinas, tanto físicas como emocionales. Esto no significa que sean dueñas absolutas de la razón, si no que pueden complementar a su pareja para mejorar la vida de ambos.

Otra conclusión es que el concepto de erección en el mundo moderno es bastante restringido en comparación con las antiguas culturas orientales, no solo por la imagen que ofrecen de ese órgano, sino por los roles que le otorgan en los juegos eróticos y de poder.

Cuando hemos preguntado a adultos y jóvenes de ambos sexos a lo largo del país cómo describirían un pene erecto, la mayoría lo asocia a dureza y grosor indiscutibles. Algunos varones incluso reconocen que si no es en esas condiciones no se lo muestran a sus parejas, y otros afirman que de no conseguirlo de manera natural estarían dispuestos a emplear medicamentos o afrodisíacos.

Sin embargo, lo importante de una erección no es cuán sólido llega a estar el pene o cuánto dura en ese estado, sino cómo garantizar su funcionalidad, cualquiera que  sea la disposición física eventual.

El deseo sexual, la erección, la eyaculación y la respuesta orgásmica no están forzosamente conectados y además tienen matices diferentes según las circunstancias. Unas veces se desea tanto a la pareja que el pene no responde. Otras, el orgasmo es tan intenso que el hombre no se percata de que no eyaculó y la pareja no lo dice por pena, pero sobre todo porque no sabe que esos orgasmos «secos» son importantísimos en el refinamiento del placer sexual.

Un libro publicado a principios de este siglo explica la visión taoísta al respecto, corroborada por decenas de científicos reconocidos en la actualidad. El hombre multiorgásmico, de Mantak Chia, enseña a disfrutar de un erotismo más placentero mediante el control de la energía sexual. Además de una pormenorizada descripción de los cuerpos masculino y femenino, este volumen aporta una serie de ejercicios para quienes aspiran a disfrutar de sí mismos y a ser buenos amantes en cualquier etapa de la vida.

Cuatro estaciones

Según describen los monjes taoístas, la erección tiene cuatro etapas o logros, variables según el nivel de excitación sexual. En adolescentes y jóvenes pasan tan rápido que apenas se perciben, a menos que se entrene esa atención. En los adultos, y sobre todo hacia la tercera edad, se identifican más fácilmente, porque se dan sucesivos avances y retrocesos e incluso pueden no llegar a la última, pero eso no significa que el pene no funcione: solo lleva «un manejo» diferente y a veces más divertido.

La primera fase es la Firmeza, también llamada elongación. En esta el pene empieza a moverse y erectar. Responde bien a las caricias y puede dar y recibir placer, especialmente si se emplean besos y técnicas de sexo oral y digital. Desde esta fase el hombre puede eyacular, sentir orgasmos y hasta procrear.

La segunda etapa es la Dilatación, cuando aumenta el tamaño y grosor y se pone más firme. Para penetrar una vagina hace falta la técnica de Entrada Suave (que explicaremos la semana próxima), pero se presta para todo tipo de juegos amorosos, como receptor o como «herramienta» bien manipulada por el hombre o por su pareja.

La tercera fase la llaman Dureza, y es la que da más autonomía al pene para entrar y salir de la vagina o el ano en diversas poses y con grados diferentes de intensidad y dirección del movimiento.

La cuarta fase fue llamada por los monjes el logro del Calor. El pene se pone tenso y caliente, los testículos son atraídos hacia el cuerpo y el momento de la eyaculación es inminente. Lo ideal es retardar este paso el mayor tiempo posible, pero no pensando en las musarañas, como dicen los abuelos, sino controlando a conciencia la energía sexual y remitiéndola hacia otros puntos del cuerpo. Es difícil, pero se aprende con ejercicios y motivación.

Durante un encuentro sexual el pene puede avanzar y regresar en sus logros, incluso antes de eyacular, pero eso no significa que esté todo acabado: con la estimulación adecuada el proceso se reinicia tantas veces como la pareja desee, y de hecho es recomendable para mejorar el rendimiento del hombre y restarle protagonismo al pene, lo cual ayuda a valorar otros sitios también muy placenteros y a potenciar la unión de los espíritus, que es la meta mayor según la filosofía del Tao.

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