Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Mitos sobre sexo y alcohol

Es falso que el alcohol sea un estimulante. Contrario a lo que se piensa, beber mucho obstaculiza el ciclo de la respuesta sexual

Autores:

Mileyda Menéndez Dávila
Anna Álvarez Torres*

Es pobre de ver y doloroso, el espectáculo del hombre que bebe en la copa del olvido licores de rosas nacidas del fango.

José Martí.

 

Las abundantes evidencias científicas y la realidad cotidiana no dejan lugar a dudas sobre el potencial riesgo para la salud que genera el consumo abusivo de bebidas alcohólicas, problema social relevante a nivel mundial porque provoca cada año la pérdida de 58 millones de años de vida útil por invalidez o muertes evitables y se relaciona con más del 70 por ciento de los accidentes automovilísticos, la mitad de los arrestos policiacos, la tercera parte de los suicidios e infinidad de transgresiones sociales y delitos que atentan contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales.

Según datos epidemiológicos (que exceptúan a países de cultura islámica o hindú, donde la venta de alcohol es ilegal), el 70 por ciento de la población mundial consume etanol y sus derivados, y una de cada diez personas se convierte en alcohólica.

En el reciente simposio franco-cubano sobre adicciones, desarrollado como parte de PsicoHabana 2014, se explicó que en Europa el alcohol es la droga preferida de adolescentes y jóvenes, sobre todo para experimentar en grupos, y este hábito se instaura cada vez a edades más tempranas.

En Argentina, por ejemplo, el 90 por ciento de la población mayor de 15 años consume alcohol, y en Cuba esa cifra es del 45,2 por ciento, con un índice de prevalencia de alcoholismo cercano al diez por ciento entre 15 y 44 años de edad.

El experto francés Philippe Duverger destacó que la modalidad más peligrosa es el «botellón» o borrachera inmediata. Para lograrlo algunas chicas sumergen sus tampones en alcohol para que este llegue más rápido a su organismo a través de las mucosas vaginales.

Mitos a la roca

Prevenir el consumo no responsable implica promover estilos de vida saludables y opciones recreativas para animar el cuerpo sin necesidad de embriagarse. Además de controlar el expendio de bebidas en sitios públicos, es importante deconstruir ciertos estereotipos que aúpan este mal hábito.

El doctor Ricardo González Menéndez, jefe del Grupo Nacional de Adicciones, devela seis mitos populares o pretextos manejados por las personas que abusan de este tóxico, todos sustentados en falsas apreciaciones sobre su efecto en el organismo.

El primero es creer que mejora la actividad sexual cuando en realidad ocurre todo lo contrario: tiene un efecto inhibidor o depresor sobre el cerebro y la médula espinal. Beber mucho obstaculiza el ciclo de la respuesta sexual —particularmente la experiencia comunicativa del placer—, y como además afecta la memoria es muy probable que no recuerdes con quién o cómo ocurrieron los hechos, lo cual te hace más vulnerable a sus consecuencias, desde una ITS o un embarazo indeseado hasta hacer el ridículo y perder el respeto de tu pareja o la comunidad.

El segundo mito es que el alcohol sirve para enfrentar el frío. Los soldados de Napoleón que murieron congelados durante la invasión a Rusia fueron precisamente los que ingirieron más bebidas alcohólicas, las cuales produjeron la dilatación de los vasos sanguíneos de su piel e hicieron que sus cuerpos se comportaran como un radiador de automóvil y perdieran temperatura corporal.

También es un error creer que el alcohol es un alimento: su ingestión solo aporta calorías vacías, que el organismo no puede usar para nutrirse. Si se elige beber en lugar de comer es difícil realizar actividades físicas que demandan mucha energía, y el sexo es una de estas.

Es falso que el alcohol sea un estimulante, más bien es un depresor por excelencia del Sistema Nervioso Central. En bajas dosis puede ser un «lubricante social», pero luego saca a flote angustias, traumas, fantasías y otros diablillos de la personalidad que en estado sobrio preferimos controlar.

En cuanto a su «potencial» para combatir la hipertensión o el infarto del miocardio, es bueno saber que la vasodilatación de las arterias y capilares más bien genera un aumento de la presión sanguínea en los mismos.

El último mito denunciado por el doctor González es esencial: No es cierto que se convierten en alcohólicas solo personas débiles de carácter o carentes de moral. Esta adicción no discrimina profesión, experiencia social o características psicológicas. Hay cierta predisposición genética a padecer la enfermedad, pero el factor más agresivo es la conducta diaria, sobre todo la exposición frecuente a estas sustancias.

Quienes reniegan de consejos o advertencias y afirman que no hacen daño ni dependen de nadie para tomar, no están contando con el efecto acumulativo del tiempo. Tal vez hoy no piden ni molestan, pero ¿pueden asegurar que ese será el escenario de sus vidas dentro de algunos años?

*Psicóloga. Trabaja en la Fábrica de Látex de Las Tunas

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.