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Ámate a ti mismo

Hay dos errores malintencionados alrededor del hecho masturbatorio: el primero es verlo como un acto exclusivamente solitario, y el segundo es clasificarlo como práctica sustituta o simple preliminar del coito con penetración

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

¡Ah!, si pudiera saciar mi apetito del mismo modo que sacio mi deseo sexual, con solo frotarme el vientre...

Diógenes de Sínope, filósofo griego de la escuela Cínica

Tras la publicación de la página pasada un hombre de 52 años se nos acercó para contarnos que jamás se había estimulado sus genitales porque lo consideraba impropio. Eso nunca le había importado, pero su pareja actual, de 31 años, lo hacía constantemente, incluso delante de él, y lo invitaba a seguirla, reclamo al que no sabía cómo responder.

Al comentar el caso con otros lectores muchos creyeron que mentía, pero estudios norteamericanos del pasado siglo liderados por el doctor Alfred Kinsey demostraron que al menos el cinco por ciento de la población masculina adulta occidental no se masturba ni durante la adolescencia. Esos hombres no sabrían cómo empezar ahora, a menos que una pareja desprejuiciada y paciente los ayude en tales afanes.

Tampoco lo pasan muy bien quienes aprendieron a hacerlo con culpa o deprisa, burlando las prohibiciones de la familia y a la vez temiendo las supuestas señales que denunciarían esas prácticas, como «ceguera, pelos en la mano o granos horribles en la cara».

Si en la adolescencia hubo una práctica ineficaz y vergonzosa del autoplacer, es lógico que después se sufran disfunciones eyaculatorias. Ese es el resultado de formar «ladrones sexuales», obligados a robar su placer desde la ignorancia, afirma el maestro taoísta Mantak Chía, autor de El hombre multiorgásmico.

El verdadero peligro del placer cultivado a ciegas o por adolescentes igualmente ignorantes, es que no se aprende a diferenciar los componentes del acto, sobre todo porque para muchos hombres la experiencia de la eyaculación es tan intensa que eclipsa la del orgasmo, que por lo general le antecede en unos segundos.

A juicio de la terapeuta francesa Valerie Tasso, hay dos errores malintencionados alrededor del hecho masturbatorio: el primero es verlo como un acto exclusivamente solitario, y el segundo es clasificarlo como práctica sustituta o simple preliminar del coito con penetración. Una persona formada bajo esos preceptos difícilmente pueda amar su cuerpo o disfrutarlo y tendrá muchos obstáculos para guiar a su pareja hacia un sexo eficiente, sin culpas, placentero para ambos y en un tiempo adecuado.

En su libro Antimanual del sexo Valerie Tasso afirma que no hay mejor sexo que el que una persona se procura a sí misma, y llama a diferenciar entre las prácticas eróticas en solitario y las que se realizan con la mano, pues una cosa no es sinónimo de la otra.

La palabra masturbación, de origen latino, puede leerse de dos modos: manu stupare sería algo así como violarse o forzarse con la mano, mientras que manu turbare es turbarse o conmoverse con la mano. El matiz entre la condena y el gozo es amplio, y la interpretación depende de cada quien.

Cuenta la Tasso que para huir de esa subjetividad moral el investigador Havelock Ellis prefirió emplear el vocablo autoerotismo, y más tarde el italiano Rinaldo Pellegrini propuso el término ipsación para incluir todo lo que el ser humano se hace a sí mismo por placer, dejando el de quiroestasia para el uso exclusivo de la mano en esas funciones.

Valerie asegura que vivir en pareja no elimina el que mantengamos nuestro «amor propio». Incluso si la pareja nos satisface podemos practicar el autoerotismo a solas o tratar de compartir con ella ese agradable momento.

La ipsación compartida no es señal de inconformidad, sino de confianza y disposición a crecer juntos en el camino del placer, que es el de la energía bien aprovechada, según los principios de las milenarias filosofías del Tantra y el Tao.

Estigma o liberación

Según se referencia en El hombre multiorgásmico, a los tabúes culturales que estigmatizan la masturbación no escapa ni la ciencia. En 1994 el doctor Joycelyn Elders, entonces la más alta autoridad sanitaria de Estados Unidos, fue obligado a dimitir por declarar públicamente que esa práctica era parte natural de la sexualidad humana.

La femenina ha sido la más oculta, pero también el autoplacer masculino lleva su carga de incomprensión y escarnio. Los cultos religiosos basados en la tradición judeocristiana nombran onanismo a la masturbación, a partir de la interpretación errónea de un pasaje del Antiguo Testamento. Cuando se lee cuidadosamente puede verse que Onán no fue castigado por darse placer a sí mismo, sino por elegir el coito interrupto al derramar el semen en tierra para evitar engendrar en la esposa del hermano fallecido (como era costumbre entonces), porque quería tener primero descendencia con su propia mujer. La confusión se enraizó cuando en 1758 el médico suizo S. A. Tissot publicó un artículo llamado Onania, o un tratado sobre los trastornos causados por la masturbación, en el que acusaba a esta práctica de producir locura y otros trastornos psiquiátricos.

La sexualidad taoísta, como la tántrica, no prohíben la ipsación; más bien enseñan a usarla como ejercicio genital excelente para distribuir el placer, buscar el control eyaculatorio, hacer circular la energía sexual y revitalizar el cuerpo.

Sabiendo todo eso, pecado sería no aprender a disfrutar varios orgasmos y hasta varias sesiones de sexo antes de liberar el semen, y una vez que se decide eyacular, si no hay planes de procreación, es mucho más divertido y saludable emplear esa sustancia para dar masajes a la pareja.

Aprende tu placer

Del libro El hormbre multiorgásmico resumimos estos consejos para facilitar el conocimiento y el debate sobre masturbación en los varones.

Si utilizas pornografía o textos eróticos, una vez que logres excitarte dirige la atención a tus sensaciones corporales para no distraerte cuando estés cerca del orgasmo. No permitas que nada te aleje de ti; ve hacia dentro y experimenta tu propio placer, no la idea del placer que pueda tener otra persona.

Estimula todo el pene, no te centres en el glande, aunque sea lo más erógeno. Según la medicina china, las distintas partes del pene se corresponden con los miembros y órganos del cuerpo y no debes sobreestimular ninguna de estas.

Tócate los testículos, que son especialmente sensibles a un toque ligero. Muchos hombres disfrutan también cuando tiran del escroto. Esto aumenta la producción de testosterona, añade potencia al cuerpo, aumenta la producción de esperma y mejora la salud general. Cuando se domina puede ayudar a retrasar la eyaculación.

Explora el punto del millón, situado en el perineo, cerca del ano. Así envías más sangre hacia el pene y eso provoca sensaciones agradables. Una presión intensa y rítmica en ese lugar imita las contracciones de la próstata que acompañan a la fase orgásmica. Presionarlo en el momento justo ayuda a detener el reflejo eyaculatorio. Si no sientes ninguna sensación o es incómoda, espera a estar bien excitado.

Tómate el tiempo que necesites para disfrutar. Investigaciones confirman que si un hombre aprende a prolongar la masturbación de 15 a 20 minutos, podrá controlar el coito todo el tiempo que quiera. No se trata de masturbarse para aliviar tensión o dejar de estar aburrido, sino de buscar el cultivo personal, lo cual no es impuesto o mecánico. No hay una cifra de orgasmos o de tiempo ideal.

Acaríciate con una actitud amorosa. Cultivar el amor hacia uno mismo es esencial si se quiere ser un compañero amoroso. La energía sexual amplifica las emociones que ya están en nuestro cuerpo, tanto si practicas en solitario como en pareja, y es más difícil mantener el control si sientes ira o impaciencia. Los taoístas aseguran que no puedes separar los genitales del corazón y practican un ejercicio muy simple para conectarlos: poner la mano derecha sobre la ingle y los genitales y la izquierda sobre el corazón.

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