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La inmadurez pasa cuentas

La sugerencia ante una sospecha de embarazo es confiar en la familia. Tal vez parezca que se acaba el mundo, te griten o te castiguen, pero de tu hogar saldrán los recursos emocionales y económicos para enfrentar el trance, cualquiera sea su rumbo

Autor:

Juventud Rebelde

La madre es la patria que primero habitamos.

Gabriela de Bovadilla.

Al entrar en la pubertad, mi madre puso en mis manos el libro Cuando tu hijo te pregunta, para llenar mis lagunas informativas en materia de reproducción. Por entonces era una osadía y mis amiguitas venían a hablar con ella sobre «aquello» que en su propia familia nadie les explicaba.

En secundaria llevaba la cuenta del ciclo menstrual de mis compañeras de aula y les explicaba cómo funciona el organismo y qué cuidados se debe tener con los genitales, pero algunas se asustaban con esa conversación, tácitamente prohibida delante del profesorado.

Hoy miro aquel regalo de mi madre con gratitud, porque además de empoderarme como mujer, sentó las bases de mi oficio actual; pero también descubro estereotipos que sesgaban la educación sexual de finales de siglo incluso en familias «modernas» como la mía.

¿Por qué a mis hermanos varones no les dieron el libro ni les hablaron del tema con similar urgente transparencia? ¿Por qué mis amiguitos reían nerviosos cuando sacaba el almanaque menstrual y preferían hablar de la parte divertida del sexo, no de su responsabilidad?

Malas elecciones

No es de extrañar que muchos adolescentes desconozcan los riesgos de un embarazo; que se reporten anualmente 15 millones de partos antes de los 20 años —la quinta parte considerados inoportunos—, una cifra mayor de abortos y una tasa mayor de muerte materna e infantil en esas muchachas.

La doctora Marianela de la Concepción Prendes y el máster Wilfredo Guibert, autores del libro Adolescente embarazada ¿La mejor opción?, explican que en esas edades apenas se ha completado la madurez biológica, por lo que la futura madre puede tener la pelvis poco desarrollada y baja talla o peso, factores que agudizan el riesgo de prematuridad, bajo peso al nacer y otros inconvenientes graves.

A esos riesgos se suman posibles anemias e infecciones urinarias y una mayor tendencia a muerte gestacional, preclampsias y cesárea, según precisa el doctor Evelio Cabezas, presidente de la Sociedad Cubana de Ginecología y Obstetricia.

No todos los embarazos precoces son accidentales. El doctor Jorge Peláez, vicepresidente de esa entidad académica, lleva más de una década alertando sobre razones erróneas que impulsan a adolescentes cubanas a quedar encintas.

A veces lo hacen para ver si su novio es buen semental o porque oyen de alguien que no puede tener hijos y temen que les suceda. No razonan que esa curiosidad comprometerá su capacidad reproductiva, porque un aborto en cualesquiera de sus variantes implica agresión al cuerpo y puede provocar sangramiento, infección, perforación o desgarro de órganos, problemas con la anestesia y hasta la muerte.

No es ético usar la vida de otro ser, así sea en gestación, para probar algo en la tuya. Tampoco embarazarte muy joven y desecharlo es garantía de volverlo a hacer: todo lo contrario. ¿Y si esa era tu única oportunidad de lograr un óvulo viable? ¿Y si tienes el factor sanguíneo Rh negativo y complicas los demás intentos? ¿Y si por no protegerte adquieres gonorrea, clamidia u otra ITS que afecte tus órganos reproductivos y te lleve a embarazos ectópicos o infertilidad secundaria?

Otra razón inadecuada es parir temprano para dar a la familia un «juguete» nuevo, a ver si te dejan vivir a tu aire. Esa apuesta puede salir mal: A veces te «encierran» más para que asumas el rol de madre o te critican con más alevosía; y si llegas al embarazo malnutrida, obesa, con hipertensión, ITS, trastornos psicológicos u otras deficiencias, puede haber secuelas para ti y tu bebé, con lo cual crecen la carga y los resentimientos familiares.

En una investigación de la colega Dixie Edith Trinquete, periodista y Máster en Demografía, salta una nueva alarma: En la última década ha resurgido la maternidad precoz como excusa para vivir de la mesada paterna.

Esas muchachas renuncian a sus proyectos de vida y buscan «proveedores» bien posicionados para garantizarse una manutención a largo plazo. Muchas ni siquiera se ocupan personalmente de las criaturas, sino que pagan porque las atiendan para recuperarse y salir a «la caza» nuevamente.

No piensan en el desgaste a que someten su cuerpo antes de tiempo, mucho menos en que su conciencia va a madurar un día y sentirán vergüenza ante sus hijos, o que el bienestar y el compromiso de esos hombres pueden no ser eternos.

A mal tiempo…

Sea o no intencional, la sugerencia ante una sospecha de embarazo es confiar en la familia. Tal vez parezca que se acaba el mundo, te griten o te castiguen, pero de tu hogar saldrán los recursos emocionales y económicos para enfrentar el trance, cualquiera sea su rumbo.

No es buena idea esperar hasta que no haya remedio. Tal vez existen enfermedades o condiciones genéticas especiales en tu familia o la del futuro padre, alergias o traumas infantiles que ustedes desconocen y son claves para la sobrevivencia de la madre y su bebé.

También es justo dar participación al muchacho desde el susto inicial; no escondérselo o comunicarle la decisión al final. Aun cuando no sea tu pareja habitual, la lección puede ser útil para impulsarle a utilizar métodos anticonceptivos adecuados a su edad y condición.

Y otro punto importante: si te falló el cálculo, creíste en cantos de sirenas o lo hiciste por curiosidad, no creas que salir aparentemente ilesa es razón para repetirlo cada vez que te plazca. La vida suele pasar ciertas cuentas de modo silencioso, y cuando quieras retomar tus sueños puede que sea tarde.

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