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Más allá del instante

El orgasmo tántrico es más elevado, menos fugaz y puede alcanzarse incluso sin rozar los genitales, cuando el vínculo espiritual y físico ha llegado a un punto especial

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

No con cualquiera / escribo un poema / sin ser primavera…

Canción Alguien como tú, de María Martha Serra

«El orgasmo es algo tan momentáneo que en el instante en que te das cuenta de que está ahí, ya se ha acabado. Solo lo recuerdas en tu memoria; realmente no te das cuenta mientras está ocurriendo».

Así lo describe el filósofo hindú Osho, y continúa: «Debido a su brevedad te vuelves cada vez más adicto a él porque te acuerdas de que había algo, algo maravilloso estaba pasando; así que decides: vamos a volver ahí otra vez, vamos a volver ahí otra vez… Pero no hay manera».

Esa fragilidad, ese anhelo nunca saciado, es típico del orgasmo común, ese que el cerebro regala en escasos segundos tras la estimulación mecánica de algunas zonas erógenas. El orgasmo tántrico es más elevado, menos fugaz y puede alcanzarse incluso sin rozar los genitales, cuando el vínculo espiritual y físico ha llegado al punto en que tu pareja te detona con un beso, una palabra, una caricia leve en los costados…

Puede ser espontáneo o se entrena, pero una condición de inicio es inviolable: compatibilidad sexual, un fenómeno ampliamente confirmado por la Bioquímica, la Sicología, el electromagnetismo y hasta la Teología.

Para decirlo en los términos jocosos y bastante exactos que nos propuso un joven cibernético: «El sexo con la persona ideal es como un paquete de información que se comparte por bluetooth: en unos instantes puedes dar y recibir todo tipo de datos con alta fidelidad y sin esfuerzo. La gente se da cuenta de que está pasando algo único, pero no pueden medir el alcance, a menos que ya lo hayan vivido por su cuenta».

Un lector de 57 años se nos acercó al terminar una peña en el centro del país para confirmar si realmente había tenido ese privilegio: «Con algunas, muy pocas parejas, he llegado a sensaciones que no había experimentado jamás ni las he visto en manuales o videos. No tiene que ver con posturas o tiempos, sino con la intensidad, y sobre todo la impresión de que hay algo sublime, además de placer físico, en ese intercambio».

Otra lectora describió por correo sus vivencias: «En cada relación sexual aparecen cosas que jamás nadie las inventó, si el deseo es mutuo». Ella tiene su secreto para extraer el máximo: «Luego de la plenitud del acto sexual disfruto tanto como el mismo sexo que me abraces, me des un beso, me acaricies, entretejas tus dedos en mi pelo, me mires fijamente a los ojos, y poco a poco se apodere el sueño de los dos… Y si el tiempo no alcanza para dormir, por lo menos sentir tu cuerpo inerte sobre el mío unos segundos».

No es mero romanticismo, aclara ella, sino la vía ideal para descubrir, sin preguntar, «si realmente no fue fingido nada», porque «cuando una brisa de cariño, de deseo, de satisfacción, se apodera de nuestros cuerpos y mentes, llegamos a la conclusión de que después del sexo hay más».

Diez señales

Un tutorial sobre el orgasmo visto desde el Tantra ofrece pistas para quienes se adentran en este asunto, siempre aclarando que es un camino para magnificar el placer, no una meta, y presupone respeto y veneración mutua entre amantes. Aquí te resumo su propuesta:

Menos es más: No hay nada que demostrar. La pasión más intensa puede sentirse con la caricia más leve, y hasta en la quietud se llega a la mayor sensación de amor.

Preparación: Rodéate de belleza. El Tantra es celebración de todos los sentidos como fuentes de placer. Cuida los aromas, la música, la iluminación suave.

Ama con tu mirada: Al mirar amorosamente a los ojos de tu amante, ves su alma. Conéctate con su interior y muestra el tuyo.

Respiración como danza: Respiren al unísono, entrégate. Comienza despacio y deja que el placer haga crecer tu ritmo respiratorio a la par del suyo en una maravillosa danza. Caricias al corazón: crea una conexión energética directa colocando tu mano en su pecho. Nada hay más profundo y, a la vez vital, que sentir los latidos de ambos mientras la pasión aumenta.

Jugar con el deseo: Anímate a vivir una experiencia diferente y profunda, a explorar diferentes sensaciones sin llegar a la penetración en una práctica muy placentera.

Reconoce tu cuerpo: Si usas de manera consciente los músculos que actúan durante los orgasmos, estos serán más controlados y satisfactorios.

Conoce tus límites: El sexo tántrico es una invitación a prolongar el encuentro. Cuando te sientas cerca del límite, cambia de ritmo y relájate para prolongar el placer.

Libera tu mente: Deja que tu mente también se relaje y disfrute. Dirige tu atención a gozar de ti, del otro ser y de la magia del momento.

Cruza el umbral: El orgasmo no debe ser el final, la misión por cumplir. Aprende a cabalgar sobre las olas de todos los sentidos y el placer durará mucho más tiempo.

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