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Abdomen y bienestar sexual

El volumen de la grasa abdominal influye en el grado de satisfacción sexual de los seres humanos, cualquiera que sea su género, orientación erótica o filosofía de vida

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

En esta guerra existe el peligro de perder quiénes somos,

Maestro Yoda. La Guerra de las Galaxias.

El volumen de la grasa abdominal influye en el grado de satisfacción sexual de los seres humanos, cualquiera que sea su género, orientación erótica o filosofía de vida, no solo por la presión de las pautas estéticas que caracterizan a cada época, sino también por la influencia de ese tejido en la salud física de cada persona y sus parejas potenciales.

Una panza exagerada exige  un mayor bombeo del corazón para mantener la zona irrigada y a la vez llevar sangre hasta los finos capilares del pene o la vulva; por tanto, esa persona se cansa más, puede sudar mucho y tiene menos fluidos disponibles para lubricar o producir esperma.  

El llamado Síndrome Metabólico (SM) es una epidemia de la modernidad que se caracteriza por hipertensión frecuente, alto colesterol o triglicéridos y mayor riesgo de padecer diabetes, enfermedades coronarias o ictus. Una de sus señales más claras es que se pierde la proporción adecuada entre el perímetro de la cintura y el de las caderas, tomando el cuerpo forma de pera en las mujeres y de manzana en los hombres, según describe el sitio www.mayoclinic.org.

Nuestro organismo «sabe» que tarde o temprano la gordura atenta contra el equilibrio de hormonas esenciales para regular el deseo, el bienestar sexual y las capacidades reproductivas. Por eso nos cuestionamos, a veces de forma involuntaria, la capacidad de las personas obesas para practicar buen sexo, aun cuando las admiramos por otras cualidades que nos llevan a elegirlas como pareja de vida.

Esos atavismos biosicológicos pueden pasar a segundo plano, pero es más juicioso emplear las fortalezas del amor para motivarlas a controlar su desequilibrio y no aceptar las justificaciones o, peor aún, acompañarlas en ganar peso.

En cuanto a la imagen, una barriga prominente hace que el pene se vea demasiado pequeño y ese complejo suele atraer a la disfunción eréctil. Por otra parte, el estar pendiente de recoger el abdomen para ocultar el sobrepeso distrae de la meta real y afecta la capacidad de vivenciar orgasmos, un mal hábito que afecta sobre todo a las mujeres.

Hay mucho condicionamiento cultural en estos asuntos. El diario El Comercio cita estudios que involucran a centenares de hombres en Escocia, Turquía y la República Checa cuyo desempeño sexual es mejor cuando la pareja tiene una proporción saludable entre caderas y cintura.

Claro que todos los extremos son malos. La publicidad promueve como ideal de belleza a una mujer huesuda, fácil de manipular, pero solo un porciento muy pequeño tiene esa estructura naturalmente. Por otra   parte, obsesionarse con la apariencia también perjudica la salud, y esa baja autoestima rompe el equilibrio biosicosociológico e impacta tanto en el deseo sexual como en los ciclos reproductivos.

¡Muévete!

Otros dos factores que se confabulan contra el bienestar erótico son el sedentarismo y el estrés: si no respiras adecuadamente, no haces descansos activos y te preocupas demasiado, las toxinas se acumulan en tus articulaciones y el sexo se hace más difícil (o nulo), lo cual te compulsa a comer más chucherías y engordar más, círculo vicioso que exige mucha voluntad para romperse.

La única ventaja de los hombres corpulentos es que su alto nivel de estradiol retrasa el clímax. Las parejas agradecen ese «tiempo extra» cuando el estilo amatorio no está basado en el convencional «misionero» de movimientos bruscos que le quitan el aire     y las ganas de seguir a       cualquiera.    

Por fortuna, el mismo sexo puede ayudar mucho. Hay varias posiciones que tonifican el abdomen, siempre que se hagan con cuidado y por un mínimo de tres minutos. Sus nombres son muy sugerentes: la Sirena, el Arco, la Carretilla, el Apretón… Todas tienen en común que el más pesado está de pie o hincado de rodillas y mantiene en vilo una parte importante del cuerpo de su pareja, mientras el resto descansa en el piso o el borde de un mueble confortable.

También pueden recrear sus propias variantes, siempre que ambos lo tomen como un juego útil, no una tarea riesgosa y obsesiva. Para lograr resultados más rápidos y fortalecer el     vínculo afectivo, compartan también otras actividades saludables, como nadar o bailar, caminar en la naturaleza, hacer yoga, taichi o practicar un deporte sistemático.

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