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La paciencia está en el aire (II y final)

Esos soliloquios en los que la mente divaga sin enfocarse en una tarea ayudan a disminuir los de cortisol, la llamada hormona del estrés

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Llegará un momento en que creas que todo ha terminado. Ese será el principio.

                                                                                            Epicuro de  Samos

 

«¿Cómo produzco más serotonina? La necesito mucho con mi marido y mis hijos», preguntaba en broma una colega aislada en casa, a propósito de la página de la semana pasada sobre el efecto de esa sustancia en el control de los impulsos.

Por experiencia sabemos que jugando se dicen las mayores verdades, así que le prometimos dedicar esta segunda parte a hablar de otras fuentes naturales de ese compuesto, además del buen hábito de una respiración profunda, consciente y con pensamientos agradables varias veces al día.

La serotonina es un neurotransmisor, una sustancia que modula la respuesta emocional. Cuando el estímulo es positivo (una buena charla, un momento feliz, un orgasmo…), induce reacciones bioquímicas que reafirman la sensación de bienestar, y si no lo es, te ayuda a ser flexible y tolerar las frustraciones; por tanto, juega un papel esencial en la regulación del carácter y la respuesta a eventos cambiantes como los que suelen darse en una convivencia familiar.

También actúa en la regulación del funcionamiento intestinal, por tanto no es despistado decir que si tu nivel de serotonina es bajo cuando te enfrentas a una persona o situación que rechazas, tu cuerpo responderá con repugnancia, cólicos o malestares digestivos porque no logra «digerir» esas circunstancias que demandan mayor paciencia.

Todo lo que entra a nuestro organismo o nos rodea puede ayudar o boicotear la producción de neurotransmisores y por tanto actúa sobre el sistema nervioso, desde lo que comemos hasta lo que vemos en las pantallas, la textura y amplitud de la ropa, el clima, los sonidos y los olores circundantes.

Incluso esos soliloquios en los que la mente divaga sin enfocarse en una tarea ni obsesionarse con algún pensamiento, ayudan a restablecer los niveles de serotonina y disminuir los de cortisol (hormona del estrés) de forma natural, pues son estados meditativos sanadores en los que el cuerpo se relaja cómodamente y deja al organismo eliminar sus toxinas de forma satisfactoria.

Una dieta variada, rica en cereales, legumbres, frutas y frutos secos mejora la disposición de triptófano, aminoácido esencial para que el cuerpo sintetice la serotonina, también conocida como hormona de la felicidad, porque si sus niveles son buenos y estables es más fácil interpretar la vida en código de aprendizaje y no de tragedia.

Sexo paciente

Otra vía natural y agradable para incrementar la serotonina es tener una vida sexual adecuada, no tanto por la cantidad de encuentros eróticos, sino por la calidad de ese placer, ya sea a solas o en compañía, de manera presencial, virtual o puramente fantasiosa.    

Según explica el doctor Daniel G. Amen, prestigioso neurólogo estadounidense y autor del libro Sexo en el cerebro, una relación sexual plena es como una sinfonía bien conducida, porque propicia una sinergia de sustancias que disparan diversos estados de ánimo y marcan el ritmo de las relaciones interpersonales en todos los ámbitos.

Curiosamente, los estudios demuestran que el nivel de serotonina baja con la primera fase de enamoramiento (cuando la dopamina u hormona del placer está muy alta), y se estabiliza cuando las relaciones son más asentadas, etapa en que también aumenta la vasopresina, la dopamina es menor y los compromisos se sostienen más allá de la atracción inicial.

Los nuevos amores hacen vulnerables a las personas y ponen a prueba su paciencia de un modo especial, porque las fantasías no siempre coinciden con la realidad y la mente tiende a frustrarse, deprimirse y reaccionar de modo inesperado, con violencia o con una ruptura no deseada.

La madurez como amantes también se alcanza cuando somos capaces de disfrutar el presente tal y como se presenta, sin dejarnos manipular por la angustia que genera la idealización de un encuentro erótico fortuito o los matrimonios diseñados en términos de leyenda infantil.

Mientras menos expectativas tengas, más probabilidades habrá de que tu paciencia sobreviva la prueba de los primeros meses y seas feliz con lo que estás construyendo en tu relación, eso que los antiguos llamaban estado de contentamiento, que no significa alegría banal o conformismo inerte, sino una plena voluntad de disfrutar la vida como venga.

Pero ¡alerta! Según Amen, niveles muy altos de serotonina también pueden ser un problema porque se asocian a baja motivación existencial, haciendo que todo te dé igual, pierdas interés en los retos de la vida y te enajenes de los sentimientos de otras personas, desgranando tus días de un modo apático y sin amor.

Para lograr el equilibrio en la síntesis de neurotransmisores, es recomendable realizar ejercicios frecuentes, disminuir el consumo de alcohol y café, eliminar drogas y derivados del tabaco, tomar toda el agua que puedas, vestir pensando en tu salud y no en el criterio ajeno, socializar con personas positivas, consumir buen arte (así sea a través de las redes sociales) y sobre todo no tomarte la vida demasiado aprisa, porque el amor virtuoso es paciente y usa las llamas para ver más lejos, no para consumirse en ellas.

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