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Huellas femeninas en el universo de Freud

¿Qué papel desempeñaron las mujeres en el desarrollo del Sicoanálisis, y en la vida de Freud en particular? ¿Podrían los hechos refutar el error en el cual incurrió el maestro al mancillar implícita o explícitamente la autovaloración sexual femenina?

 

Autor:

Yosnel Salgueiro Sánchez*

La gran pregunta que no he sido capaz de responder, a pesar de mis 30 años de investigación del alma humana es, ¿qué quiere una mujer?

                                                                                                                                                                                   Sigmund Freud

 

El padre del Sicoanálisis, Sigmund Freud, otorgó un énfasis excesivo al componente sexual en las enfermedades mentales, en particular de las neurosis. Dentro de los conceptos más polémicos —y refutados— de sus teorías sobre la sexualidad humana se encuentra la envidia del pene.

Dicha teoría establece grosso modo, que niños y niñas sienten curiosidad por sus genitales, comienzan a explorar y comparar, y en ese proceso las niñas se percatan de que les falta «algo» que desde ese momento anhelan y envidian.

Desde esta perspectiva, las pequeñas se sentirían inferiores a sus compañeros, incompletas… lo cual muestra una fuerte concepción machista y patriarcal. El genio austriaco fue víctima de lo mismo que con su obra pretendía develar: a saber, procesos inconscientes generados por las influencias educativas que toda cultura empoderada impone. Por eso es necesario oponer al concepto envidia del pene, el de orgullo del clítoris.

La ciencia ha demostrado que el clítoris es el único órgano del cuerpo humano cuya función exclusiva radica en generar placer. En este sentido supera ampliamente al pene, el cual debe, además, encargarse de funciones excretorias y reproductivas.

Más allá de los aspectos biológicos, intervienen aquí los socioculturales. Las opiniones de Freud, como las de todo ser humano, estaban mediadas por la cultura y el momento histórico en que vivió. Más que en la lógica o el pensar, la razón final se encuentra en la propia vida, y esta se encargaría de demostrarle al siquiatra cuán equivocado estaba.

¿Qué papel desempeñaron las mujeres en el desarrollo del Sicoanálisis, y en la vida de Freud en particular? ¿Podrían los hechos refutar el error en el cual incurrió el maestro al mancillar implícita o explícitamente la autovaloración sexual femenina? He aquí algunos ejemplos.

Almas libres

A los 18 años de edad, una inquieta y sumamente inteligente muchacha rusa fue internada en el Hospital Mental Burgholzli, de Zúrich, aquejada de una crisis sicótica aguda, que alternaba episodios de llanto con risas compulsivas. Su nombre era Sabrina Naftvlovna Spielrein.

Sería tratada por Carl Gustav Jung, una de las figuras emblemáticas de la Escuela Sicoanalítica. Bajo su tutela no solo se recuperó de su enfermedad, sino que se motivó a dedicar sus extraordinarias dotes a su estudio, graduándose en 1911 de la escuela de Medicina de Zúrich, la primera en aceptar mujeres en Europa. Ese mismo año presentó el trabajo La destrucción como causa del devenir, donde expone el concepto de pulsión destructiva y sádica. Algún tiempo después, Freud acuñaría el término pulsión de muerte (instinto de tánatos) con las mismas características.

Otra que jugó un rol significativo en la vida de Freud fue Helene Deutsch, bellísima mujer que tuvo una infancia traumática debido al rechazo de su madre, que la celaba, y el intento de violación al cual fue sometida por su hermano mayor. A pesar de esas contrariedades, consiguió estudiar Medicina y especializarse en Siquiatría. En 1918, Helene se analiza con Freud, quien incluso con su potente imaginación no logró hallar indicio alguno de neurosis en esta joven, la primera mujer en especializarse en Sicología y Sexualidad femeninas.

Hay personas adelantadas a su tiempo que desafían convencionalismos y tienen en tan alto grado el don del carisma, que sus congéneres le consienten todas sus transgresiones. Tal fue el caso de Lou Andreas Salomé, quien se permitió vivir con total libertad en una época donde se asfixiaba la voz y el espíritu femenino.

Lou mantuvo relaciones con intelectuales de la talla de Paul Reé, Friedrich Nietzsche, Rainer Maria Rilke, Viktor Tausk y Sigmund Freud, sin que ninguno pudiera vanagloriarse de sobrepasarla en ingenio. No obstante estar casada con el profesor de lingüística Carl Friedrich Andreas, Lou mantuvo relaciones abiertas con otros muchos hombres. Estudió la sexualidad femenina y fue de las pocas mujeres aceptadas en el Círculo Sicoanalítico de Viena. Su propio estilo de vida ofrece una contundente y práctica respuesta a la desacertada teoría de la envidia del pene.

El 2 de julio de 1882 nació Marie Bonaparte, princesa de Grecia y Dinamarca, sobrina-nieta de Napoleón, beneficiaria en más de un sentido del movimiento sicoanalítico mundial. Marie padecía frigidez y es por ese motivo que se relaciona con Freud. Luego de varias sesiones se enamoró de él y devino curiosa investigadora. Según algunas de sus ideas, la capacidad de la mujer para sentir placer depende de la distancia entre el clítoris y la vagina.

A su gestión y apoyo financiero se debieron la traducción de las obras completas de Freud al inglés, las expediciones etnológicas de Géza Róheim, la conservación de la correspondencia entre el padre del Sicoanálisis y Wilhelm Fliess, y la fundación y mantenimiento de la Revista Francesa de Sicoanálisis. Pero, sobre todo, la propia vida de Freud y parte de su familia, que fueron rescatados, gracias a sus influencias y gestiones, de las garras del fascismo alemán.

* Sicólogo. Profesor de la Universidad Agraria de la Habana. Miembro de la AHS.

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